Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

El rey pilon .892

Había una vieja que tenía un muchacho y lo conchabó a un rey del lugar. Este Rey era pilón, pero vivía tan afligido por este defecto, que no quería que nadie lo supiera. Había pensado que el que descubriera que él era pilón y lo dijera, lo iba hacer matar.
Un día, el muchacho conchabado descubrió que el Rey era pilón. Sabía que lo matarían si lo decía, pero no podía guardar el secreto. A cada momento tenía ganas de gritar: ¡El Rey es pilón! Todo el día se desesperaba para que no le saliera el grito. Ya no podía ni dormir; le había entrado como una fiebre. Como ya no podía soportar más esta enfermedad, se fue al campo, cavó un pozo hondo, se metió adentro, sacó la cabeza para ver que no hubiera nadie, y bajando la cabeza gritó:
-¡El Rey es pilón! ¡El Rey es pilón! ¡El Rey es pilón!
Salió del pozo y lo tapó con tierra. El muchacho se sintió aliviado como si se hubiera curado de una enfermedad grave.
Pasó el tiempo, y el muchacho casi se había olvidado de lo que pasó. Pero, un día llegó un hombre del campo con una gran novedad. Contó que dos árboles criados a la par y medio cruzados, en un lugar no muy lejos de ahí, al moverse y tocarse, decían, en cada movimi-ento:
-¡El Rey es pilón!
Inmediatamente el Rey hizo averiguar por todas partes a qué se debía esto. Mandó gente a todos lados, ¡y nada! No se podía descubrir cómo aquellos árboles había aprendido a decir que el Rey era pilón. Todos se enteraron del defecto del Rey y el Rey sufría mucho.
Se había publicado que si se descubría el culpable lo haría matar, el Rey. El muchacho se guardaba muy bien de ni hablar del asunto en ninguna parte.
Como vio el Rey que no podía descubrir el culpable, echó un bando diciendo que el que diese razón de lo que había ocurrido con los árboles, lo haría casar con su hija.
El muchacho, cuando lo supo, no sabía cómo hacer para casarse con la hija del Rey, y que no lo mataran. Entonce buscó la vuelta al asunto. Empezó a afilar un cuchillo en una piedra, y le hacía decir:
-¡Yo jui! ¡Yo jui!
-¿Qué decís, muchacho? -le preguntaban los que lo oían.
-Que él es -dice el cuchillito- contestaba el muchacho.
Esto jue una gran novedad, en la comarca, otra vez. Se presentó el muchacho al Rey y dijo que iba a decir quién había enseñado a los árboles a descubrir la falta de Rey.
-¿Y quién es? -dijo el Rey.
El muchacho comenzó a afilar el cuchillito, y el cuchillito decía:
-¡Yo jui! ¡Yo jui!
El Rey no sabía qué hacer. Si lo hacía matar al muchacho no podía hacer casar a su hija con un muerto. Y en eso estaba, cuando lo aconsejaron que lo hiciera casar y lo perdonara. Así lo hizo el Rey, y al fin se acostumbró a que lo llamaran El Rey Pilón.

Luis Jerónimo Lucero. Nogolí. San Luis, 1947.

Cuento 892. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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