Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

lunes, 2 de febrero de 2015

El difunto que asusta .908

Dicen que el caso del dijunto en pena que asustaba, sucedió unos años antes que se hiciera el ferrocarril que va de San Juan a Mendoza, en un lugar que queda entre Retamito y Ramblón. Dicen qui áhi había tan solo un rancho y un corral abandonado, porque sus dueños habían muerto. En esos años, los arrieros tenían la costumbre de alojarse en ese rancho, pero sucedió que empezó a correrse la voz de que allí asustaban, porque a la medianoche se sentían golpes en el techo del rancho, y voces.
Sucedió una vez que un arriero que iba de San Juan a Mendoza, acompañado di un pión, se encontró en el camino con otros arrieros que le preguntaron que adónde pensaba alojarse, a lo que éste les contestó que se alojaría en el rancho abandonado. Entonces los otros arrieros lo desanimaron y le dijieron que no juera al rancho porque áhi asustaban. El arriero era muy corajudo y les dijo que lo mismo iba a pasar la noche en el rancho, porque él no conocía lo que era tener miedo.
El arriero y su pión llegaron al rancho abandonado al anochecer. Después de desensillar y acomodar los animales en el corral, se jueron a la cocina, hicieron juego y pusieron un güen churrasco. El pión del arriero que no sabía que en el rancho espantaban, después que comieron el asado se jue a dormir. El arriero quedó solo a la orilla del juego, esperando a ver qué pasaba.
'Taba el arriero jumando a la orilla del juego, cuando a eso de la media noche una voz del techo le dice:
-¿Cayeré? ¿Cayeré?
Y el arriero le contesta:
-Podís quer no más.
Ahí no más cayó una pierna del esqueleto. Entonces dice el arriero:
-Ve, no tenía leña. Agora te echo al juego.
Y diciendo y haciendo, la echó al juego a la pierna, pero vio que saltó a un lado la pierna. En el mismo momento, en el techo volvieron a decir:
-¿Cayeré? ¿Cayeré?
El arriero le contestó:
-¿Qui hacés que no qués di una vez?
Entonces cayó del techo lo demás del esqueleto y se le pegó la pierna qui había caido más antes. El esqueleto se sentó a la orilla del juego, y le dijo al arriero que con su coraje lo salvaba, porque él era un dijunto que andaba penando. Como del esqueleto salían luces, le dijo el muerto que no le juera a tener miedo por eso. Entonces el arriero dijo:
-¡Lo que sos tan bonito te voy a tener miedo!
Güeno, entonces le dijo que cavara en un rincón del rancho. Y el arriero cavó y sacó un botijo lleno de prendas de plata de mucho valor. Entonces el esqueleto le dijo que le dijiera una misa y que todo lo demás era para él, porque lo había salvado, que agora no asustaría más y descansaría. Después el esqueleto se despidió, se trasformó en una bola 'e juego y desapareció. El arriero corajudo quedó rico y no espantaron más en ese rancho.
En la antigüedá se contaba que la gente que en vida enterraba cosas de valor para que no se las robaran, que si morían sin haberlas sacado antes, sus almas no podían salvarse. Sólo se salvaban si alguna persona muy valiente era capaz de hablar con el muerto, y le recibía el secreto y sacaba los entierros, y rogaba por su alma en pena.

Juana Oro, 57 años. Cienaguita. Sarmiento. San Juan, 1951.

Campesina. Buena narradora.

El cuento tradicional tiene forma de caso en esta recreación comarcana.

Cuento 908. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 069

No hay comentarios:

Publicar un comentario