Ésta
que era una vieja que tenía dos criados, un negro y un blanco. El
blanco no hallaba cómo hacer pa matar al negro. Le mentía una y
otra vez a la vieja para que lo matara, y entonces la vieja, ya
enojada, lo mandó al negro que fuera a pastoriar unas vacas, donde
había dos toros, uno negro y otro bayo.
Se
fue el negrito a pastoriar los toros, y entonces, en el campo, el
negro se sentó en una piedra, muy triste. Vino el toro bayo y le
dijo:
-Cómo
no voy a estar triste si me han mandado que cuide estos animales y sé
que el toro negro me va a comer.
Volvía
siempre el negrito a las casas y no se moría. Entonce la vieja se
dio cuenta que el toro bayo lo salvaba. Entonce la vieja le dijo al
negro que lo traiga al toro bayo para carniarlo. Él se puso muy
triste. Entonce el toro le dijo al negro que cuando lo desaten a él,
que lo suba, y que se tenga bien para disparar.
Fueron
por un campo muy boscoso, y el toro bayo le dijo que en ese bosque
tenía él que peliar con el lión. Si se salvaban, iban a seguir
viaje y de lo contrario, que hiciera un lazo con su cuero. Que sacara
una tira del lomo y adonde se encuentre en peligro, que diga: Ayudame
torito bayo, y él lo iba ayudar.
Lo
comió el lión al torito bayo y el negrito hizo todo como le indicó
el torito. El negrito se fue a rodar tierra con el lazo. Llegó a la
casa de un rey y le dijo que lo ocupara. El rey lo ocupó para que le
pastoreara unas vacas y le dijo que no las dejara ir para el sur.
El
negrito pastorió varios días para el norte y un día se le había
ocurrido dejarlas ir al sur, para ver qué había. Mientras estaba
pastoriandolás se presentó un gigante y le dijo que qué hacía
áhi, y él le contestó:
Áhi
no más el gigante lo manotió y el negrito se le escapó y lo enlazó
con el lacito. Y lo horcó enseguida. Vino la giganta y le hizo la
misma operación. En esos instantes viene el rey y dijo:
Y
el negrito le dijo que los había matado. Entonce el rey lo felicitó
y le dijo que se casara con la hija de él, y que viviera en el
palacio del gigante y áhi vivió el negrito.
Paulo
Aballay, 75 años. Quebrada del Vallecito. General Roca. La Rioja,
1950.
Cuento
1077. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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