Ésta
era una madre que jue al campo en el tiempo que juntaban algarroba, y
tenía un niñito, un niñito de cuna. Y lu había dejau acostadito a
la sombra di un algarrobo. Y ella se entró en el monte guastiando
algarroba.
Áhi
'taba el niñito, acomodadito entre unas ropas, y vino una mona y se
lo llevó. Dice que la mona se lo llevó para criarlo.
La
mona lo crió a este niñito. Después que lo crió le enseñaba a
comer raíces no más. Despué que jue hombre, vivía en una cueva, y
lo llamaba Raicero por nombre.
Después,
claro, al verse solo, vivía sólo él lo mismo qui un oso. Le salió
Dios, como un viejito. Y el viejito lo comenzó a ayudar. Se jue a
vivir con él en la cueva para ayudarlo, enseñarle a hablar, qué se
yo.
Entonce
el viejito le mandó un monito de los más chicos. Y un diya dice que
el monito le dice que iba a ir a la casa del Rey a pedir un almú
para medir plata.
Y
se jue el monito a la casa 'el Rey y le pidió el almú. El Rey se lo
dio al almú para medir la plata.
El
monito le puso al almú en la esquina unas chirolas así, grandotas,
de plata, pa que viera el Rey que este hombre era millonario, y se lo
devolvió al almú.
Al
otro día dijo qui li iba a pedir el almú de medir el oro. Y se lo
cedió el Rey. Y el monito trajo el almú y le echó en cada esquina
unos cóndoros di oro, pa que viera el Rey que era cierto que el
Raicero era rico. Y vio el Rey y se quedó almirado de esta riqueza.
Al
otro día le pidió el monito al Rey el almú de medir diamante.
Cuando lo jue a devolver le echó unas perlas de diamante en todas
las esquinas. Cuando jue a entregarlo, le dijo el Rey que lo
convidaba al patrón a una gran boda que iban a hacer al otro día.
Y
al día lo vistió el monito al Raicero con unas ropas lindísimas,
con un güen traje. Y le puso unas cadenas de plata, di oro, de
diamante. Y le puso de todo. Bien paquete lo puso al Raicero. Y
también le hizo varios palacios.
Al
otro día, cuando jueron, una hija del Rey se enamoró del Raicero y
el Raicero le dijo que las convidaba, a las hijas del Rey y a los
padres al primer palacio que él tenía, que era de plata. Y las
convidó, y al otro día jueron.
Por
el camino, ante de llegar, tenían que pasar un riyo grandísimo y
muy hondo. Al cruzar el riyo, el monito vino a encontrarlos y se hizo
pescadito, y se cortó l'agua, y pasaron todos en el coche.
Y
güe... Llegaron al primer palacio, un palacio de plata. Y áhi les
sirvieron de los mejores manjares. Que el Rey no tenía los manjares
que tenía el Raicero. Y áhi había hacienda de todo. Y la gente
andaba pialando y marcando...
Al
otro día le pidió la hija al Rey y se casó. Y se jueron al palacio
de diamante. Allá jue cuando hicieron la boda y se casaron los
novios. Hicieron una boda grandísima.
Y
el monito áhi se murió. Y ante de morirse le dijo al Raicero que
cuando se muriera él, tenía que velarlo y enterrarlo. Y que ya lo
dejaba rico. Y todo lo que dijo el monito, todo lo hicieron. Y claro,
porque él le había dado toda la suerte y lu había salváu al
Raicero que agora era un gran señor y un rey. El monito era un
angelito.
Luis
Aguilera, 39 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1940.
El
narrador es un campesino analfabeto.
Cuento
1080. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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