El
muerto agradecido
Dice
que había una vez un Rey que había quedado ciego. Era ciego. Tenía
tres hijos. Y había mandado al mayor a que buscara la vista. Porque
una vecina curandera, de las de cuanta, li había dicho que no iba
conseguir cura. Que uno de sus hijos tenía que salir a rodar tierra,
y a buscarla lejos.
Fue
este niño y en la ciudá vecina si había dedicado al folklore y a
la juerga y había gastado la plata y había quedado pobre sin tener
qué comer. Trabajaba, que hacía unas changas para vivir.
-Andá,
hijo, la curandera mi ha dicho que voy a recobrar la vista, dice, si
me sopás los huecos del ojo con las lágrimas del pájaro que llora
y canta.
-¡Oh!,
hermano -dice, ve la desgracia, che -dice. Hi venido acá, mi han
robado todo.
En
fin, le echó una mentira y lo convidó a divertirse. Y dice que ya
gastaron toda la plata y todo lo que traía al vender mulas,
arrieros, y todo. Terminaron. Y se quedaron tan pobres como mendigos
los dos.
-Andate,
vos, hijo. Tal vez vos hagás la diligencia, ya que tus hermanos han
corrido tan mala suerte.
-Es
un pobre que si ha muerto y los acredores no permiten que se lo
sepulte. Mientras no paguen las deudas, áhi va 'star -dice- hasta
que se pudra.
Era
muy religioso, el joven. Había ido a la iglesia. Había hablado con
el sacerdote, que llame para el otro día bien temprano a todos los
acredores. Había hecho venir las mulas, había descargado la plata y
había pagado al que le debía y al que no le debía, hasta el último
centavo. Si había sepultado ese difunto. La señora del difunto, en
agradecimiento, había ido y le dice que Dios li hai de pagar porque
si ella no podía, que vaya con Dios.
En
eso si había quedau el hombre, en las alforjas, con poco avío. Y
había seguido por los caminos de Dios, y iba, iba, iba, iba. En una
de esas -dice, se li había cruzao por adelante de la mula, un ratón
grande, coludo. Al rato, otra vez y otra vez.
-No
-dice, llevame, yo te guá ayudar. Te guá entretener por lo menos.
Le
larga un lazo trenzau y áhi había subíu el ratón por sobre el
lomo y si había sentau en las ancas de la mula y de allá se li
había puesto en el hombro. Y ha sacau una tabaquera y dice:
Habían
llegado, ya se les estaba haciendo la tarde, habían hecho ronda
cerca di una casa. Si habían bajado y había atado la mula, había
dehensillado, había hecho fuego, la había maníado. Y que dice:
Si
había ido el ratón, y si había devuelto con las alforjas -dice-
con pan, azúcar, yerba y churrasco. Y había hecho un churrasco y
había comido y li había hecho pitar un cigarro.
Al
otro día, al alba, ya había 'stau el ratón -dice- con la mula
ensillada, el mate cocido listo y el churrasquito chico, pero para
que alimente.
-Bueno.
Vea -que le dice. Yo me voy a quedar aquí. Usté se va ir -dice- a
la boca di aquella quebrada. 'Tán dos piedras grandes dandosé
botes. Ésas son las malas comadres. Eran -comadres di obligación
-dice- y que eran peliadoras y por eso Dios las ha puesto que se den
calabazazos. Cuando si abran las piedras, es cuando va a pasar. Va ir
áhi a la ciudá de los moros. Va ir y si los moros están hablando,
dentre con toda seguridá. Deje la mula áhi y entre. Y si están
callados -dice, quedesé hasta que ellos se muevan, porque los moros,
si están hablando, están dormidos; y si están callados, están
despiertos. Entre -dice- y va ir unos cien metros. Dé la vuelta a la
derecha. Está una sala grande -dice. Áhi hay pájaros de todos
colores, jaulas. Levante una jaula vieja que está con un pajarito
-dice- desplumau, feo. Ésa, levantelá y dése la vuelta callado la
boca, ojala que lu hablen, que lu hable su padre, que lu hable su
madre, no conteste nada, vuelvasé. Áhi 'tá el caballo de siete
colores que usté tiene que subir y una princesa robada que usté
tiene que salvar.
Había
hecho así el joven. Había ido y si había alzau la jaula del pájaro
que 'taba pelajiau, y de vuelta, al ver las jaulas tan hermosas y
pájaros tan lindos, se le dio por llevar otra que era di oro y tenía
un pájaro hermoso. Y allá, al salir, lu había pisau en el pie a un
moro y lu había levantado en el aire. Había ido y lu había puesto
en una prisión calzada con espadas en todas partes. Se quería mover
y lu hincaban las espadas, dice, y había sentiu que rascuñaban el
techo. Rascuñaban el techo, quería mirar, dice, y li hincaban las
espadas por todas partes. Hasta que al último que le dicen:
-Aquí
estoy. No me puedo mover. Mi han pillau los moros -dice, y mañana me
van a matar. Ya mi han leido la sentencia.
Ya
si había largau, dice, del techo en el suelo. Ya si había subíu
por las espadas. Y le dio un cigarro pa que pite.
Lo
había puesto en el bolsillo.
-Aquí
mismo lo van a matar, lo van a querer botar los moros. Pero tienen,
dice, norma de concederle la gracia, el último pedido a todo el tipo
que va a morir. Cuando lo quieran matar, usté digalés que quiere
que le ensillen el caballo de siete colores, que le pongan la jaula
del pájaro que llora y canta en la mano, y la niña la hija del Rey
presa, en las ancas del caballo. Y que dé una vuelta a las cuatro
esquinas de la plaza.
Al
otro día, dice, lo llevaban con una cadena más de cien moros,
teniendoló al caballo, que era un caballo que parecía que iba a
volar. Al llegar, dice, a la última esquina, como li había dicho el
ratón había sacado la cortapluma.
Dice
que cuando iba llegando a la última esquina, había sacau la
cortapluma y li había pegau un tajo a la cadena y había caído la
cadena. Y había rajau el caballo a toda carrera, con el joven, con
el pájaro y la niña.
En
fin, si habían ido. Los seguían, los seguían, dice. Y el ratón,
ya que había estado afuera del límite de la ciudá. Que a la mula
la castigaba, preparandolá a la mula. La cola parando, si había
rajau con él.
-Bueno,
ya 'stamos a salvo de los moros. Ahora -dice sus hermanos si han ido
y han cavau un pozo en el desierto. Áhi 'tán vendiendo agua para
los viajeros. No se confíe de sus hermanos, sus hermanos no le
quieren el bien.
Habían
llegado al pozo. Dice:
-¡Hola,
hermano! ¡Dichoso de vos que ti ha ido bien! -dice. Himos cavan este
pozo para vender l'agua y aquí vivimos -dice. Vení, mirá.
Si
había arrimau a mirar y li habían pegau un empujón, lu habían
tumbau de cabeza dentro del pozo. De casualidá, dice, a más de la
mitá que había quedau un raigón de árboles atravesados. Y viene y
si había dado unas cuantas vueltas y había quedado agarrado.
La
niña si había enmudecido, el pájaro no cantaba y el caballo no
relinchaba, y no sabían ni cómo iban hacer la medicina para salvar
al Rey padre.
Si
había agarrau del ocote y todo, y con la cola si había envuelto la
mano. Bueno... Habían ido subiendo y él es que iba ayudandoló con
las manos, el ratón.
-No
-dice, yo no puedo.
-Bueno,
tus hermanos ya van llegando al palacio. Al llegar allá, le van
arrancar las plumas al pájaro, no va hablar la niña, ni va
relinchar el caballo. Usté va hacer -dice- lo que yo le diga. Y se
han ido.
-¡Oh,
hermano! -dicen, nosotros te hemos dejau porque no tenemos lazo pa
sacarte. Qui ha sido la desgracia que ti has escapau pal pozo -dicen.
Dice
que ya la niña hablaba, que cantaba y lloraba el pájaro y
relinchaba el caballo de siete colores.
-Al
pájaro arranquelé una pluma del ala derecha y cuando el pájaro
cante, va llorar. Va a caerle una lágrima del ojo derecho. Sope la
pluma y va a pasarle a su padre y digalé: Por la virtú que Dios te
dio, recobra la vista padre mío.
Lu
había curado y había recobrado la vista el padre. Contento y gozoso
si había enderezado y había abrazado al hijo. Li había dado las
gracias.
Dice
el hermano que pedía que se les dé una provincia o una estancia
para que vivan tranquilos y si arrepientan de sus pecados.
El
hombre si había casado con la niña y estaba gobernando su casa, su
estancia. El padre lu había dejado dueño de todo. Un buen día,
cuando más feliz estaba, que viene el ratón y le dice:
-No
-que le dice, yo no soy ratón. Yo soy un alma, que Dios, Nuestro
Señor, me ha mandado que lo salve de los peligros porque usté es un
hombre bueno y recto. Soy el alma de ese hombre que usté lu ha
salvado allá, de que se pudra por las deudas. Y como no tuve con qué
pagarle, con esto le he pagado.
Perfecto
Bazán, 49 años. Belén. Catamarca, 1968.
Al
motivo fundamental del muerto
agradecido se amalgaman otros como el
de Los malos hermanos.
Cuento
1030. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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