Éste
era un rey y una reina que vivían muy felices en un palacio, porque
eran muy ricos estos reyes.
Tenían
muchísimos lacayos y para el servicio de la Reina, esclavas. Bué...
Además de los esclavos tenían algunos sirvientes de confianza.
Sucedió
que el Rey tenía que ir a la guerra con los moros. Porque tenían
guerra con los moros. Se preparó con mucha pena porque hacía poco
tiempo que se había casado con una princesa muy linda y muy buena. Y
él temía que si el enemigo avanzaba le tomaran el castillo y le
sacaran todo.
Y
de común acuerdo la llevó a la Reina a un bosque solamente con una
mucama de mucha confianza. Le llevó ropa y comida. Segura-mente
tendría en el bosque alguna casita. Pero él no dijo a nadie que la
había escondido. Y él se preparó con todo su ejército y partió a
la guerra.
Duró
la guerra mucho tiempo. Los enemigos eran muy valientes y perdía el
Rey en cada combate muchísimos hombres.
Pasó
el tiempo y la Reina 'taba aburrida de estar encerrada en el bosque.
Y le dijo a la doncella que se iba a dar una vuelta por el bosque. Y
la doncella le decía que no, porque podían verla y correr la
noticia que estaba ahí. La Reina le dijo que iba a tomar todas las
precauciones y que para más seguridá se iba a esconder en la copa
de un árbol.
Así
lo hizo tres días seguidos. Salía a dar un paseíto y se escondía
en la copa de un árbol. Y abajo del árbol corría un arroyito con
agua muy clara. Y en el agua del arroyo se miraba la cara de la Reina
que era muy hermosa.
Desde
el Palacio del Rey, todos los días venía una negra a buscar agua
con dos cántaros, en el mismo lugar del arroyo donde estaba el árbol
en el cual se escondía la Reina. La Reina la observaba que se miraba
en el agua y decía:
El
último día al verse tan bonita tiró los cántaros lejos y los hizo
mil pedazos. La Reina al ver la negra que creía que era ella la
bonita, le dio risa. Y empezó a reírse a carcajadas. Al oír las
carcajadas la negra miró y vio a la Reina. Y la negra le dijo que
bajara y la Reina le dijo que no podía. Y ella le dijo que subía y
la bajaba. Y la Reina le contó que no podía bajar porque el Rey la
había dejado escondida. Le confió el secreto y le contó todo donde
vivía. Y la Reina le dijo que ella la podía llevar a la casita
donde ella estaba. La negra le dijo que bueno, porque era bruja. Y
pensó en seguida en matar a la Reina o transformarla en algún
pájaro para quedar ella como reina.
Y
se fue con la Reina a su escondite. Al llegar le dijo a la doncella
todo lo que le había pasado. Y la negra le prometió serle fiel y
ayudarla y se quedó con ella.
La
negra se dedicaba a observar dónde tenía la ropa, cómo se vestía,
cómo comía, en fin, no le perdía pisada. Y un día le dijo:
Entonce,
la Reina que era muy buena, y no creía que hubiera nadie en el mundo
que fuera capaz de hacer mal. Y así lo hizo.
Se
fue al jardín, llevó tualla, un peine y una silla para que la negra
la peinara. Y la empezó a peinar muy despacito, muy despacito. Y
como era bruja le clavó dos alfileres y la transformó en paloma, Y
muy ligero agarró y se puso toda la ropa de la Reina y se empolvó
-porque era negra, negra- y como había estudiado los modales de
ella, llamó a la doncella, empezó a gritar:
-Juanita,
¡pronto!, la negra se ha ido. Tenías razón en decirme que la negra
era mala. Y se ha ido. Y me tuvo atada al sol y me he quemado. Y
ahora nos va a delatar dónde estamos.
Y
le dijo que le preparara la cama porque estaba muy descompuesta por
el dijusto muy grande que le había hecho pasar la negra.
Mientras
tanto la guerra había terminado y contento volvía el Rey a buscar a
su esposa que la tenía escondida. Y justo se fue a buscarla a la
casita del bosque. Al verla se sosprendió que estuviera tan negra y
tan distinta. Y la negra le dijo entonces:
Pero
el Rey siempre estaba con la duda. Y le preguntó el Rey a la
doncella qué había pasado. Y la doncella le contó que la Reina
había ido con una negra del palacio y que después había aparecido
transformada.
Ya
en el palacio, el hortelano del Rey que era una persona de mucha
confianza del Rey, veía llegar todos los días al palacio una
palomita a eso de las diez de la mañana. Entonce le decía la
palomita:
¿qué
hace el Rey con su negra mora?
Y
así muchos días pasó. Y la palomita todos los días a la misma
hora iba y hablaba con el hortelano:
¿qué
hace el Rey con su negra mora?
Entonces
el hortelano le contó al Rey. El Rey le dijo que tenía que pillar a
la paloma de cualquier manera. Y el Rey le dijo a la negra. Entonces
la negra le decía que tenía repugnancia a las palomas vivas, y que
la quería comer en una cazuela. Y el Rey delante de la negra le dijo
al hortelano que la tenía que pillar sin tocarle ninguna plumita y
que si no le cortaba la cabeza.
La
negra lo quiso sobornar al hortelano para que matara a la paloma,
pero le dijo el hortelano que él iba a obedecer al Rey. El hortelano
le echaba miguitas de pan y trigo a ver si bajaba a comer, pero la
palomita siempre se posaba en el mismo palo y le decía:
¿qué
hace el Rey con su negra mora?
Todos
los días el Rey le preguntaba al hortelano de la palomita. Y el
hortelano le decía que no la podía pillar. Y él ordenó entonce
que le ponga pega-pega en el palo que se asentaba. Y al otro día la
palomita vino, se posó en el palo y le preguntó al hortelano lo de
todos los días:
¿qué
hace el Rey con su negra mora?
Y
en cuanto se quiso volar no pudo. Y el Rey estaba observando. Y ahí
no más se quiere ir a ver. Y la negra lo sujetaba, que no vaya. Y
como él no la atendía, le dio un ataque y se cayó. Y él la dejó
tirada en el suelo y se fue donde estaba el hortelano con la paloma.
Y el hortelano se la dio al Rey. El Rey la encontraba una palomita
tan preciosa, que le comenzó a sobar la cabecita, por las alitas,
por todas partes. Y en la cabecita, con el dedo, la comenzó a hurgar
y le encontró una alfiler. Y le dijo:
Y
le sacó el alfiler. Y se transformó a la mitá de la princesa. Y
entonce él le siguió buscando y le encontró el otro alfiler. Y le
sacó el otro alfiler y se transformó en la princesa, en la Reina. Y
el Rey estaba loco de contento. Y se abrazaron los dos llorando de
alegría.
Entonce,
la Reina, claro, le contó todo cómo había sucedido al Rey. El
encuentro con la negra y cómo la había transformado en paloma.
Entonce el Rey dijo que a la negra había que matarla. Pero la Reina,
que era muy buena, dijo que no la mataran, pero que la llevaran muy
lejos. Tenían el horno preparado para echar a la negra, pero la
Reina dijo que ella la perdonaba y quería que todos la perdonaran. Y
la dejaron muy lejos. Y todavía andará por ahí.
Y
se terminó el cuento
con
sal y pimiento
porque
todos estaban muy contentos.
Gran
narradora.
La
narradora ofrece un ejemplo del habla culta de la región. Oyó el
cuento a sus padres, que se establecieron en Chos Malal a principios
de este siglo y procedían de Mendoza.
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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