Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de febrero de 2015

El hermano odiado .1071

Había una vez un matrimonio que tenía tres hijos. Y tenían una hermosa quinta con frutas. Y allí, en la quinta, tenían mucho daño. Y el padre dispuso mandar al mayor a cuidar la quinta.
Entonces, al día siguiente, fue a cuidar la quinta el mayor. Y llevó un libro para leer mientras cuidaba. Pero éste se había dormido. Cuando el padre fue a ver qué había de nuevo en la quinta y encontró al cuidador dormido, le dio una paliza y lo echó de la casa. Y ordenó a la madre que ni de comer le diera. Entonces mandó al otro y no le dejó llevar el libro. Pero éste llevó bolillas. Y jugaba en la quinta mientras cuidaba. Pero este juego lo cansó de jugar solo. Y luego se puso a dormir. Y cuando el padre vino lo encontró dormido al hijo. Y también hizo lo mismo que con el otro. Pero la madre les daba de comer a escondidas del padre.
Y entonces dice el más chiquito:
-Yo iré, papá, y lo pillaré al ladrón de la fruta.
Pero era tan chico que el padre no quería que fuera. Pero tanto insistió que mandó al niño. Y éste llevó dos hojas de pencas, y dijo:
-Las pondré a cada lado de mí. Así no me dormiré como mis hermanos y verá ese ladrón cómo lo voy a pillar. Conque cuando me quiera dormir, me hincaré las costillas y así no tendré sueño.
Y así lo hizo. Y pilló al ladrón que era un semejante pájaro, que él casi no lo podía sostener. Entonces el pájaro le dijo:
-Mirá pequeño, soltame. Yo te salvaré de todo peligro de la vida y de las traiciones de tus hermanos. Soltame y yo no vendré más a la quinta de tu padre.
Y el niño dijo:
-No te soltaré porque papá me correrá de la casa si no pillo al ladrón.
-Entonces harás una cosa: Cuando venga tu padre y vea que me has trampiado, vos me sueltas y le dices que se te escapó, porque era un pájaro tan grande que no podías sujetarlo. Él ya verá.
Y así lo hizo. Cuando vino el padre cerca, aleteó tanto el pájaro, que quitó al niño y se voló. Pero el padre vio que el niño tenía al ladrón, pero que se le escapó, porque tenía unas fuerzas enormes. Y el padre creyó y llevó al niño en brazos por su buena acción. Ya que era el más pequeño y se había portado mejor que los otros grandes. Y al saber esto, los otros decidieron alejarse de la casa. Y odiaban al pequeño. Pero éste quería tanto a sus hermanos que no perdía un solo paso de ellos. Y cuando salieron de la casa, él los siguió. Cuando ya iban lejos, al ver los otros que el pequeño los seguía, intentaron traicionarlo. Y lo esperaron. Cuando llegó, lo ataron en un poste, bien atado de pies y manos de modo que no podía moverse. Entonces vino el pájaro que él largó y con el pico lo desató al niño. Y el niño le dio las gracias al pájaro. Y volvió a ponerse en camino y siguió a los hermanos. Cuando anduvo un rato y lo vieron, los hermanos lo esperaron para otra traición. Y cuando él llegó, lo agarraron y le cortaron la cabeza, las manos, los pies, las piernas, los brazos, y lo largaron en un pozo. Y se marcharon.
Entonces vino otra vez el pájaro. Y juntó los pedazos. Y lo formó al niño y lo sacó del pozo y lo hizo vivir. Y el pájaro le dijo:
-No sigas a tus hermanos que siempre te traicionarán.
Pero al niño no le importaba nada y siguió otra vez a los hermanos, porque los quería mucho. Cuando éstos lo vieron, se asombraron y decían:
-Aquél será mi hermano -decía uno.
Y el otro decía:
-¡No, qué va a ser si lo hemos muerto! Y además lo hemos tirado en un pozo. Pero es tan parecido, que lo esperemos, y si es él, juntemos leña para quemarlo.
Y efectivamente era él. Entonces lo mataron. Lo hicieron pedazos y lo quemaron. Y después que todo quedó cenizas, se fueron.
Y vino otra vez el pájaro. Y encontró sólo las cenizas del niño. Y no sabía cómo formarlo. Pero andando encontró un hueso y del caracú y las cenizas lo formó al niño y le volvió a dar vida. Y el niño se marchó nuevamente tras los hermanos. Pero los hermanos habían estado trabajando en la casa de un rey y él llegó ahí, también a trabajar. Pero cuando los hermanos vieron al pequeño, trataron de hacerlo matar. Le dijeron al Rey que ese nuevo peón había dicho que él era capaz de ir y quitarle la frazada campanilla de oro de la bruja.
Entonces el Rey mandó inmediatamente a llamar al pequeño, y le dijo lo que le habían dicho y sin que el pequeño dijera nada, le dijo:
-Palabra de Rey no puede faltar, y usté me trae la frazada, sinó lo mato.
El pequeño salió muy triste y se fue en busca de la frazada. Anduvo mucho y llegó a una casa de una anciana. Y ella le dijo:
-La bruja no está, vaya y saquelé la frazada, no tenga miedo.
Y así lo hizo. Y trajo la colcha campanilla de oro para el Rey.
Los otros vieron que no le había hecho nada la bruja. Entonces le dijeron al Rey que el peón que había traído la colcha, también había dicho que iba a traer a la bruja. Y en el acto mandó al pequeño a traer a la bruja. Y le prometió que si traía a la bruja se casaría con la hija de él.
Entonces el niño se marchó hacia la casa de la anciana y contó lo ocurrido. Entonces la anciana le dijo al niño que era difícil, porque la bruja lo iba a comer. Entonces el niño se fue y se encontró con la bruja, que al verlo, le dijo:
-¡Ah, gusanillo de la tierra, ahora te comeré!
Y mandó a un criado que lo atara. Y le dijo que hache mucha leña y encienda un fuego grande, y haga hervir un tarro grande para cocinarlo. Y que ella iba a la casa de la comadre a invitarla para la cena. Y cuando la bruja se marchó, el niño le hizo un trato al criado. Que él iba a hachar la leña, hasta que la bruja venga, y que lo desate. Y éste lo desató y se puso a trabajar. Entonces el pequeño le dijo al criado:
-Te ataré por si viene la bruja. Y así yo te hago todas las cosas.
Y el otro, que era flojo, dijo que sí y él lo ató. Cuando llegó la bruja, toda furiosa, no vio nada, mató al criado, lo cocinaron y lo comieron y el pequeño quedó de criado y la bruja, confiada en el criado, al día siguiente hizo una pajarera, y el pequeño le dice:
-Mama, venga, metasé en esta pajarera, a ver cómo queda para que así pongamos otros que vengan.
Y la bruja, confiada se entró. Y el pequeño cerró la puerta y se la llevó al Rey.
Entonces los hermanos no encontraron ya qué hacer, y ahora más, que se iba a casar con la hija del Rey.
Pero el pequeño le dijo al Rey:
-Mi Rey, esos dos peones que tiene han dicho que son capaces de apagar una casa ardida, sólo echando agua de las cuatro esquinas.
Entonce el Rey los mandó inmediatamente a apagar el fuego a los dos. Y éstos no pudieron apagarlo y se quemaron allí los dos, y quemaron a la bruja también. Y entonces el pequeño se casó con la hija del Rey y se acabó la traición para todos y viven felices hasta ahora comiendo perdices.

Jacinta Pérez, 27 años. Los Bulacio. Cruz Alta. Tucumán, 1952.

Variante del cuento tradicional El caballito de siete colores.

Cuento 1071. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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