Había
una vez un viejo que tenía tres hijos. Tenía una quinta de manzanas
que producía muchos frutos y se le perdían en la noche. No sabía
quién los robaba. Una noche dispuso ponerlo al hijo mayor que ronde
la quinta para ver quien robaba. Le dio una guitarra vieja para que
no le dé sueño. Tocó un rato hasta que se durmió. Igual se le
perdieron las manzanas, y agarró el viejo y le dio una felpa de
azotes. Y a la otra noche mandó al del medio. También le dio la
guitarra. Tocando hasta tarde de la noche, lo dominó el sueño y se
durmió. También le robaron las manzanas y también el viejo le dio
otros azotes, y lo corrió a la leña.
A
la noche siguiente lo mandó al shulco. Éste se había provisto de
una guitarra y un lazo, y se fue a rondar. Tocó la guitarra hasta
tarde de la noche y se puso panza abajo en la oscuridá de una
planta, y en cuanto siente un ruido en el cerco, miró, y apareció
un caballo blanco que empieza a comer las manzanas. Y ya se levantó
el muchacho y preparó el lazo y se va sin hacer ruido. Se acerca en
donde está el caballo y lo enlaza y lo tira. Abre la puerta. Luego
le avisa al viejo que le había pillado al dañino. Entonces el viejo
le dice que lo ate en el bramadero hasta que se levante él. Cuando
lo estaba el chango, lo habla el caballo y le dice que le deje la
precilla desprendida a ver si se salvaba, que en todo peligro que él
tenga, él lo va a salvar.
Entonces
lo dejó y se va a la cocina hasta que amanece. Entonces el viejo se
arma con un hacha y se viene listo para matar al caballo. Llegó, le
tiró un hachazo a partirle la cabeza. El caballo da un tirón y se
suelta y no lo vuelve a ver más el viejo. Entonces se enoja, agarra
el lazo y los hace sonar a azotes a los más grandes por flojos
porque no le ayudaron a acomodar el caballo.
Claro,
los muchachos del dolor de los azotes dispusieron irse a rodar
tierra. Se hincaron al viejo a pedir la bendición, y se fueron por
un camino que no habían andado nunca. Entonces el shulco dispone
seguirlos. Y éstos durmieron sentados en los montes porque no tenían
en qué dormir. A los tres días sienten unos gritos detrás de ellos
que les decía que lo esperen, que él era el hermano menor. Y cuando
lo vieron los otros, porque por culpa de él estaban sufriendo, lo
agarraron a golpes y le pegaron hasta que quedaron cansados y lo
dejaron por muerto.
Siguieron
caminando y cuando ya se alejaron llega el caballo blanco, y le da
tres vueltas y lo ole, y el chango reacciona y sana, quedando más
donoso. Y en vez de volverse sigue detrás de los hermanos.
Cuando
éstos iban sumamente lejos, sienten de nuevo los gritos de su
hermano, que lo esperen. Cuando llegó, sacaron el atacalzón, lo
horcaron hasta que murió, y siguieron. Después que se fueron llegó
el caballo, le dio de nuevo tres vueltas y lo orinó en cruz y se
levantó más donoso. Y en vez de volverse siguió tras de los
hermanos. Cuando los volvió alcanzar, determinaron matarlo y
quemarlo, y así lo hacen.
Cuando
se fueron, el caballo volvió y lo curó de la misma forma y él
volvió a seguirlos. Cuando los alcanza no sabían qué hacer porque
estaba más simpático, y determinaron dejarlo con ellos pensando que
tendría algún arte. Después le untaron carbón en la cara para que
parezca más fiero y en la frente le pusieron el nombre de Pompiño.
Después de unos cuantos días de viaje llegaron a la casa de una
vieja que los recibió muy halagüeña. Ahí lo presentaron como
esclavo a Pompiño.
Los
hospedan muy bien y después, en la noche, la vieja que era bruja,
les dijo que iban a dormir con sus hijas cada uno, y para
distinguirlos les puso a sus hijas un gorro con campanillas de oro.
En la noche, cuando estaban durmiendo, la vieja estaba afilando un
cuchillo para degollarlos y Pompiño la sintió. Se levantó y cambió
los gorros de las hijas a sus hermanos, y el de su compañera para
él. En seguida, la vieja, por degollar a ellos, degolló a sus
hijas, y se fue a dormir tranquila. Cuando Pompiño la sintió
dormida, despertó a sus hermanos y les avisó lo que pasaba, para
que lo siguieran y se fueran. Se levantaron llenos de susto y se
fueron. Pompiño se acomodó los gorros bajo la camisa y siguieron
viaje.
La
vieja se levanta sol alto a ver los viajeros, y se da con las hijas
de ella muertas, y se puso muy enojada. Se puso unas botas que
corrían más ligero que el viento y salió a buscarlos. Cuando los
iba acanzando, había una raya entre el campo de ella y el del Rey, y
ellos se pasaron al otro lado, y no les pudo hacer nada. Entonces le
dice el Pompiño que él les dio muerte a sus hijas. Entonces la
bruja dice:
Siguen
hasta que llegaron a una ciudá muy linda y buscaron conchabo en el
palacio del Rey. Trabajan los más grandes y Pompiño los atendía en
la comida y en la ropa. Entonces ellos salían y el pobre no podía,
tenía que estar en la casa. Y por ahí se anoticiaron que le habían
robado el cordero astas de oro del Rey y se fueron hasta el Rey, los
hermanos, y le dijeron que Pompiño había dicho que era capaz de
traerlo.
El
Rey lo llamó y le dijo que si era cierto. Le contestó que no, pero
el Rey le dijo que a palabra de Rey no podía faltar y tenía que
traer el cordero antes de tres días, y sinó le cortaba la cabeza.
Pompiño
salió llorando a ver si daba con el paradero de la vieja que lo
había robado. Entonces se juntó con el caballo blanco y le dice que
porque estaba triste, y él le dijo que los hermanos lo habían
malquistado con el Rey. El caballo le dice que no se dé cuidado, que
entre los dos harían el trabajo, y que vaya a la misma vieja que
robó el cordero, que ella tiene un loro adivino que va a sacar la
cabeza y va decir: Vieja, allí viene el Pompiño a llevar el cordero
astas de oro.
-Entonces
vos te escondés para que no te mate, hasta hacer que la vieja se
canse y no te va a molestar más. Después te entrás, y cuando ella
ronque, sacás tranquilamente el cordero y te vas.
-Pompiño
se lo llevó temprano no más. Yo lo hi estao viendo cuando se lo
llevó. Vos me has dicho que te deje de joder, así es que yo no
tengo la culpa.
Pompiño
se fue hasta el Rey y le entregó el cordero. El Rey quedó muy
agradecido, en tanto que los hermanos no, porque querían que la
vieja lo matara.
Los
hermanos salieron a chupar para ver si tenían otra noticia y así
podían deshacerse de Pompiño. Entonces éste aprovechó para
lavarse bien la cara con jabón de olor y se puso bien canfle con un
gorrito de la vieja bruja que lo quiso matar, paseandosé luego por
frente del cuarto que tenía. En ese momento sale la Princesa al
balcón y lo mira tan simpático. Entonces le dice a una sirvienta
que le diga al joven que por la plata que quiera le compraría el
gorro. Entonces él dijo que no se lo vendería de ninguna forma,
sólo de un modo, que él quiere ir a la pieza y tocarle la rodilla,
para regalarle el gorrito. Entonces la Princesa no quiso, y la negra
le dijo que qué le iba hacer, que ella le limpiaría la rodilla.
Entonces Pompiño fue a la pieza y le tocó bien la rodilla y le
regaló el gorrito. Después se volvió y se pintó como antes para
esperar a sus hermanos.
Entonces
los hermanos le dijeron que el Rey se había anoticiado que la vieja
bruja tenía un loro adivino y que Pompiño era capaz de traerlo.
Entonces el Rey quiera o no quiera lo mandó que fuera a traerlo al
loro.
Saliendo
de la ciudá se encontró con el caballo blanco, y le dijo que
comprara pan, queso y vino, que lo llevara y le diera al loro, y así
lo hizo. Cuando llegó Pompiño el loro dijo:
Entonces
la vieja lo busca y no lo puede encontrar hasta la tercera vez, que
la vieja le dijo al loro que si la seguía molestando lo iba a matar
de un palo. Entonces Pompiño, cuando la siente dormir se acerca a
conversar con el loro. Le dice:
Comió
el queso y el pan y asentó con vino, y el loro se pone medio
chumado. Entonces lo convidó de nuevo. El loro le dijo que estaba
bien, y se lo lleva. Cuando amanece, la vieja se da cuenta que
Pompiño le llevó el loro. Llega al palacio del Rey y le entrega el
loro. El Rey se puso muy conforme y los hermanos más enojados
salieron a buscarlo para matarlo. Y él aprovechando, vuelve a
ponerse el segundo gorro. Y lo vuelve a ver la Princesa con otro
gorro mejor que el primero y se interesó, y la manda a la sirvienta
para que se lo comprara. Y le dijo que no se lo vendería. Sólo de
un modo, que permita que él le toque el muslo y se lo regalaba. Y
ella no quiso, pero la negra la hizo consentir. Le regala el gorro,
pero primero le tocó el muslo, y se retiró. Se pintó como de
costumbre para esperar a sus hermanos.
Cuando
vinieron le dijieron al Rey que la vieja bruja tenía un caballo de
siete colores bajo de siete llaves, con tranco de una legua, cuidado
por una negra bruja adivina. Llama el Rey a Pompiño y le ordena que
fuera a traerlo. En el camino se encontró con el caballo blanco y le
dijo que vaya donde estaba la bruja y que haga como las otras veces,
hasta que se canse la vieja y se duerma. Se entre y le meta la mano
en el bolsillo de la pollera, que allí estaba la llave grande, y que
se vaya pal lado que se entra el sol, que cuente cuarenta trancos y
se pare. Que se le iba aparecer una puerta, que la abra con la llave,
que vaya con mucho cuidado y en cada paso estaba una llave, y a las
siete estaba el caballo. Así hizo y cuando abre la tercera puerta lo
siente la negra, y empieza a gritar; entonces vino la vieja y lo
pillaron y lo traen hasta un horcón donde lo atan de pie a cabeza y
se van a dormir hasta que amanece. Cuando amanece pusieron una paila
de agua, a hervir. La vieja le dice a la negra que se iba para unos
compadres a invitarlos para que vengan a comer a las doce. La negra
se pone a desastillar un palo para leña y no podía desastillar.
Entonces Pompiño le dice que él iba hachar la leña, y mil de
ruegos, hasta que le larga una mano. Pero no podía hachar con una
mano hasta que la engañó y le largó las dos. Sacó unas astillas,
le dijo que se agache a alzarlas, que estaban estorbando. Cuando se
agachó, le puso un hachazo y la descogotó al tiro, y con la misma
hacha cortó la soga y se puso a salvo. Luego la descuartizó a la
negra, la echó a la paila y la dejó lista hasta que venga la vieja.
A la cabeza la puso en la cama con palos, imitando el cuerpo. Sacó
el caballo y se fue.
Cuando
llegó la vieja le dice a los convidados que ésos eran los pucheros
de ese pícaro, y la quiere despertar a la negra, y se da cuenta que
está muerta, poniendosé a llorar. Se puso las botas y salió a
perseguirlo. Cuando pasó la línea, le dice que algún día tendrá
que venir a llevarla a ella. La vieja casi murió de rabia viendo que
Pompiño le llevaba el caballo. El Rey quedó muy agradecido y los
hermanos no hallaron cómo deshacerse de él.
Entonces
dispuso Pompiño hacerlos quedar mal a los hermanos ante el Rey. Le
dijo que los hermanos le habían dicho que eran capaces de meterse en
un horno caliente y salir más jóvenes y donosos que antes. Los
llamó el Rey y les dijo lo que sabía. Entonces los hermanos dijeron
que no son capaces. Les ordenó que lo hicieran y les dio un
plazo de dos días para cumplir. Los muchachos entraron y se
quemaron.
Así
se libró Pompiño de sus hermanos. Quedó tranquilo, se lavó y se
puso otro gorrito, poniéndosé de novio con la Princesa. Luego se
casaron. Hicieron una boda que duró varios días.
Pasó
por un zapato roto
para
que usté me cuente otro.
Justo
Leiva, 42 años. Pagancillo. General Lavalle. La Rioja, 1950.
Lugareño
rústico. Aprendió el cuento de un viejo del lugar que era un gran
narrador.
Cuento
1055. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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