Dicen
que había tres chiquillos. Dos de los mayores querían desprenderse
del menor. Entonces éstos, como andaban sin empleo, pensaron ir a
pedirle trabajo al Rey.
Durante
el camino, como no lo podían dejar al menor, los dos dice que si
iban adelante, y en un trecho, así, han encontrado, éste, a un
halcón que estaba destrozando una paloma. Y el hermano mayor que le
dice:
-Eh,
Chiquillo, ¿por qué no se la quitás a la paloma? Total te va hacer
falta para que la comas más tarde.
-¡No!
-dice. ¡Pobre halcón, cómo habrá hecho él para cazar esa paloma!
La 'tá comiendo así, con plumas.
Entonce,
dice, le quitó la paloma, le ha sacado las plumas, ¿no?, y se la ha
vuelto a dar. Entonce el halcón le dijo que eso lo iba a tener muy
en cuenta, que cuando él se encontrara en algún apuro, que lo iba a
ayudar.
Bueno.
Siguen caminando y en eso uno de los hermanos, que ve un león que
estaba destrozando un potro, con cuero y todo eso. Y que le dice:
-Chiquillo,
¿por qué no le quitás ese potro y llevás un pedazo de carne? A
vos te puede hacer falta.
Siguen
más allá y encuentran una pobre hormiga que estaba llevando un
pedazo de pan, ¿no?, duro.
Ya
iban más cerca, dice, de la casa del Rey. Llegan allá y piden
trabajo. Entonce el Rey que les dice, qué es lo que podían hacer, y
ellos, los mayores, dicen:
-Nosotros
-dice- tenemos un hermano, el Chiquillo, que dijo que podía alzar un
trigal en veinticuatro horas. Que podía alzar un trigal que se
perdiera de vista, de grande.
Y
lo presentan y le dice el Rey, si era verdá que en veinticuatro
horas podía levantar ese trigal, que era un trigal inmenso. Y le
dice el Chiquillo que él no había dicho nada.
Y
le da plazo de veinticuatro horas porque sinó, de lo contrario, lo
iban a matar. Y él, claro, lloraba desconsoladamente. Y en eso, la
hormiga andaba andando por cerca de él, y le dice:
Y
él no sabía de dónde salía esta voz. Y después, llorando, así
agachado, mira hacia el suelo y la ve a la hormiga que lo estaba
hablando, y que le dice qué lo que le pasaba.
-¿Y
usté no sabe -dice- que yo tengo un plazo de veinticuatro horas para
levantar ese trigal, porque sinó me matan?
-Bueno
-dice, andá y pedí un granero y pedí las bolsas, y no te aflijás
porque en veinticuatro horas se va levantar esa cosecha.
Entonce
él pide todas esas cosas y se las lleva a la hormiga. Entonces
vienen todas las hormigas y se encargan de levantar todos los granos
de trigo del trigal.
Al
otro día pasa revista el Rey y que ve las espigas del trigal.
Estaban vacías completamente. Y dice:
Entonce
como los hermanos vieron que no lo mataban porque había levantado el
trigal, van y le dicen otras mentiras al Rey. El Rey había perdido,
hacía cinco años, un hermoso caballo de siete colores, y se le
había escapado un loro que hablaba muy bien, que era un loro
adivino. De eso estaban enterado los hermanos por comentario de la
servidumbre. Entonce le dicen al Rey que el Chiquillo que había
dicho él podía traerseló al caballo que se le había perdido hacía
cinco años. Entonce lo hace llamar y le dice:
-¿Es
verdá que vos podés pillar mi caballo de siete colores, que anda
-dice- corriendo todos los días, a orillas del mar?
Entonce
lo comprometen a que tenia que ir a pillar ese caballo. Se vuelve,
entonce, llorando desconsoladamente. Y no sabe qué hacer, ¿no? Y se
retira así del castillo y se va a llorar otra vez de nuevo, al ver
el daño que los hermanos le querían hacer. Y lo encuentra al león
que se estaba paseando. Y le pregunta si qué lo que le pasaba. Que
le dice:
-Y...
ahora me dan como castigo, dice, para salvarme, que tengo que pillar
un caballo de siete colores, que se pasea todos los días a la orilla
del mar.
-No
te aflijas. Vos me has ayudado en una oportunidá y ahora, dice,
puedo ayudarte yo también. Ve y pedile el freno al Rey y me lo das,
que yo le voy a pillar el caballo.
El
león siguió la pisada del caballo. Cuando el caballo se acercó a
tomar agua, ahí lu ha pillado y le puso el freno. Después se lo
entregó al Chiquillo.
El
Chiquillo se presentó ante el Rey con el caballo. El Rey, claro,
contento por todo eso. Y los hermanos tristes porque no podían
hacerlo matar.
-Y
bueno -dicen, lo último que tenemos que hacer es ir y decirle al Rey
que como se le ha perdido el loro, ése, adivino, que tanto lo
quería, entonce que el Chiquillo lo puede pillar también.
Y
se va. Desconsoladamente pide qué comer para ir y buscar el loro
adivino. Y camina un trecho largo y encuentra al halcón, ¿no? Él
dice que estaba muy preocupado y le cuenta. Le pregunta cómo le iba.
Le cuenta el problema en que estaba y le dice:
-Mirá,
dice, no te aflijas, porque todos nos tenemos que ayudar. Andá y
pedile al Rey la jaula donde dormía el lorito y el vino que tomaba
el loro con el pan, y la bañadera, dice, adonde él se bañaba.
Llega
él al castillo nuevamente y le pide todo eso al Rey. Y se va.
Entonce se encarga el halcón de ir a buscar los loros. Llega a una
aguada, donde hay agua. Entonce, dice, que se comenzaban a bajar los
loros. Pero claro, ninguno hablaba. Y ya al último, ya cuando
pensaba que ya no lo iban encontrar al loro adivino, venían cuatro
loros. Se asientan ahí y ven la jaula. A ninguno le llama la
atención, pero uno de ellos dice:
-Ah,
qué hace aquí la jaulita donde yo sabía dormir. Y acá 'tá mi
bañadera también donde sabía bañarme y el vino que sabía tomar.
Entonce
el halcón va atrás y de repente lo hace asustar al loro, se entra a
la jaula y le cierra la puerta.
Bueno,
así que se lo entrega al Chiquillo. Él se lo lleva al Rey y el Rey
contento porque había conseguido todo eso. Y los hermanos tristes de
que no podían hacerlo matar.
El
Rey, entonces, lu hace casar al Chiquillo con su hija d'él en premio
a todo eso, y a los hermanos, por mentirosos, los mandan a quemar en
un horno caliente.
Teresita
de Jesús Arroyo, 32 años. Salta, 1970.
La
narradora es maestra de escuela.
Cuento
1072. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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