Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

lunes, 2 de febrero de 2015

El chiquillo .936

Había una vez una viejita y un viejo que tenían tres hijos y eran muy pobres.
Cierto día no tenían qué comer. Viene el hijo mayor y les dice:
-Madre y padre, echemén la bendición que voy a rodar tierras.
Luego viene el del medio:
-Padre y madre, echemén la bendición que voy con mi hermano.
Los viejitos le dicen:
-¡Qué te vas a ir! ¡Nos van a dejar solos!
Entonces él les dice:
-Me echen o no me echen la bendición, yo me voy con mi hermano.
Pasaron varios meses y no volvían. Entonces el shulco pensó lo mismo que los otros hermanos y les dice a sus padres:
-Padre y madre, echemén la bendición que voy a rodar tierras con mis hermanos.
Y los viejitos se enojaron mucho, pero al fin le dieron la bendición, y se fue.
Caminó varios días hasta que alcanzó a sus hermanos. Éstos al verlo se indignaron y le dijieron que se quede, que no los siga. Pensaron echarlo dentro del primer pozo que haiga, si los seguía.
El chico se quedó llorando hasta que se perdieron de vista y recién continuó su camino.
En el camino se le aparece una viejita. Él le dice:
-¿Qué anda haciendo, mama vieja?
-Aquí andamos, hijo; ¿por qué te vas? Tus hermanos van pensando en echarte en un pozo para que te mueras.
-Voy, mama vieja, en busca de alimento para mis viejos, que mueren ya de hambre.
-Ve -que le dice, cuando tus hermanos te tiren adentro del pozo, vos tomás un pelito del conejito que se te aparecerá y él te va a salvar. Si no te llegás a escapar, morirás augado. Bueno, vaya m'hijo y tenga mucho cuidado.
Anduvo largo rato hasta que dio alcance, otra vez, a sus hermanos.
-¡Velo al sinvergüenza que se ha veníu! ¿No te hemos dicho que no nos sigás? Ahora te vamos a matar -le dijieron.
Lo llevaron a un pozo y lo echaron allí, y siguieron muy contentos su camino.
El shulco ya se iba augando, y apareció un conejito.
-Ve, tomate de un pelito mío, y te salvarás -le dijo, y así fue.
-¿Ahora, querís que te lleve conmigo? -le dijo al conejito. Lo levantó y lo besó.
-No -le dice el conejito-, se me cumple la licencia -y desapareció.
Muy triste el shulco sigue su camino. En el camino encuentra una viuda. Que le dice:
-¿Quí andás haciendo por acá, hijo? Tus hermanos van muy cerca, y van pensando en que si te salvás te harán otra picardía. Te tirarán dentro de un río que está pantano, y áhi te morirás de frío. Bueno, seguí, yo te voy a ayudar -y desapareció.
No caminó dos pasos y volió a ver a sus hermanos, quienes se lanzaron sobre él como perros bravos y lo alzaron y lo echaron al río, y sigues camino.
El shulco comenzó a llorar y gritar inútilmente porque sus hermanos no se sienten por él. Y en eso aparece una chiquita. Le da su mano, él la toma, y desaparece el pantano y la chiquita. Él da las gracias sin ver a nadies y continúa su camino.
Sus hermanos llegan a la ciudá. Llegan primero a la casa de una viejita y le dicen:
-Oiga, señora, ¿no sabe de alguien que necesite algún pión?
Y la viejita les dice:
-Sí, hijos, áhi en la casa del Rey, y creo que anda en busca de hombres que trabajen en el jardín.
Se arriman a la casa del Rey, golpian las manos y sale la sirvienta quien les pregunta, si qué desean. Éstos le contestan que van en busca del Rey para que les dé trabajo.
El Rey los hace pasar y los manda a trabajarle el jardín. Muy contentos le arreglan en la mejor forma el jardín.
El shulco, mientras tanto, había llegado ya a la casa de la viejita. Al verla le dice:
-¿Que hace, mama vieja? ¿Cómo le va?
Y la viejita le responde:
-Y usté, m'hijito, ¿qué anda haciendo?
-Ando en busca de trabajo, mama vieja -le dice.
-Ve, hijito, el Rey necesita un ayudante en sus trabajos. Andá y hablá con él.
Llega con miedo a la casa del Rey el chico, y el Rey lo quiere mucho y lo hace su ayudante.
Los hermanos envidiosos están pensando en otra picardía para hacerlo matar.
El Rey lo manda al Chiquillo a ver el trabajo y estos hermanos malos van y lo acusan ante el Rey:
-Mi Rey, este Chiquillo se ha dejau decir que es capaz de trair el loro de siete colores del negro Horcón.
El Chiquillo llora y se niega, pero el Rey le dice:
-Palabra de Rey no puede faltar. Usté irá a trair el loro dentro de tres días.
El Chiquillo sale muy triste y va a la casa de la viejita y le cuenta:
-¡Ay, m'hijo! -dice la viejita, ese hombre te matará. Áhi nadies llega, pero yo te voy a dar un consejo; tomá, andá, comprá pan y vino y te vas a ir, pero con mucho cuidado. Cuando llegués allí le vas a ofertar al loro vino y pan. Éste, al verte va a gritar. Vos decile que le llevás pan y vino.
El Chiquillo así hizo. En cuanto llegó el Chiquillo, el loro comenzó a gritar:
-Mi amo, aquí anda uno, el Chiquillo.
Se escondió en el corral, y el negro no vio nada. Volvió a arrimarse el Chiquillo. Volvió a gritar el loro, y así varias veces, hasta que el negro se enojó con el loro y lo amenazó de matarlo si volvía a gritar.
Entonces el loro dijo:
-No te avisaré nada.
El Chiquillo aprovechó para hacer emborrachar al loro, y se lo llevó. Antes de cruzar el río con agua gritó:
-Mi amo, ya me llevan.
Y salió el negro enojado. Llegó hasta el río, pero no pudo cruzarlo y se volvió. El Chiquillo muy contento llega y se lo entrega al Rey.
Más regalón es todavía del Rey, mientras los hermanos se mueren de envidia y están tramando otra picardía. Vuelven otra vez a acusarlo:
-Mi Rey, que el Chiquillo se ha dejau decir que va ir a trair la colcha de siete campanillas del negro.
El Rey lo llama y le pregunta:
-¿Cierto que te has dejau decir que vas a trair la colcha de siete campanillas del negro?
-No, mi Rey, yo no hi dicho nada.
-Bueno, haigás dicho u no, vas a ir a trairla. Palabra de Rey no puede faltar, si no la trais, plazo de tres días, te vuela la cabeza.
Sale llorando el Chiquillo y va a la casa de la viejita. La viejita al verlo le dice:
-¿Qué te pasa, hijo?
-Que mis hermanos mi han acusado con el Rey. Que li han dicho que m'hi dejan decir que soy capaz de ir a trair la colcha de siete campanillas del negro.
La viejita suspira y le dice:
-¡Ay! ¡Hijo! Difícil que te salvís, pero, te vas a ir, tomá esta pastilla. Cuando vas llegando, como todo está con llave, vos vas a tomar esta pastilla. Inmediatamente te vas a convertir en una hormiguita y vas a poder entrar por el ojo de la llave de la puerta. Tirá la colcha y te metís en medio de ella.
Y así hizo. Entró por la cerradura, tiró la colcha y se escondió. El negro se levantó enojado, pero no vio nada. Volvió a tirar. El negro se volvió a levantar, pero tampoco vio nada. Entonce dijo el negro:
-Bueno, éstas son zonceras mías, no me levanto más.
Y así el Chiquillo pudo sacar la colcha. Llegó donde estaba el Rey y se la entregó. El Rey se puso muy contento y lo premió.
Más rabia le tenían los hermanos. Entonces resolvieron acusarlo por última vez.
-De esta vez no se escapa -pensaron.
Se presentan donde está el Rey y le dicen:
-Mi Rey, el Chiquillo se ha dejau decir que va ir a trairlo al negro -y ya lo llamó también el Rey.
-Que no, mi Rey, yo no hi dicho nada.
-Palabra de Rey no puede faltar; usté irá, y si no cumple, plazo de tres días, se le vuela la cabeza.
Llora más desesperadamente el niño y se va a la casa de la viejita. La viejita se pone también muy triste porque es difícil que vuelva, y le dice:
-Ve, hijo, es muy difícil, pero yo le voy a pedir al sacerdote toda la vestimenta y vas a hacer un cajón de dijunto con llave. Vos te vas a ir vestido de cura y le vas a decir que andás por hacer un cajón para las almas buenas, y como él es bueno, vos has pensado en él, primero.
Y así lo hizo.
Una vez que estuvo allí, hizo todo lo que le dijo la viejita. El negro, muy contento, se entró, se midió el cajón y le andaba bien. El Chiquillo le dice:
-A ver, vuelvasé a entrar otra ves, a ver si se echa llave.
Creyó el negro y se entró. Rápido le echa llave el Chiquillo. El negro grita furioso dentro del cajón. El Chiquillo se lo coloca a la espalda y llega adonde está el Rey y se lo tira encima, pegandolé con el cajón y le dio muerte. El Chiquillo queda dueño de todo y a sus hermanos los tiene de piones. Es muy feliz.

Zapatito roto
que usté me cuente otro.

Agustina Valle, 85 años. Los Palacios. General Lavalle. La Rioja, 1950.

Buena narradora.

Cuento 936. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 069

No hay comentarios:

Publicar un comentario