Éste
qu'era un par de viejitos que vivían solos, nada más que con un
criadito, que habían criau desde chico y que lo habían echau pa
pastor de las cabras, vacas y ovejas que tenían. La vieja era bruja
y lo había entrado a odiar al muchachito, y con el fin de matarlo no
le guardaba comida o no le daba nada que coma en el día, y si le
daba no era suficiente, cuanti más un pedacito de torta. El viejito
era más bueno y un día pa las señaladas, le separó un ternerito,
el más fierito, dandoseló al muchachito. El animal estaba enfermo y
la vieja no dijo nada pensando que se le iba a morir y así quedaban
bien sin hacer fuerzas.
El
ternerito, que era bayo, se crió con todos los cuidados que le hacía
el niño. Lo alzaba cuando no seguía a la madre, lo hacía mamar, le
llevaba pastitos para que coma y nunca le pegaba, por lo que el
animalito lo seguía y lo buscaba y le balaba. Juntos jugaban y al
fin se puso gordo y grande, por lo que ya le servía para andar. El
muchacho lo montaba en pelo y al trotecito llegaba en la tarde al
corral, hora de encerrar la majada y demás haciendas.
La
vieja entonces se enojaba y trató de matarlo a hambre al niño, y lo
despedía todas las mañanas sin nada qué comer y le ordenaba que no
saque la leche a las vacas o a las cabras.
Un
día el niño no pudo más de hambre y se echó en una sombrita a
llorar, y cuando estuvo allí vino el ternerito y lo halló dormido.
Al resuello calientito del animal se despertó y el ternerito le
preguntó:
-¿Qué
le pasa, amigo? ¿Pórque está tan triste? ¿Qué tiene, hambre?
Vea, no llore, detrás de mi orejita derecha tengo un mantelito,
saqueló y pidalé lo que quiera comer. Después de eso, lo dobla
bien y lo guarda pa mañana.
La
vieja bruja dejó pasar unos días y pensando que alguien le daba de
comer al niño, por lo que no se moría, quiso descubrir. Se hizo
pájaro y siguió los animales asentándose en una peña para ver
mejor. Se llegó la siesta y el torito bayo se le arrimó al niño y
le dio de comer.
Bueno...
y con esto el pájaro supo quién lo mantenía al niño. Cuando llegó
al rancho lo buscó al viejo y le contó, y le dijo que había que
hacer matar el ternero del muchacho.
Al
día siguiente y con la intención de buscar algo que carniar, fueron
muy tempranito al corral para elegir lo mejor. Salieron todos los
animales, pues la carniada iba ser ese mismo día y aunque el chico
lloraba y pedía que no le maten al torito bayo, la vieja enojada le
ordenó que se calle y que lo lleve hasta donde lo iban a carniar.
-No
te pongás triste, si no me van a matar. Subime, agarrate bien y
cuando yo pegue una arrancada, pedile la bendición a tu padre y a tu
madre, que Dios nos ayudará.
Dicho
esto, el chico lo montó y lo llevaba con pena, pero tranquilo.
Cuando iban a llegar al bramadero, dio un bufido y una arrancada. El
chico con el sombrerito en la mano se despidió de sus padres y
siguieron al mundo a todo galope. Cuando fueron lejos, el torito
quiso descansar. El niño se bajó, comió y le dijo que tenían que
seguir viaje hasta donde se les haga la noche, porque tenía que
peliar esa misma noche con la vieja bruja que los seguía.
Llegó
la noche y le dijo al niño que se esconda bien en la copa de un
árbol y que no tenga miedo, que a la medianoche iba a oír los
balidos de un toro que vendría. El toro que era negro y con los ojos
como de fuego iba a venir a peliarlo y ésa era la vieja, pero no lo
iba a vencer.
El
niño se trepó a un árbol y se escondió como pudo. Y a eso de la
medianoche oyó desde lejos los bramidos de un toro que se venía. El
toro negro llegó, pelió mucho con el torito bayo, pero cuando vino
el alba fue como si se estremeciera la tierra y el toro negro se fue.
Al
día siguiente siguieron viaje y le pasó la misma cosa. Ya el niño
no tuvo tanto miedo como la primera noche.
-Bueno,
mi amiguito, éste es el último día que vamos a estar juntos. El
toro negro nos persigue y esta noche me va a vencer y me va a matar.
Usté escondasé bien, y al otro día, saque el mantelito y llevelé
para que no pase hambre y para cuando usté se vea en apuros, haga de
mi cuero un torzalito. Mañana vea bien, del lado que quede para
arriba; vea donde me den los primeros rayos del sol; saquemé ese
cuerito, sobelé y hágase un lacito. Debajo del mantelito va a
encontrar un puñalito y ésas van a ser sus armas. Cuando usté se
vea en peligro de muerte o sea retau a peliar, usté diga: maniameló,
torzalito, y ya va a estar, y con el cuchillito se va a defender.
El
niño lloró y se despidió de su torito que tanto quería y en la
noche, cuando vino el otro toro, vio que echaba fuego por boca y
nariz. Peliaron mucho, pero cuando vio que cayó al suelo el torito
bayo, y que el otro toro lo buscaba, ni respiró de miedo. Por fin el
toro se fue y a la madrugadita se bajó. Lo vio que estaba muerto, y
hizo lo que el torito le dijo y con mucha pena se fue solito a rodar
tierra.
Fue
por áhi, y se ocupó con un señor que tenía hacienda. Se ocupó
para pastorear las vacas. El patrón le entregó unas vacas flacas y
le dijo que para el norte no vaya echar las vacas, que las echara
para el sur no más y ojalá sea como sea, que no pase nunca para el
norte.
El
niño cuidó más de un mes las vacas, en un peladeral y creyendo que
iban a morirse y sin tener miedo, quizo saber por qué no podía ir
para el norte. Una mañana salió, y después de andar un rato...
hizo dar vuelta al arreo y se fue al norte. Encontró unos potreros
llenos di alfalfa y las vacas se quedaron pegaditas, y él se fue a
conocer.
Anduvo
un poco y divisó una casa, y se fue allá. Era la casa de unos
gigantes. Vivían los dos, pero sólo estaba la giganta y el gigante
andaba por sus potreros. En cuanto llegó no más la giganta lo quiso
pillar para echarlo a la olla, pero el niño se acordó de las
palabras del ternerito y sacó su torzalito y se lo tiró a los pies
y cayó la giganta maniadita. Y así pudo defenderse. En eso estaba
cuando llegó el gigante y muy enojado porque halló hacienda en su
potrero, lo quiso comer. Él le quitó el torzalito a la giganta que
se murió del golpe, y se lo tiró al gigante que cayó al suelo y
allí lo mató quedandosé dueño de la casa y de todos los potreros,
animales, sacos con plata y cuanto había en él.
Se
volvió para entregar las vacas y arreglar cuentas. El patrón le
preguntó por qué se había demorado tanto y dónde había dado de
comer a las vacas que habían vuelto tan llenas; pero el niño no le
contó su historia. Le dijo que ya no trabajaba más y que se iba a
ir, y que le pague lo que había ganado. Así fue, y el niño dueño
de casas y campos vivió y vivirá y yo me vine a contar el cuento.
Julia
de Castro, 50 años. Carrizal. Famatina. La Rioja, 1950.
Cuento
1078. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
Mi abuelo me contaba este cuento pero en una parte.. digo asi porque no lo recuerdo bien.. en una parte cuando el niño subia al arbol para que el torito pelee con la bruja. Mi abuelo me decua que el niño tenia que decir mas plata pa mi torito bayo asi sin dormirse hasta que llegue el dia y la bruja se valla. Y en el teecer dia el torito le dice esta noche vos te vas a dormir y la bruja me va a matar.. vos sacame el cuerito y bue no recuerdo mucho mas pero esa parte si.. mi abuelo tenia 72 años cuando murio y fue en el 2002.. si alguien me puede decir.. alfo sobre esto gracias!
ResponderEliminarMi abuelo me contaba este cuento pero en una parte.. digo asi porque no lo recuerdo bien.. en una parte cuando el niño subia al arbol para que el torito pelee con la bruja. Mi abuelo me decua que el niño tenia que decir mas plata pa mi torito bayo asi sin dormirse hasta que llegue el dia y la bruja se valla. Y en el teecer dia el torito le dice esta noche vos te vas a dormir y la bruja me va a matar.. vos sacame el cuerito y bue no recuerdo mucho mas pero esa parte si.. mi abuelo tenia 72 años cuando murio y fue en el 2002.. si alguien me puede decir.. alfo sobre esto gracias!
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