Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de febrero de 2015

El cuento de los pelos de oro del diablo .1025

Éste que era un viejito que tenía tres hijas. Una de las hijas había tenido un niño que había nacido con un letrero en la frente que decía que iba a ser yerno del Rey.
Y bueno, no ha faltau quién le diga al Rey que había nacido esta criatura con un letrero que decía que iba a ser yerno de él. Entonce el Rey no ha querido que haiga este hijo de esta gente, como eran gentes humildes, de que sea yerno de él. Y ahí lo decide, y se va a ver al viejito y le dice que él había sabido que una de sus hijas había tenido un niño que había nacido con un letrero en la frente que iba a ser yerno de él, y que él no quería que ese chico se críe como quiera. Que él lo iba a llevar para criarlo como corresponde, al chico. Entonces, como era un rey, el viejito no ha podido decirle que no. Y lu ha llevado el Rey, al niño.
Lejos de criarlo como corresponde lu ha llevado al campo, lu ha echau en un cajoncito y lu ha mandado al campo, a donde se muera por ahí, al bosque, a dejarlo lejos.
Y bueno... Y dice que como a los tres días que lo ha mandado a botar al niño, lu ha mandado al negro que tenía en la casa que vaya al campo a traír leña en un carro.
Ha ido derechito. Ha ido, lu ha encontrado a la criatura. Que 'taba llorando el chiquito. Entonces el negro, en lugar de trair la leña, di áhi no más si ha vuelto traendo el chiquito. Y le dice al Rey qui había encontrau una criatura, que 'taba en un desierto llorando.
-¡Ay! -dice el Rey, cualquier otro lo va hallar y se va criar este niño. Mejor que lo haga echar a la mar.
Entonce lo pone bien en un cajoncito y lu hace arreglar bien, y lu echa a la mar, pa que lo lleve l'agua.
Y qué, ni bien lo ha echau al cajoncito, las olas rápido, dice que lu han llevado para otra ciudá. Y áhi, un viejito pescador, que andaba pescando, que tenía muchos hijos, que pasaba la vida solamente pescando, dice que lu había encontrado al cajón. Y lu había sacado. Y viene y le dice a la señora:
-Mirá, yo hi encontrau este cajoncito, tiene que ser joya, tiene que ser dinero. Tal vez Dios nos ha ayudado.
Lu abren, que 'taba el chiquito vivito, que no si había muerto. Y ella tenía leche. Que tenía muy muchos hijos. Entonce ella li ha dau de mamar, y lu ha criado al chiquito. Pero, siempre lo tenían con la frentecita atada, al chiquito. Tenía el letrero. Y lo crió. Y lo querían igual que a los demás hijos.
Y ya tenía 18 años el chico éste. Y ya si había anoticiado el Rey que en tal ciudá había un niño que tenía un letrero en la frente que decía que iba a ser yerno del Rey. Entonce, dice:
-Seguramente tal vez alguien lo ha sacado y si ha criado éste. Me voy.
Y si ha ido a la ciudá. Ha ido al campo. Ha ido a los ranchos donde había muchachos. Y ha ido derechito. Claro, ya taban todos los hijos del viejito, también ya mozos. Que le ayudaban mucho en la pesca. Y le dice el Rey al viejito que quería que le preste uno de los hijos para mandarle a dejar una carta para la Reina, para la señora de él, porque tenía mucha necesidá. Y le dice el viejito:
-Mis hijos no conocen ninguna parte, más que aquí donde vivimos.
-No, pero dandolé las señas va ir derechito allá. Para mandarle una carta pa mi familia. Me lo va a ceder a éste.
Lo señalaba al que tenía la cabeza atada. Y le dice:
-No -dice, que vaya cualquiera de los demás. Ellos siempren salen lejos, andan por ahí más lejos. Se van a orientar más. Este chico no sale pa ninguna parte.
-Y no, no, qu'este me gusta. Éste parece muy de confianza.
Y como era Rey, nu ha podido negarseló el viejito y li ha dicho que lo mande.
Lu ha mandado con la carta a dejarle a la Reina. Y se ha ido. Iba a pie por el bosque, por el campo. Iba, se iba, se iba caminando este niño. Ya ha quedau muy tarde. Ya 'taba internau muy lejos del bosque, cuando divisa un fueguito que ardía. Y es que dice:
-Allá, tal vez haiga gente, voy a ir.
Y se va. Y justo había siu un fueguito que tenían los que le llamaban los saltiadores, ¿no? Que vivían en el campo. Y va al campo y el que hacía de jefe de los demás, le dice:
-¡Oh, niño lindo! ¿Qué andas haciendo por acá?
-Me voy para tal ciudá, que me manda el Rey con una carta para la Reina.
-Bueno, vení aquí y dormí. Mañana te voy a mandar yo a dejar cerca por lo menos. Ahora te tengo aquí.
Y bueno, se queda el niño áhi. Lu han atendíu bien, le han dau de comer y le han dau que duerma. Y le dice:
-Trai la carta.
Y le da la carta.
Entonce, el jefe que hace de los saltiadores, la abre a la carta y ve que decía en la carta:
Inmediatamente, si en caso llegara el niño, que inmediatamente llegue lu haga matar -decía en la carta.
Entonces él la hace pedazo y escribe otra en que dice que inmediatamente llegue el niño, lu haga casar con la Princesa.
Bueno...
Y al otro día le da dehayuno, y lu hace comer bien, y le dice:
-Lo van a ir a dejar cerca de la ciudá. Di áhi se va orientar, y va llegar.
Y lo mandó con la carta.
Y si ha ido el niño. Y ha ido preguntando pa llegar al palacio de la Reina. Y entregó la carta que mandaba el Rey. Entonce ella luego que ha recibido la carta, ha comenzau los preparativos y lu ha hecho casar con la Princesa.
Y el Rey si ha dejau estar allá pasiando, divirtiendosé en la otra ciudá. Dice que como a los dos meses ha vuelto otra vez. Y que dice:
-¿Y, que cómo llegó el niño aquí?
-Sí, sí, ha llegado.
-¿Lo mataste?
-Si cómo lo vuá hacer matar, si mi has hecho decir que ni bien llegue lu haga casar con la Princesa. Ya lu hi hecho casar.
-Pero... ¡Cómo voy a decir eso!
-Pero si aquí 'tá la carta que mi has mandau, ve.
Y la lee él a la carta y era cierto. Que inmediatamente que llegue lu haga casar, decía la carta.
-¡Ay! -dice. ¡Cómo había pasau esto!
Como ya si había casau, nu ha podíu hacer nada.
-Bueno -le dice, ahora, si querés vos que te entregue la señora, la esposa, te la voy a dar. Si en caso vas vos y me traís los tres pelos di oro del diablo, que tiene en la cabeza. Entonces, cuando vuelvas de allá vamos a festejar la boda y vamos hacer las relaciones.
Y al momento si ha ido. Ha tomau otra vez el niño al campo, y si ha ido a lo de Dios que es grande.
Qui ha caminau y ha caminau muy mucho por un bosque y llega al mar. Y va y da con un señor que 'taba cuidando un buque. Y le dice:
-¡Oh!, ¡niño lindo! ¿Para dónde vas?
-Me voy en busca del diablo.
-¡Ah!, mi hace el favor de decile al diablo si cómo puedo hacer pa dejar de cuidar este buque, que 'toy aquí penando, porque no puedo salir.
-Bueno -le dice, y se va.
Ha caminau muy mucho otra vez y ha ido y ha dau con un hombre que 'taba cuidando -dice- una palangana. Y le dice si pa dónde se va...
-Me voy en busca del diablo.
Bueno, hombre, me va hacer el favor de decimelé al diablo si porque esta palangana ante daba vino y ahora da agua.
-Bueno -le dice, li ha dicho.
Y se va. Sigue el camino.
Que había caminau muy lejo y va y encuentra otro que estaba pelando naranjas.
-¡Oh!, ¡niño lindo!, ¿pa dónde va?
-Voy en busca del diablo.
Y le dice:
-Oiga, porque no mi hace el favor, digamelé al diablo si porque esta planta de naranja, que antes daba naranjas di oro, ahora ya no da nada.
-Bueno... -y se va. Y como Dios lu había guiado al pobre, había ido y había llegau cerca de donde ya era la casa del diablo.
Y llega. Entra no más ahí. Y 'taba la diabla no más, el diablo no 'tá.
-¡Ay!, ¡niño lindo! -le dice, qui anda haciendo por acá. Ahorita viene mi marido y lo come.
Y le cuenta que iba en busca de los tres pelos di oro del diablo. Y li ha contau los encargues que tenía.
Y bueno... Y en eso...
-¡Ay!, ¡ahorita va venir mi marido y lo va a comer! -es que dice. ¡Venga!
Que habían hecho un hoyo en el suelo y lo ha hecho que se ponga ahí y después lu ha tapau a él, y ha puesto un cuero encima.
Ya qui ha llegau el diablo.
-Hi andau por acá cerca no más -que dice. Ya voy a volver a salir otra vez. Preparame el dehayuno.
Y le dice:
-¡Puf! ¡Puf! ¡Puf! ¡Carne humana hiede aquí!
-Pero, quién va andar. Aquí no sabe venir nadie.
-No. No. ¡Carne humana hiede aquí! -que decía el diablo.
Y dice:
-¡Cómo, si aquí nunca viene nadie!
Y le dice:
-Vení...
Li ha preparau el dehayuno, li ha dau, y le dice:
-Vení, te voy a espulgar.
Y le ha comenzau a hurgar la cabeza, así. Y esque ha comenzau a tener sueño el diablo. Y en eso que está, que le pega el tirón, le saca un pelo, un pelo del diablo.
-¡Ay! ¡Que no me chuciés tan fuerte!
-¡Ay! -esque le dice, ve, mi hi quedau dormida y he estau soñando que 'taba un hombre cuidando un buque y que mi había preguntau cómo se podrá hacer pa dejar de cuidar ese buque.
-Nadie sabe, sólo yo -dice el diablo.
-Qué, cómo, decime... cómo se podrá hacer.
-Que consiga a otro que cuide el buque, y lo deja de cuidar, y se lo deje al otro y se vaya.
Bueno...
Y que sigue hurgándole la cabeza ella, así, hasta que le va y le pega el tirón y le saca el otro pelo.
-¡Ay!, ¡que no me chuciés tan fuerte!
Y dice:
-Ve, me había quedau dormida. 'Taba soñando que 'taba un hombre cuidando una palangana y que me decía que cómo se podrá hacer, que esa palangana antes daba vino y ahora da agua no más.
-Nadie sabe, sólo yo.
-Y cómo, cómo se puede hacer para que vuelva a dar.
Y le dice:
-Ve, bajo la palangana, hay un sapo, y sacandoló, cavando y sacandoló al sapo, va a volver a dar el vino, como antes, esa palangana.
Y bueno... Y le sigue hurgando otra vez la cabeza y le saca el otro pelo.
-¡Ay!, ¡no me chuciés tan fuerte!
-¡Ay!, me había quedado dormida y 'taba soñando que un hombre 'taba cuidando una planta de naranjo y que mi había dicho, porque esta planta de naranjo ante daba naranjas di oro y ahora no da más, no da nada.
Y dice:
-Nadie sabe, sinó yo.
Y dice:
-Cómo, deque manera, ¿pórque?
-Es que bajo la raíz de la planta de ese naranjo hay un ratón y sacandoló a ese ratón, y matandoló, va a volver a dar otra vez naranjas di oro como antes, esa planta. Bueno, dejame, ya me estás chuciando muy mucho. Ya me voy.
Y se levantó y dice:
-Bueno...
Y el otro ya 'taba oyendo tamén, que 'taba áhi cerca no más, 'taba encerrado y tapado.
Cuando se ha ido el diablo, le dice la diabla que se vaya inmediatamente antes que vaya a volver éste, que lo va a comer. Y lu ha sacau y li ha dicho lo qui habían dicho de la planta de naranjo, de la palangana, y el buque y todo, y li ha dau los tres pelos di oro. Y si ha ido.
Y él li ha dau las gracias y si ha ido.
Cuando ha vuelto de allá, le dice el de las naranjas:
-¿Cómo le va amigo? ¿Y el encargue que l'hi hecho?
-Si, m'ido bien. Y dice que bajo de la planta de naranjo hay un ratón y que sacandoló a ese ratón, va a volver a dar naranjas di oro ese naranjo, como di antes.
-¡Ay!, ¡hombre, no se vaya, quedesé. Ayudamé a sacarlo! Vea, yo le voy a dar diez cargas de naranjas di oro, con madrinoy todo, pa que lo lleve a su tierra.
Bueno, si ha quedau. Esa tarde han cavau y han hallau el ratón, lu han sacau, lu han muerto. Al otro día esqui había amanecíu la planta caéndose de naranjas di oro. Y li ha dau, como li ha prometíu, al otro, las naranjas, con los madrinos, con todo pa que vuelva, pa que lleve hasta la tierra de él.
Y ya venía pasando por donde 'taba la palangana. Y le dice:
-¿Ya vuelve, amigo?
-Ya.
-¿Cómo l'ido con mi encargue?
-Bien. Dice que bajo de esa palangana hay un sapo. Y que cavando y sacandoló al sapo va volver a dar vino, como di antes, esa palangana.
Y le dice:
-No se vaya, hombre, quedesé. Ayudemé a sacar el sapo. Yo le voy a dar diez cargas de vino, con madrinos, con todo pa que lo lleve pa su tierra.
Y bueno... Si ha quedau. Y esa tarde han sacau el sapo, lu han muerto. Y al otro día había amanecíu la palangana derramandosé de vino. Y li ha dau tamén como li ha prometíu.
Ya s'iba con diez cargas de naranjas di oro y diez cargas de vino.
Y bueno, y que llega al del buque. Que dice:
-¿Cómo le va amigo? ¿Ya vuelve?
-Ya. Mi ha ido bien. Dice que buscando otro quién cuide el buque, puede dejar de cuidar usté.
-Bueno, amigo, muchas gracias.
Y llega allá con el cargamento de las naranjas y con el vino. Y entonce el Rey ya nu ha podido hacerse pa atrás y ha dicho que l'iba dar la niña ahora. Dice qui habían hecho una boda ¡de grande! Que han invitado toda clase de personas de las mejores. Tres meses qui habían bailau, celebrando la boda. Y lu han coronado de Rey a él, al niño que si había casau con la Princesa. Y cuando salía a bailar la Princesa con él, ya les había enseñáu él a los piones qui había llevau, que cuando salga él a bailar con ella, saquen en el poncho unas ponchadas de naranjas di oro y tiren en la cancha. Y así hacían. Cuando ya 'taba en la cancha él con la señora ya se tiraban naranjas di oro. Y los mosqueteros, a cual primero pillando las naranjas. Y el Rey entre medio, que se caía por pillar las naranjas di oro.
Bueno, después qui ha pasau... Como había llevau un vino esquisito, así que tenían mucho vino para festejar mucho.
Después que ha pasau la fiesta y todo, y que el Rey le dice:
-Decime, hombre -que le dice, de cuando has traído tantas naranjas di oro.
-¡Ay! -que le dice, por ese campo por donde yo hi ido, habían sido unas quintas tan grandes de naranjas di oro, y áhi hi juntado esas que hi traído.
-¡Ay! -dice, yo me voy a ir a juntar naranjas di oro.
Y había ordenado preparar las mulas, diez mulas cargadas con bolsas y con todo, que iba a trair las naranjas di oro.
Y se va. Ya lu había coronau de Rey al joven que li había traído los pelos.
Y bueno, el Rey derechito que había ido a verlo al que 'taba cuidando el buque. Y que le dice:
-Yo soy un Rey -que le dice- que ando buscando unas quintas. ¿Ande hay unas quintas de naranjas di oro por acá, por este campo?
-¡Ay! -que le dice, vea por allá, por aquella costa que se ve, por áhi hay unas quintas tremendas de naranjas di oro, pero, que va ir usté, señor Rey, a juntar las naranjas. Vea, quedesé usté cuidandomeló al buque, yo ahorita le voy a ir a juntar. Yo voy a llevar las mulas y todo. Y le voy a juntar ahorita, le voy a trair, quedesé usté aquí. Hasta que había arriado las mulas. Si había mandau a cambiar en la mula qui había ido el Rey. Éste se había mandau a cambiar, éste, y nu había vuelto más, y lu ha dejau cuidando al Rey el buque. Y áhi estará todavía.
Y el otro ha quedau de Rey en la casa, el joven que nació predestinau a ser Rey.

Mercedes Castro, 80 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.

Cuento 1025. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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