Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

El chiquillo .937

Había una vieja y un viejo que tenían tres hijos. Un día dispusieron de ir a buscar trabajo los dos hijos mayores. Y el menor, que lo llamaban Chiquillo, dijo:
-Si van ellos, yo también me voy.
Los padres ni los hermanos no querían que él se vaya. Bueno, quieran o no, él siguió viaje igual. Se despidió de sus padres y se fue por detrás de sus hermanos. Después de caminar una distancia, se dan vuelta para atrás y lo divisan al hermano.
-Allá viene el Chiquillo -dijieron, y siguieron.
Por fin les dio alcance. En cuanto llegó, lo empezaron a retar que se vuelva, que con ellos no iba a ir. Él les rogaba, pero ellos no querían saber nada. Pero él seguía por atrás. Llegaron a donde se separaban unos caminos, y le dijieron:
-Seguí vos éste, nosotros nos vamos por éste.
Él, muy pensativo, siguió, siempre por donde iban ellos. Caminaron hasta que llegaron a la casa de un rey, que tenía tres hijas y áhi se alojaron esa noche, en la casa del Rey Malo, que era brujo.
Después, a la hora de dormir, los hizo acostar a cada uno de los jóvenes, con cada una de sus hijas. Cada una de las hijas tenía una gorra con franja de oro que se ponían al dormir. Eso era para que el Rey no se equivoque al intento que él tenía. En seguida esperaba un rato que se duerman todos. El Chiquillo se levantó, le saca la gorra a las niñas y se las puso a sus hermanos, y él hizo igual. Así que, una vez que el Rey se levantó para degollarlos a los jóvenes, se acercó a las camas y les tocaba la cabeza, a ver cual eran sus hijas, para no matarlas, y empezó a cortar cabezas. Las degolló a sus tres hijas, por degollar a los jóvenes, y se fue a su pieza a dormir tranquilo.
Una vez que el Rey se fue a dormir, el Chiquillo se levantó y los despertó a sus hermanos, y les dijo lo que pasaba, y siguieron viaje esa misma noche. Caminaron hasta que llegaron a la casa de otro Rey. Ahí buscaron trabajo y se quedaron. Un día los hermanos mayores, dijieron:
-Lo vamos hacer matar al Chiquillo.
-¿Y de qué forma?
-Le vamos a decir al Rey que él dijo que era capaz de ir a traerle la sobrecama del Rey Malo.
Así lo hicieron. Le dijieron al Rey. Entonces lo llama el Rey al Chiquillo y le dijo:
-¿Es verdad que vos dijiste esto?
-No, mi Rey, nunca dije.
-Bueno, hayás dicho o no, me vas a ir a trair la sobrecama.
Se fue el Chiquillo, llegó a la casa del Rey Malo y esperó que se haga la hora en que se duermen los dueños de casa. Una vez que se durmió el Rey, él se entró a la 'pieza. Empezó a tirarle la sobrecama, del lado que dormía la Reina y lo destapaba al Rey.
-¡Oh!, vieja, no me destapís -le decía, y se tapaba bien el Rey.
Y se quedó quieto para dormir. Al rato, ya le pegaba otro tirón de la sobrecama, el Chiquillo. Tanto embromó, que el Rey dijo a la vieja:
-Dejame dormir, vieja del diablo.
Por fin tanto se enojó el Rey, que se levantó, hizo un rollo la sobrecama y la tiró al patio.
-Ahora sí -se dijo el Chiquillo, y se fue, levantó la sobrecama y se fue muy contento a llevarselá al otro rey. Sus hermanos dijieron:
-Ahora le vamos a decir que es capaz de robarle el loro adivino.
Lo volvió a llamar el Rey y le dijo:
-¿Es cierto que dijiste que sos capaz de trair el loro adivino?
-No, mi Rey.
-Digás o no digás, te vas a ir y me lo traés.
Se fue el Chiquillo pensando cómo hacer para engañarlo al loro. Compró vino y pan para llevarle. Se fue y esperó que se duerma el Rey. Se arrimó a donde estaba el loro y le dijo:
-¿Quieres pan con vino?
-No quiero, yo también tengo -le contestó el loro.
Y le gritaba al Rey:
-Mi amito, aquí anda el Chiquillo por llevarme.
Ya se levantó el Rey a buscarlo al Chiquillo y no lo encontró. Se fue el Rey a dormir.
De un rato, ya le ofreció pan con vino al loro.
-No quiero, yo también tengo. Mi amito, aquí anda el Chiquillo por llevarme.
Volvió el Rey y no lo encontró y le dijo al loro:
-Si me hacís levantar y no lo encuentro al Chiquillo, te voy a cortar la cabeza.
Ya se enojó el loro. Se acerca de nuevo al loro el Chiquillo y le vuelve a ofrecer vino.
-Bueno, dame un chiquito. ¡Ay, que está rico! Dame otro poquito.
Le dio más.
Por fin se ha chupado un poco el loro, y ya lo convidó el Chiquillo. Y dijo, bueno, y se lo alzó al loro y se fue muy contento.
Se levantó el Rey Malo, nada de loro. Se fue a seguirlo al Chiquillo. Lo fue alcanzando y se largó al río.
El Rey le dijo:
-Ah, pícaro, me hiciste matar a mis tres hijas, me llevaste las gorras, la sobrecama y ahora me llevás al loro.
-A llevarte a vos también voy a volver -le contestó el Chiquillo.
Le llevó el loro y se puso muy contento el Rey. El Chiquillo pensaba que ya estaría libre.
Ya le dijieron al Rey que había dicho el Chiquillo que era capaz de llevarlo al Rey también.
-No he dicho, mi Rey -contestó.
-Haya dicho o no, lo vas a trair.
Se fue el Chiquillo. Compró un cajón de muerto muy seguro y con llave, y se disfrazó. Llevaba un carro en el que conducía el cajón. Andaba cerca de la casa del Rey Malo. Había un árbol muy hermoso y ahí se puso a descansar a la siesta. Ya lo vio la negra del Rey, se fue a contarle al Rey, que estaba un negro por hachar el árbol. Se levantó el Rey y se fue a correrlo y en lo que estuvo ahí, vio el cajón y le gustó. Le dijo, si lo tenía para venderlo. Él le contestó que sí, que lo había de vender.
-Bueno -le dice el Rey, vendemeló.
-Pero primero tiene que probarseló si le es útil -le dice el negro.
Lo bajó al suelo al cajón. Lo revisa el Rey, ve que es lindo y se entra en el cajón, y se acuesta.
-¿Y que le parece? -le dice el negro.
-Está lindo, me queda muy bien.
Con esto, el Chiquillo le echó llave y le dijo:
-A ver, haga fuerza, a ver si es firme.
El Rey lo quería levantar al cajón con la fuerza, pero estaba bien asegurado. Y con esto le dijo el Chiquillo:
-Ahora, sí has visto, que a llevarte a vos también iba a volver. Y lo cargó en el carro. El Rey Malo se moría y volvía a vivir, y le clamaba que lo largue.
Se lo llevó al Rey y él lo quemó.
Al Chiquillo, por sus hazañas, lo felicitó y vio de verdá que los hermanos eran mal intencionados, y los mató. Al Chiquillo lo coronó de Rey y lo hizo casar con su hija y lo dejó en su bienestar.

Y dentré por un portillito
y se me cayó un cormillito;
y me dentré por otro
y se me cayó otro;
dentré por un zapato roto
para que usté me cuente otro.

Pedro Sergio Brizuela. Talva. General Belgrano. La Rioja, 1950.

El narrador es maestro de escuela. Ha oído el cuento a los campesinos del lugar.

Cuento 937. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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