Un
viejo que tenía cincuenta hijos, vivía sumamente pobre. Un día se
fue a la orilla de una laguna que hoy ha desaparecido, casi tan
grande como el mar. Tenía un perro, y un día cuando fue por la
orilla de la laguna salió una sirena y le dice que le hacía un
trato. Que ya que era tan pobre, para que pase más feliz la vida,
que durante la semana llevaría todos los días, de la laguna, bolsas
de plata, él y todos sus hijos, siempre que le diera lo primero que
vaya a encontrarlo cuando regrese a la casa. El único que salía a
encontrarlo era el perro y esta vez salió el hijo veintiséis, el
más lindo y simpático de todos los muchachos. Y ya había dado la
palabra. Tenía que cumplirla. Cuando llegó a la casa le avisó a la
señora y ella encantada cedió. Vinieron a la oración cada uno con
una bolsa. Cuando llegaron a la orilla de la laguna estaba un montón
de plata. El viejo le dijo al hijo el trato que había hecho.
Entonces el hijo le dijo que espere que el día lunes recién lo
llevaría a las doce de la noche y que llegue y lo deje y que no lo
entregue en la mano de la sirena, que dé la vuelta y que se venga y
que no mire para atrás. El viejo así lo hizo.
El
muchacho no se dejaba tocar con la sirena. La cansó y no lo pilló.
Entonces la sirena le dijo que si iba por allí sería perseguido por
ella. El muchacho se perdió. Después de tanto andar, los animales
salvajes lo perseguían, hasta que encontró un árbol grande donde
pasó las últimas horas de la noche. Esperó que salga el sol para
orientarse, pero no sabía dónde estaba. Había ido a dar sumamente
lejos. Lo único que había alcanzado a mirar muy lejos eran dos
hombres que venían a pie por una loma, y han sabido ser Manuel y
Pedro, quienes tenían el poder divino. El muchacho les gritaba que
lo socorrieran; Manuel le dio una virtú, lo transformó en un
halcón, el más poderoso, capaz y inteligente del mundo.
Inmediatamente
el muchacho se transformó en halcón y siguió volando hasta que
llegó a una ciudá que nunca había visto, maravillosa. Se asentó
en la casa de un rico señor que tenía una hija muy linda y cuando
ésta vio este lindo pájaro, mandó a unos peones para que lo
pillaran. El halcón como estaba cansado no dio mucho trabajo.
Entonces lo enjaularon y la muchacha lo cuidaba personal-mente con
mucho esmero, hasta que un día el halcón se transformó en el
muchacho y habló a solas con ella. Pronto los dos se enamoraron.
Cada día la niña se preocupaba más del halcón. Al poco tiempo el
padre sospechó algo. Tomó un arma para matar al halcón, pero éste
inmediatamente se volvió a transformar en persona y le quitó el
arma al padre de la niña, diciéndole que estaba resuelto a casarse
con ella, y así lo hizo. Al poco tiempo la muchacha lo invitó que
fueran a pasar un día a la orilla de la laguna. Después de mucha
insistencia, el joven aceptó, y una vez que estuvieron allí aparece
la sirena y se lo lleva al fondo de la laguna.
La
flamante señora regresó a la casa. Y siempre cuando se acordaba del
marido frecuentaba ese lugar con la esperanza de encontrarlo, hasta
que un día aparece un muchacho pelado y desnudo a la orilla de la
laguna, y le pregunta el motivo por el cual lloraba ella. Le contó
todo lo que le pasaba. El pelado le prometió ayuda, diciendolé que
entre los dos lo iban a rescatar, que trajera cincuenta husos y él
conseguiría el cáñamo para hilar a la orilla de la laguna, y como
a la sirena le gustaba tanto el hilo, saldría a comprarlo. La señora
así lo hizo y mientras hilaba apareció la sirena a comprarle el
hilo. Entonces ella le hizo el trato que le entregue el esposo, pero
la sirena no quería porque era esclavo de ella. La señora le dijo
que para ver si era cierto que se lo haga ver aunque sea en el centro
de la laguna, y apenas lo sacó a flote el muchacho se transformó en
halcón y voló directamente a la casa. La niña tomó los husos y
todo, y corrió a unirse con el marido, y vivieron felices y
contentos muchos años.
Cuento
972. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
No hay comentarios:
Publicar un comentario