Señor
comisario:
aquí
me manda el sargento
que
le haga este cuento.
Dice
que éste era Dios y que tenía un chico para que le cuidara cinco
yeguas que tenía. Todos los días lo mandaba a cuidar estos
animalitos y le daba un poronguito di agua y un pedacito 'e pan.
Salía a la madrugada y a la noche venía con las yeguas a las casas.
Las encerraba áhi. Todos los días hacía lo mismo. Le daba el
poronguito di agua y el pedacito 'e pan, y tomaba agua y comía pan
todo el día y no se terminaba nunca. Y un día que le dice Dios:
-M'hijo,
no te preciso má. Te voy a regalar las cinco yeguas -dice que le
dice. Vos te vas adonde Dios ti ayude. Yo ya no te puedo tené más.
Y
entonce que le dijo que no, que le daba las cinco yeguas no más.
Dice que le dijo que dos 'taban preñadas.
-Esa
rosilla va tener un potrillito de siete colores y esa otra tostada va
a tener uno más lindo que una flor. Pero vos no vaye a agarrá el
más lindo que una flor.
Agarrá el de siete colores.
Y
güeno se jue con las cinco yeguas.
Y
por áhi, como a unos cuatro o cinco días tuvieron hijos las yeguas.
Dice que uno de los potrillos era de siete colores y el otro era más
lindo que una flor. El de siete colores dice que era todo arruinado,
todo. Y el más lindo que una flor, que era más arpisto, mas
liberal, más ligero y más potro malo. Él quiso agarrar el más
lindo que una flor y no pudo porque
dice que el potrillo que agarró, les pegó unos mordiscos y unas
patadas a las yeguas y se las llevó. Y sigue él con el potrillo de
siete colores no más. Y se jue con el potrillo. Marchó en el
potrillito. Y di a ratos subía en el potrillito y di a ratos
caminaba. Por áhi entraron a un monte y encontraron una pluma muy
linda, que brillaba y parecía di oro. Y dice que la levantó. Y el
potrillito que le dice:
Llegaron
a un pueblo. Iba pasando el muchacho por la casa de un Rey que tenía
una hija. Y la hija que 'taba en una ventana mirando pa la calle y ve
que el muchacho llevaba esa pluma tan linda. Y entonce que va
corriendo y le dice al padre:
Y
la muchacha que era de má regalona; la quería de má el viejo. Y
que el muchacho sigue viaje. Se jue a una herrería. Pidió trabajo y
le dieron trabajo.
-Qué,
m'hija, ese pájaro habrá ido pasando por áhi y habrá perdido esa
pluma. Quién sabe de ánde será.
Y
se jue ande 'taba el potrillo y que le contó al potrillo lo que le
dijo el Rey y áhi le dijo el potrillo:
Y
le dio el Rey el pañuelo, y marcharon los dos. Y se fueron lejo ande
había un monte grande y que había unas piedras grandotas. Y que
cuando iba cerca que le dice el potrillo:
-Bajesé,
amigo, y vaye en aquellas piedras. Áhi hay dos moros y en el medio
'tá el pájaro de la pluma ésa. Vaye despacito, no haga ruido, que
si lo oyen somos perdidos los dos. Y fijesé, diz que le dijo -si 'tá
con los ojos abiertos y las alas caídas, arrimesé, y lu envuelve
bien en el pañuelo que no vaye a aletiar. Si está con los ojos
cerrados, no se vaye arrimar -que le dijo.
Y
el muchacho jue, si arrimó, que 'taba con los ojos abiertos y las
alas abiertas. Eso era que 'taba dormido. Y llegó despacito y
envolvió el pájaro y disparó. Y al ratito no más mira pa atrás,
y venían los moros; venían como una tormenta punta de piedra y
fuego. Y ellos dispararon. Y venían cerquita, pero no los pudieron
alcanzar. Y güeno, cuando 'taban a salvo, que le dice el potrillo:
Y
áhi se jue el muchacho otra vez a trabajar. Y diz que como al mes se
le antoja a la muchacha que el muchacho traiga las cinco yeguas y que
le dice al Rey:
Y
ya sé puso a llorar ella y le decía que no la quería. Y entonce el
Rey lo mandó llamar al muchacho. Y le dice el muchacho:
-Que
me traigás las cinco yeguas que te dio el viejito cuando te juiste
de la casa.
-Vayesé,
amigo. Vaya a tal parte. Áhi tan encerradas las yeguas en un corral.
Tome este pelito pa que les pegue. Yo voy a pegar tres relinchos, pa
que usté las saque. El potrillo más lindo que una flor está
encerrau con las yeguas en un corral con un portón de fierro. Cuando
yo pegue el tercer relincho, al último, va a pegar la pechada al
portón y lo va tirar al suelo el potrillo más lindo que una flor.
Usté tirelé este pelito, tirelé a partirlo, no le vaye errar.
Y
se jue el muchacho y se puso al lado del portón de fierro. Y entonce
el potrillo de siete colores pegó un relincho por allá, lejo. Y
entonce, el potrillito más lindo que una flor levantó la cabeza y
empezó a inquietarse. Entonce pegó otro relincho más cerca el
potrillito de siete colores, y el otro les pegó unas patadas y unos
mordiscos a las yeguas y las arrinconó en un rincón del corral. Y
entonce ya pegó otro relincho más cerquita. Y el otro que vino con
toda furia y le pegó un pechazo al portón y lo hizo mil pedazos.
Entonce el muchacho le tiró con el pelito ése y se volvió una
espada grandota el pelo ése y lo partió por la mitá. Entonce se
vino el potrillo de allá y se llevaron las yeguas. Y áhi se las
llevaron al Rey viejo.
Y
güeno, como al mes, dice que le dice la hija al Rey:
-Papá,
¿te acordás de aquel anillo que lo perdí en el mar cuando tenía
catorce años? Este muchacho es capaz de trairlo.
-Pero,
¿vos sos loca? ¡Cómo lo va tráir! Adónde lo habrá lleváu el
agua, adónde lo habrá enterrau en l'arena.
-Pero,
qué no lo va a tráir. ¿Cómo trajo las yeguas y el pájaro? Que ni
sabían ánde 'taban y los trajo.
Y
ya se puso a llorar y a decir que no la quería. Bueno, y entonce lo
mandó a llamar al muchacho otra vez.
-Vio,
mi amito -que le dice el potrillo, ¿no le dije que no levantara la
pluma ésa y usté me dijo que yo no sabía nada? Eso es para que
vea.
Y
güeno y se jue al Rey y le pidió todo eso y el Rey se lo dio. Y se
jueron. Por allá, cerca del mar que le dijo:
-Metete
adentro. Y no vaye salir hasta que yo te llame, hasta que yo te pegue
un relincho, si no somos perdidos los dos.
Y
el muchacho se metió y se quedó adentro. Eran como las diez de la
mañana y el agua le daba a la rodilla y el potrillito no aparecía.
Y a la una ya le daba a la cintura. Y él desesperado levantaba los
talones y no veía nada. Y a las seis ya le dabas a los hombros y no
aparecía el potrillo. Y el sol se entraba y no aparecía. Y ya
cuando 'taba anocheciendo él que 'taba con l'agua al cuello y
entonce sintió un relincho y áhi no más pegó un salto y salió. Y
corrió ande 'taba el potrillo que venía ¡pobrecito!, con las
tripas a la rastra.
Entonce
lo agarró, lo envolvió bien y lo ató. Como a la media hora el
potrillo se levantó, se sacudió y 'taba sanito. Entonce marcharon y
jueron a la casa del Rey. Llegaron ya de noche. Y le entregaron el
anillo al Rey y se lo dio a la hija. Y ella se lo ponía en los dedos
y no le quedaba bien en ninguno. Y entonce el muchacho se jue a
trabajá otra vez.
-Papá,
qué lindo sería si este mozo nos trajiera el poronguito de agua y
el pedacito de pan que le daba el viejito.
Y
entonce ya se puso a llorar y el Rey lo mandó a llamar al muchacho.
Y vino el muchacho y le dijo el Rey que tenía que tráir el
poronguito y el pedacito 'e pan. Y él que dice:
Entonce
el potrillito le dice que le diga que sí, pero si él le da un ojo
de su cara y un ojo de la cara de la hija. Y güeno, va y le dice:
-Güeno,
los voy a tráir al poronguito y al pedacito de pan con una
condición: que usté me dé un ojo de su cara y un ojo de la cara de
su hija.
-No,
no, entonce dejalo no más.
-M'hija,
este mozo te ha tráido todas esas cosas que nadie en el mundo te la
iba a tráir. ¿Por qué no te casás con él?
Y
el Rey lo llamó al mozo y le dijo que la hija se quería casar con
él. Entonce él decía que era un pobre trabajador, que cómo podía
casarse con la hija del Rey.
Y
le dijo que le iba a dar casa y mueble y le dio plata pa que compara
ropa. Y se casó con la hija del Rey.
-Bueno,
mi amo, yo soy un ángel que Dios me mandó pa que yo lo salve de
todos los peligros que tuvo. El potrillo más lindo que una flor era
el Diablo. Ahora yo me voy. Ya 'ta casau y tranquilo.
Y
el potrillito se volvió una palomita y se voló, y el mozo se quedó
llorando. Lo alcanzó a cazar de la solita y li arrancó la colita;
por eso son colinchitos
todos los angelitos.
Y
planté una planta 'e poroto
para
más después contarle otro.
Dora
Pasarella, 30 años. Villaguay. Entre Ríos, 1959.
Cuento
1069. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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