Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

El rey tiene astas .889

Dice que una vez había un rey y una reina. Que eran muy queridos del pueblo. Habían tenido un hijo, y la mala suerte había querido que tuviera astas. No astas muy grandes sino unas astas medianas, dice, que le ocultaban con la corona y con adornos. Pero no era güeno que sepa el pueblo que el Príncipe tenía astas. Entonces, todos no querían ser, dice, peluquero, porque todo peluquero que le cortaba el cabello al Príncipe lu hacía matar el Rey para que no se divulgue. Porque no conseguía que haya un hombre en el mundo que pueda guardar un secreto.
Al tener veinticinco años el Príncipe iba hacerse cargo del reino. Y ya hacía veinte años que iban muriendo los peluqueros. Nadies quería ser peluquero. Ya eran contados los peluqueros. Había quedado uno que lo había hecho llamar el Rey y le dice:
-Mirá, voy a morir. Nu hay peluqueros en el reino. Mi hijo tiene cuernos. Confío en vos qui has sido mi amigo y que yo te he favorecido toda la vida. Y que has sido mi íntimo amigo. Confío en vos que vas a cuidar de mi hijo. Mi hijo tiene dos cuernos. Vos le vas a cortar el pelo porque él se va hacer cargo del reino. Yo voy a morir y como última gracia te pido esto, que guardes el secreto. Para tomar precauciones, vas a vivir encerrado en una torre, no hay voluntá humana que resista contar una cosa que ve.
-Bueno -es que le dice, pierda cuidado. Voy a guardar el secreto.
Había muerto el Rey. Li había cortado el pelo el peluquero al Príncipe y li había visto las dos astas.
Con la corona disimulaba.
Lu había encerrado en la torre al peluquero. Y sentía tantas ansias, este hombre, de contarle a alguien, y sentía también el remordimiento de traicionarlo al amigo. Entonces, dice, después de las fiestas, que habían sido unas fiestas enormes, que si había hecho cargo del reino el Príncipe, había pedido él, como gracia, que lo saquen al campo. Lu habían sacado con escolta, al campo, y todos iban taponados los oídos y vigilados por un capataz, por un comandante, en fin. Y dice que este hombre tenía tantas ganas de contar, que en un lugar húmedo había hecho un güequito, un hoyito en el suelo, y si había agachau y había dicho:
-El Rey tiene cuernos. El Rey tiene cuernos. El Rey tiene cuernos. El Rey tiene cuernos.
Le contaba a la tierra.
Había brotado un cañaveral enorme, dice, en ese lugar.
Los changos leñateros, dice, habían ido y habían visto este cañaveral.
Y como les gustaba, dice, tocar la flauta, la quena, habían cortado unas cañas y habían hecho una flauta. Y la soplaban.
-El Rey tiene cuernos. El Rey tiene cuernos. El Rey tiene cuernos -que decía la flauta.
Había llegado a oídos del Rey. Había querido comprobar el caso. Había ido y había hecho de las cañas una flauta, y tocaba, y decía:
-El Rey tiene cuernos. El Rey tiene cuernos -las más gruesas.
Entonces había llamado en plaza pública a su reino, y si había descubierto, y les había avisado sinceramente, que tenía cuernos por defecto de la naturaleza o qué sería, que el Rey tenía cuernos. Si ellos creían que no podía gobernar, que nombren otro príncipe para rey. Todo el pueblo, como era bueno, generoso, lu habían aclamado, que ojala tuviera cuernos, era el indicado, dice, para seguir gober-nando al pueblo. Reconoció, entonces, su defecto y siguió gobernando en la paz de Dios. Y al peluquero lo sacaron, lo premiaron y siguió viviendo por haber guardado su secreto.

Perfecto Bazán, 49. Belén. Catamarca, 1969.

Cuento 889. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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