Éste
que era un viejito que tenía tres hijas. Una de las hijas había
tenido un niño que había nacido con un letrero en la frente que
decía que iba a ser yerno del Rey.
Y
bueno, no ha faltau quién le diga al Rey que había nacido esta
criatura con un letrero que decía que iba a ser yerno de él.
Entonce el Rey no ha querido que haiga este hijo de esta gente, como
eran gentes humildes, de que sea yerno de él. Y ahí lo decide, y se
va a ver al viejito y le dice que él había sabido que una de sus
hijas había tenido un niño que había nacido con un letrero en la
frente que iba a ser yerno de él, y que él no quería que ese chico
se críe como quiera. Que él lo iba a llevar para criarlo como
corresponde, al chico. Entonces, como era un rey, el viejito no ha
podido decirle que no. Y lu ha llevado el Rey, al niño.
Lejos
de criarlo como corresponde lu ha llevado al campo, lu ha echau en un
cajoncito y lu ha mandado al campo, a donde se muera por ahí, al
bosque, a dejarlo lejos.
Y
bueno... Y dice que como a los tres días que lo ha mandado a botar
al niño, lu ha mandado al negro que tenía en la casa que vaya al
campo a traír leña en un carro.
Ha
ido derechito. Ha ido, lu ha encontrado a la criatura. Que 'taba
llorando el chiquito. Entonces el negro, en lugar de trair la leña,
di áhi no más si ha vuelto traendo el chiquito. Y le dice al Rey
qui había encontrau una criatura, que 'taba en un desierto llorando.
-¡Ay!
-dice el Rey, cualquier otro lo va hallar y se va criar este niño.
Mejor que lo haga echar a la mar.
Entonce
lo pone bien en un cajoncito y lu hace arreglar bien, y lu echa a la
mar, pa que lo lleve l'agua.
Y
qué, ni bien lo ha echau al cajoncito, las olas rápido, dice que lu
han llevado para otra ciudá. Y áhi, un viejito pescador, que andaba
pescando, que tenía muchos hijos, que pasaba la vida solamente
pescando, dice que lu había encontrado al cajón. Y lu había
sacado. Y viene y le dice a la señora:
-Mirá,
yo hi encontrau este cajoncito, tiene que ser joya, tiene que ser
dinero. Tal vez Dios nos ha ayudado.
Lu
abren, que 'taba el chiquito vivito, que no si había muerto. Y ella
tenía leche. Que tenía muy muchos hijos. Entonce ella li ha dau de
mamar, y lu ha criado al chiquito. Pero, siempre lo tenían con la
frentecita atada, al chiquito. Tenía el letrero. Y lo crió. Y lo
querían igual que a los demás hijos.
Y
ya tenía 18 años el chico éste. Y ya si había anoticiado el Rey
que en tal ciudá había un niño que tenía un letrero en la frente
que decía que iba a ser yerno del Rey. Entonce, dice:
Y
si ha ido a la ciudá. Ha ido al campo. Ha ido a los ranchos donde
había muchachos. Y ha ido derechito. Claro, ya taban todos los hijos
del viejito, también ya mozos. Que le ayudaban mucho en la pesca. Y
le dice el Rey al viejito que quería que le preste uno de los hijos
para mandarle a dejar una carta para la Reina, para la señora de él,
porque tenía mucha necesidá. Y le dice el viejito:
-No,
pero dandolé las señas va ir derechito allá. Para mandarle una
carta pa mi familia. Me lo va a ceder a éste.
-No
-dice, que vaya cualquiera de los demás. Ellos siempren salen lejos,
andan por ahí más lejos. Se van a orientar más. Este chico no sale
pa ninguna parte.
Y
como era Rey, nu ha podido negarseló el viejito y li ha dicho que lo
mande.
Lu
ha mandado con la carta a dejarle a la Reina. Y se ha ido. Iba a pie
por el bosque, por el campo. Iba, se iba, se iba caminando este niño.
Ya ha quedau muy tarde. Ya 'taba internau muy lejos del bosque,
cuando divisa un fueguito que ardía. Y es que dice:
Y
se va. Y justo había siu un fueguito que tenían los que le llamaban
los saltiadores, ¿no? Que vivían en el campo. Y va al campo y el
que hacía de jefe de los demás, le dice:
-Bueno,
vení aquí y dormí. Mañana te voy a mandar yo a dejar cerca por lo
menos. Ahora te tengo aquí.
Y
bueno, se queda el niño áhi. Lu han atendíu bien, le han dau de
comer y le han dau que duerma. Y le dice:
Inmediatamente,
si en caso llegara el niño, que inmediatamente llegue lu haga matar
-decía en la carta.
Entonces
él la hace pedazo y escribe otra en que dice que inmediatamente
llegue el niño, lu haga casar con la Princesa.
Y
si ha ido el niño. Y ha ido preguntando pa llegar al palacio de la
Reina. Y entregó la carta que mandaba el Rey. Entonce ella luego que
ha recibido la carta, ha comenzau los preparativos y lu ha hecho
casar con la Princesa.
Y
el Rey si ha dejau estar allá pasiando, divirtiendosé en la otra
ciudá. Dice que como a los dos meses ha vuelto otra vez. Y que dice:
-Si
cómo lo vuá hacer matar, si mi has hecho decir que ni bien llegue
lu haga casar con la Princesa. Ya lu hi hecho casar.
-Bueno
-le dice, ahora, si querés vos que te entregue la señora, la
esposa, te la voy a dar. Si en caso vas vos y me traís los tres
pelos di oro del diablo, que tiene en la cabeza. Entonces, cuando
vuelvas de allá vamos a festejar la boda y vamos hacer las
relaciones.
Qui
ha caminau y ha caminau muy mucho por un bosque y llega al mar. Y va
y da con un señor que 'taba cuidando un buque. Y le dice:
-¡Ah!,
mi hace el favor de decile al diablo si cómo puedo hacer pa dejar de
cuidar este buque, que 'toy aquí penando, porque no puedo salir.
Ha
caminau muy mucho otra vez y ha ido y ha dau con un hombre que 'taba
cuidando -dice- una palangana. Y le dice si pa dónde se va...
Bueno,
hombre, me va hacer el favor de decimelé al diablo si porque esta
palangana ante daba vino y ahora da agua.
-Oiga,
porque no mi hace el favor, digamelé al diablo si porque esta planta
de naranja, que antes daba naranjas di oro, ahora ya no da nada.
-Bueno...
-y se va. Y como Dios lu había guiado al pobre, había ido y había
llegau cerca de donde ya era la casa del diablo.
Y
le cuenta que iba en busca de los tres pelos di oro del diablo. Y li
ha contau los encargues que tenía.
Que
habían hecho un hoyo en el suelo y lo ha hecho que se ponga ahí y
después lu ha tapau a él, y ha puesto un cuero encima.
Y
dice:
Y
le ha comenzau a hurgar la cabeza, así. Y esque ha comenzau a tener
sueño el diablo. Y en eso que está, que le pega el tirón, le saca
un pelo, un pelo del diablo.
-¡Ay!
-esque le dice, ve, mi hi quedau dormida y he estau soñando que
'taba un hombre cuidando un buque y que mi había preguntau cómo se
podrá hacer pa dejar de cuidar ese buque.
Y
que sigue hurgándole la cabeza ella, así, hasta que le va y le pega
el tirón y le saca el otro pelo.
-Ve,
me había quedau dormida. 'Taba soñando que 'taba un hombre cuidando
una palangana y que me decía que cómo se podrá hacer, que esa
palangana antes daba vino y ahora da agua no más.
-Ve,
bajo la palangana, hay un sapo, y sacandoló, cavando y sacandoló al
sapo, va a volver a dar el vino, como antes, esa palangana.
Y
bueno... Y le sigue hurgando otra vez la cabeza y le saca el otro
pelo.
-¡Ay!,
me había quedado dormida y 'taba soñando que un hombre 'taba
cuidando una planta de naranjo y que mi había dicho, porque esta
planta de naranjo ante daba naranjas di oro y ahora no da más, no da
nada.
-Es
que bajo la raíz de la planta de ese naranjo hay un ratón y
sacandoló a ese ratón, y matandoló, va a volver a dar otra vez
naranjas di oro como antes, esa planta. Bueno, dejame, ya me estás
chuciando muy mucho. Ya me voy.
Cuando
se ha ido el diablo, le dice la diabla que se vaya inmediatamente
antes que vaya a volver éste, que lo va a comer. Y lu ha sacau y li
ha dicho lo qui habían dicho de la planta de naranjo, de la
palangana, y el buque y todo, y li ha dau los tres pelos di oro. Y si
ha ido.
-Si,
m'ido bien. Y dice que bajo de la planta de naranjo hay un ratón y
que sacandoló a ese ratón, va a volver a dar naranjas di oro ese
naranjo, como di antes.
-¡Ay!,
¡hombre, no se vaya, quedesé. Ayudamé a sacarlo! Vea, yo le voy a
dar diez cargas de naranjas di oro, con madrinoy todo, pa que lo
lleve a su tierra.
Bueno,
si ha quedau. Esa tarde han cavau y han hallau el ratón, lu han
sacau, lu han muerto. Al otro día esqui había amanecíu la planta
caéndose de naranjas di oro. Y li ha dau, como li ha prometíu, al
otro, las naranjas, con los madrinos, con todo pa que vuelva, pa que
lleve hasta la tierra de él.
-Bien.
Dice que bajo de esa palangana hay un sapo. Y que cavando y sacandoló
al sapo va volver a dar vino, como di antes, esa palangana.
-No
se vaya, hombre, quedesé. Ayudemé a sacar el sapo. Yo le voy a dar
diez cargas de vino, con madrinos, con todo pa que lo lleve pa su
tierra.
Y
bueno... Si ha quedau. Y esa tarde han sacau el sapo, lu han muerto.
Y al otro día había amanecíu la palangana derramandosé de vino. Y
li ha dau tamén como li ha prometíu.
Y
llega allá con el cargamento de las naranjas y con el vino. Y
entonce el Rey ya nu ha podido hacerse pa atrás y ha dicho que l'iba
dar la niña ahora. Dice qui habían hecho una boda ¡de grande! Que
han invitado toda clase de personas de las mejores. Tres meses qui
habían bailau, celebrando la boda. Y lu han coronado de Rey a él,
al niño que si había casau con la Princesa. Y cuando salía a
bailar la Princesa con él, ya les había enseñáu él a los piones
qui había llevau, que cuando salga él a bailar con ella, saquen en
el poncho unas ponchadas de naranjas di oro y tiren en la cancha. Y
así hacían. Cuando ya 'taba en la cancha él con la señora ya se
tiraban naranjas di oro. Y los mosqueteros, a cual primero pillando
las naranjas. Y el Rey entre medio, que se caía por pillar las
naranjas di oro.
Bueno,
después qui ha pasau... Como había llevau un vino esquisito, así
que tenían mucho vino para festejar mucho.
-¡Ay!
-que le dice, por ese campo por donde yo hi ido, habían sido unas
quintas tan grandes de naranjas di oro, y áhi hi juntado esas que hi
traído.
Y
había ordenado preparar las mulas, diez mulas cargadas con bolsas y
con todo, que iba a trair las naranjas di oro.
-Yo
soy un Rey -que le dice- que ando buscando unas quintas. ¿Ande hay
unas quintas de naranjas di oro por acá, por este campo?
-¡Ay!
-que le dice, vea por allá, por aquella costa que se ve, por áhi
hay unas quintas tremendas de naranjas di oro, pero, que va ir usté,
señor Rey, a juntar las naranjas. Vea, quedesé usté cuidandomeló
al buque, yo ahorita le voy a ir a juntar. Yo voy a llevar las mulas
y todo. Y le voy a juntar ahorita, le voy a trair, quedesé usté
aquí. Hasta que había arriado las mulas. Si había mandau a cambiar
en la mula qui había ido el Rey. Éste se había mandau a cambiar,
éste, y nu había vuelto más, y lu ha dejau cuidando al Rey el
buque. Y áhi estará todavía.
Mercedes
Castro, 80 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.
Cuento
1025. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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