Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

El chiquillo .938

Era una vieja y un viejo que tenían tres hijos. Un día, el día de San Ramón, dijo la vieja que ella iba a trabajar porque ya ella no iba a tener más hijos. San Ramón es el abogado de las que están por tener familia. Un día, a la vieja se le empezó a hinchar la rodilla. Se le hinchó muchísimo. El viejo, entonces, muy asustado, se la pinchó con una espina, y de la hinchazón saltó un negrito. Que era un niñito muy chiquito, pero muy lindo y vivo. Que se criaba muy bien y lo querían mucho todos los hermanitos. Le pusieron el nombre de Chiquío.
Un día, dijieron los hijos más grandes que ellos se iban a buscar trabajo. Entonce el Chiquío decía:
-Yo también quiero ir.
Los hermanos no lo querían llevar, y el padre y la madre no querían que fuera, porque era tan chiquito, que algo le podía pasar por áhi. El Chiquío tenía un cabrito que le habían dau, y en él andaba a caballo.
Un día, los hermanos se aprontaron y se jueron. Lo dejaron al Chiquío. Cuando iban lejo ellos, devisaron una polvadera que iba atrás de ellos, que los seguía. Era el Chiquío que los iba siguiendo para ir con ellos. Ya lo conocieron y lo esperaron. Le dijieron que se volviera, pero no se quería volver. Entonce le degollaron el cabrito para obligarlo a volverse a la casa.
El Chiquío se quedó en el medio del campo con su cabrito muerto. Ya cuando no se vean los hermanos, le tiró la cola al cabrito, y el cabrito vivió de nuevo, y montó en él, y los siguió di atrás a los hermanos.
Los hermanos, cuando ya iban muy lejo, devisaron una polvareda, otra vez, que iba atrás de ellos. Ya vieron que era el Chiquío. Cuando llegó le dijieron que se volviera, pero el Chiquío no quiso por nada entender. Entonce lo degollaron al Chiquío y lo dejaron muerto, y siguieron viaje. Cuando ya no se vieron los hermanos, el cabrito se acercó al Chiquío muerto, pegó tres patadas, y el niño volvió a vivir. Volvió a subir a caballo el Chiquío y los siguió de nuevo, a los hermanos.
Los hermanos iban lejo ya, cuando devisaron una polvareda. Esperaron, y uno de ellos dice:
-Pero, ¿que no es el Chiquío, el que viene?
Entonce lo esperaron, y era el Chiquío. Lo conversaron para que se volviera, pero como no lo convencieron, lo dejaron, al fin, que siguiera con ellos. Siguieron. Ya cuando jue de noche, no tenían dónde ir a dormir. Entonce, devisaron una luz, lejo. Se encaminaron para la casa. Cuando iban llegando, les dice el Chiquío que si se iban a quedar en esa casa, tenían que hacer todo lo que él les dijiera, porque sinó iban a ser perdidos.
Llegaron a la casa y pidieron permiso para quedarse a dormir. Les dijo la vieja dueña de casa que cómo no, pero con la condición de que tenían que hacer lo que ella les dijiera. Y ellos dijieron que güeno. Ésta era una vieja bruja. Entraron, y les puso cama. Les dijo que tenían que dormir con sus hijas, que la vieja tenía también tres hijas.
El Chiquío se despidió de los hermanos y les dijo, en un descuido, que en cuantito él los hablara se tenían que levantar, porque sinó corrían peligro.
Vinieron las hijas de la vieja y se acostaron con los mozos, y las tres tenían puesta una vincha. El Chiquío se acostó, pero se quedó despierto. Al rato, cuando todos dormían, el Chiquío fue muy despacito, les sacó las vinchas a las niñas, y se las puso a los hermanos. Él se quedó sin dormir, aguaitando a la vieja.
A eso de la media noche, ya sintió que venía la vieja. Entró a donde estaban los mozos y las niñas durmiendo, y tantiando, en la oscuridad, mató a los que no tenían vinchas, creendo que eran los jóvenes, y salió y se jue a dormir.
Cuando la vieja había comenzado a dormitarse, el Chiquío se subió al techo con el cabrito y comenzó a galopiar arriba de la casa. Se levantó la vieja y lo retó porque no dejaba dormir. Entonce le dijo el Chiquío que solamente de un modo la iba a dejar dormir, que le tirara un peine. Entonce le tiró el peine, la vieja, y se fue a dormir. Apenas se comenzó a dormitar la vieja, le comenzó a galopiar, el Chiquío, otra vez, en el techo. Se levantó la vieja, de nuevo, y lo retó, y le dijo que dejara dormir. Le dijo el Chiquío que si le tiraba un espejo, sólo la iba a dejar dormir. La vieja le tiró el espejo, y jue y se acostó. Al ratito no más, siguió otra vez galopiando el Chiquío. Ya se levantó la vieja, enojadísima, y lo retó al Chiquío porque no la dejaba dormir. El Chiquío le dijo que si le tiraba un paquete de áujas no iba a molestarla más. La vieja, de mal modo, le tiró el paquete de áujas y se jue a dormir.
Se bajó el Chiquío del techo. La vieja tenía una chancha que corría más ligero que el viento. El Chiquío jue y la desgarronó. Y áhi no más jue y despertó a los hermanos. Les dijo que se levantaran porque sinó la vieja los iba a degollar. Les hizo ver cómo los había salvado cambiandolé las vinchas de las niñas. Les dijo que la vieja era bruja y que en cuantito pasara el primer sueño se iba a levantar y los iba a seguir, pero que él le había desgarronado la chancha, y que llevaba defensa para el camino. Agarraron los caballos y se jueron lo más pronto que pudieron.
Al rato no más se levantó la vieja, que 'taba adivinando que algo le pasaba, y jue, y encontró a las hijas degolladas, y que los mozos se habían ido. Jue a buscar a la chancha y la encontró desgarronada. Y ya se dio cuenta que eran cosas del Chiquío, y salió en la chancha, que iba a las renguiadas. La chancha daba cada tranco de una legua, pero como estaba lastimada, corría mucho menos, pero siempre andaba más ligero que los caballos de los mozos.
La vieja anduvo un buen rato y de lejo los divisó a los mozos. Entonce el Chiquío les dijo a los hermanos que se apuraran, que ya los venía alcanzando la vieja bruja. La chancha se iba mejorando de sus lastimaduras y corría cada vez más. Ya los alcanzó también, y entonce el Chiquío le tiró el espejo. En el mismo momento se hizo un río muy grande. La vieja comenzó a orillar y a orillar, y al fin se metió. La chancha casi se perdía en l'agua, y se volvía a la orilla. Al fin el río bajó algo, encaró la vieja, y pasó.
Los mozos iban lejo ya, pero la vieja los siguió. Después de andar bastante, los divisó. El Chiquío les dijo a sus hermanos que se apuraran, que los venía alcanzando la vieja bruja. Le pegaron, ellos, andando, pero la vieja iba más ligero. Ya los alcanzó también, y el Chiquío le tiró el peine. Se hizo, entonce, un monte espesísimo, de árboles muy juntitos, que no se podía pasar. Comenzó a orillar otra vez la vieja. Y ahi estuvo, y tanto porfió, que al fin encaró no más. Se hizo pedacito la ropa y se lastimó muchísimo, ella y la chancha, pero al fin pasó.
Siguió la vieja el rumbo de los jóvenes, y como la chancha 'taba mejor, corría cada vez más ligero. Anduvo bastante, hasta que al fin los devisó. El Chiquío les dijo entonce, a los hermanos, que se apuraran, que los venía alcanzando la vieja. Y ya cuando los alcanzó, el Chiquío le tiró las áujas. Se hizo un espinal grandísimo, que abarcaba leguas. La vieja encaraba y tenía que retroceder porque a la chancha y a ella se le clavaban espinas, por todas partes. Estuvo porfiando días por pasar, pero no pudo. Entonce la vieja bruja no tuvo más remedio que darse por vencida y volverse. Y se volvía insultando y maldiciendo al Chiquío que había salvado a sus hermanos que ella tenía la intención de comer, porque esta bruja mataba y comía a todos los viajeros que andaban por esos lugares y paraban en su casa. Le había hecho degollar a sus hijas, y le había quitado su espejo, su peine y su paquete de áujas que eran de un gran poder, y que se los había hecho servir en contra de ella misma.
Entonce les dijo el Chiquío a los hermanos que ya no tenían peligro de ninguna cosa, que no tuvieran miedo a nada. Que la vieja bruja ya no los iba a perseguir más. Que él había venido para salvarlos, y que se volvieran a la casa de los viejitos y los atendieran como güenos hijos. Que él y el cabrito eran dos ángeles y que se tenían que volver. Se hicieron entonces dos palomitas y se volaron al cielo.

Delia Pereyra, 21 años. Alto Grande. San Martín. San Luis, 1939.

Campesina. Buena narradora.

Versión-variante del cuento tradicional. En el cuento figura el motivo de la fuga mágica.

Cuento 938. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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