Había
una vez un matrimonio que tenía tres hijos. Y tenían una hermosa
quinta con frutas. Y allí, en la quinta, tenían mucho daño. Y el
padre dispuso mandar al mayor a cuidar la quinta.
Entonces,
al día siguiente, fue a cuidar la quinta el mayor. Y llevó un libro
para leer mientras cuidaba. Pero éste se había dormido. Cuando el
padre fue a ver qué había de nuevo en la quinta y encontró al
cuidador dormido, le dio una paliza y lo echó de la casa. Y ordenó
a la madre que ni de comer le diera. Entonces mandó al otro y no le
dejó llevar el libro. Pero éste llevó bolillas. Y jugaba en la
quinta mientras cuidaba. Pero este juego lo cansó de jugar solo. Y
luego se puso a dormir. Y cuando el padre vino lo encontró dormido
al hijo. Y también hizo lo mismo que con el otro. Pero la madre les
daba de comer a escondidas del padre.
Pero
era tan chico que el padre no quería que fuera. Pero tanto insistió
que mandó al niño. Y éste llevó dos hojas de pencas, y dijo:
-Las
pondré a cada lado de mí. Así no me dormiré como mis hermanos y
verá ese ladrón cómo lo voy a pillar. Conque cuando me quiera
dormir, me hincaré las costillas y así no tendré sueño.
Y
así lo hizo. Y pilló al ladrón que era un semejante pájaro, que
él casi no lo podía sostener. Entonces el pájaro le dijo:
-Mirá
pequeño, soltame. Yo te salvaré de todo peligro de la vida y de las
traiciones de tus hermanos. Soltame y yo no vendré más a la quinta
de tu padre.
-Entonces
harás una cosa: Cuando venga tu padre y vea que me has trampiado,
vos me sueltas y le dices que se te escapó, porque era un pájaro
tan grande que no podías sujetarlo. Él ya verá.
Y
así lo hizo. Cuando vino el padre cerca, aleteó tanto el pájaro,
que quitó al niño y se voló. Pero el padre vio que el niño tenía
al ladrón, pero que se le escapó, porque tenía unas fuerzas
enormes. Y el padre creyó y llevó al niño en brazos por su buena
acción. Ya que era el más pequeño y se había portado mejor que
los otros grandes. Y al saber esto, los otros decidieron alejarse de
la casa. Y odiaban al pequeño. Pero éste quería tanto a sus
hermanos que no perdía un solo paso de ellos. Y cuando salieron de
la casa, él los siguió. Cuando ya iban lejos, al ver los otros que
el pequeño los seguía, intentaron traicionarlo. Y lo esperaron.
Cuando llegó, lo ataron en un poste, bien atado de pies y manos de
modo que no podía moverse. Entonces vino el pájaro que él largó y
con el pico lo desató al niño. Y el niño le dio las gracias al
pájaro. Y volvió a ponerse en camino y siguió a los hermanos.
Cuando anduvo un rato y lo vieron, los hermanos lo esperaron para
otra traición. Y cuando él llegó, lo agarraron y le cortaron la
cabeza, las manos, los pies, las piernas, los brazos, y lo largaron
en un pozo. Y se marcharon.
Entonces
vino otra vez el pájaro. Y juntó los pedazos. Y lo formó al niño
y lo sacó del pozo y lo hizo vivir. Y el pájaro le dijo:
Pero
al niño no le importaba nada y siguió otra vez a los hermanos,
porque los quería mucho. Cuando éstos lo vieron, se asombraron y
decían:
-¡No,
qué va a ser si lo hemos muerto! Y además lo hemos tirado en un
pozo. Pero es tan parecido, que lo esperemos, y si es él, juntemos
leña para quemarlo.
Y
efectivamente era él. Entonces lo mataron. Lo hicieron pedazos y lo
quemaron. Y después que todo quedó cenizas, se fueron.
Y
vino otra vez el pájaro. Y encontró sólo las cenizas del niño. Y
no sabía cómo formarlo. Pero andando encontró un hueso y del
caracú y las cenizas lo formó al niño y le volvió a dar vida. Y
el niño se marchó nuevamente tras los hermanos. Pero los hermanos
habían estado trabajando en la casa de un rey y él llegó ahí,
también a trabajar. Pero cuando los hermanos vieron al pequeño,
trataron de hacerlo matar. Le dijeron al Rey que ese nuevo peón
había dicho que él era capaz de ir y quitarle la frazada campanilla
de oro de la bruja.
Entonces
el Rey mandó inmediatamente a llamar al pequeño, y le dijo lo que
le habían dicho y sin que el pequeño dijera nada, le dijo:
El
pequeño salió muy triste y se fue en busca de la frazada. Anduvo
mucho y llegó a una casa de una anciana. Y ella le dijo:
Los
otros vieron que no le había hecho nada la bruja. Entonces le
dijeron al Rey que el peón que había traído la colcha, también
había dicho que iba a traer a la bruja. Y en el acto mandó al
pequeño a traer a la bruja. Y le prometió que si traía a la bruja
se casaría con la hija de él.
Entonces
el niño se marchó hacia la casa de la anciana y contó lo ocurrido.
Entonces la anciana le dijo al niño que era difícil, porque la
bruja lo iba a comer. Entonces el niño se fue y se encontró con la
bruja, que al verlo, le dijo:
Y
mandó a un criado que lo atara. Y le dijo que hache mucha leña y
encienda un fuego grande, y haga hervir un tarro grande para
cocinarlo. Y que ella iba a la casa de la comadre a invitarla para la
cena. Y cuando la bruja se marchó, el niño le hizo un trato al
criado. Que él iba a hachar la leña, hasta que la bruja venga, y
que lo desate. Y éste lo desató y se puso a trabajar. Entonces el
pequeño le dijo al criado:
Y
el otro, que era flojo, dijo que sí y él lo ató. Cuando llegó la
bruja, toda furiosa, no vio nada, mató al criado, lo cocinaron y lo
comieron y el pequeño quedó de criado y la bruja, confiada en el
criado, al día siguiente hizo una pajarera, y el pequeño le dice:
Entonces
los hermanos no encontraron ya qué hacer, y ahora más, que se iba a
casar con la hija del Rey.
-Mi
Rey, esos dos peones que tiene han dicho que son capaces de apagar
una casa ardida, sólo echando agua de las cuatro esquinas.
Entonce
el Rey los mandó inmediatamente a apagar el fuego a los dos. Y éstos
no pudieron apagarlo y se quemaron allí los dos, y quemaron a la
bruja también. Y entonces el pequeño se casó con la hija del Rey y
se acabó la traición para todos y viven felices hasta ahora
comiendo perdices.
Variante
del cuento tradicional
El caballito de siete colores.
Cuento
1071. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
No hay comentarios:
Publicar un comentario