Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

El chiquillo 930

Había una vieja y un viejo que tenían tres hijos.
Y era muy pobre este hombre. Se sostenía pescando y vendiendo leña.
El hermano mayor y el del medio lo aborrecían muy mucho al shulca. No lo querían.
Un día, que dice el mayor:
-Déme la bendición padre, que me voy a rodar tierra.
Y dice el del medio:
-Déme a mí también la bendición, me voy con mi hermano a rodar tierra.
Los padres no querían que se jueran, pero les dieron la bendición y ellos se jueron.
Se iban yendo los dos hermanos y que entonce dice el shulca:
-¿Qué me quedo haciendo yo si se van mis hermanos?
Y que le dice el padre:
-Pero, ¿para qué te vas, si te aborrecen tus hermanos?
-Nu importa, me voy no más.
Le pidió la bendición a los padres y se jue. Los alcanzó y áhi no más, le pegan una soba y al último uno de los hermanos le dice al otro:
-Dejalo, lo llevemos, tal vez para algo nos sirva.
Entonce se iban yendo. En lo que iban encuentran tres caminos. Que se pararon y no sabían qué camino seguir. Entonce que dice el Chiquillo:
-Este camino va para una vieja bruja; éste pal palacio del Rey y éste pal Comegente.
Y entonce que dice el mayor:
-¿De ande sabís vos? Vamos por éste que dice que va pal Comegente.
Entonce que siguieron por el camino éste, y encuentran un trabajo muy grande. Una loma la 'taban cortando. Pero áhi no había trabajadores. Entonce que dice el mayor:
-Se quedemos a trabajar aquí.
Entonce que le dice el Chiquillo:
-Allí viene el Comegente en su mula cortando los aires.
Apenas acabó de decir, ya llegó el Comegente en la mula y que los conchabó para que trabajaran.
Que trabajaban los dos mayores y el Chiquillo que se echó lejos, que no quería trabajar:
Entonce que dice el Comegente:
-Ahora 'toy bien, tengo piones muy guapos. Vení, Chiquillo, andate pa las casas, llevale este papel a mi señora pa que tenga de comer pa los piones.
Entonce subió el chiquillo en la mula y se jue. La mula s'iba sola, derecho a las casas. Y le dice a la señora:
-Dice el señor que cocine mucho pa los piones nuevos, pero que no cocine carne 'i gente sino carne 'i vaca.
-De ánde sabría éste que nosotros comimos carne 'i gente -que dice.
El Chiquillo dio el mensaje muy rápido y se volvió.
A las doce, les dice el Comegente:
-Bueno, vamos a comer y a descansar un poco en las casas.
Él salió en la mula y los otros iban por atrás. Y en lo que iban por el camino le dice el Chiquillo al del medio:
-No vas a comer, que te van a dar carne de gente.
Ya medio le entró a creer, pero el mayor no creiba nada.
Entonce les dice el Chiquillo:
-Ve, ahora a la tarde ya no va querer que trabajen y les va a decir que son muy guapos y que esta noche los va a hacer dormir con tres hijas que tiene. Se vamos a acostar con las hijas, pero no se vayan a dormir. Los quieren matar. Las hijas tienen una navaja en el pecho y los van a matar. No se vayan a dormir.
Cuando llegaron a la casa les ofrecieron comida. Los hermanos mayores comieron pero el chico no quiso comer. Se jue abajo de una ramada, agarró un palo y comenzó a pichaniar algarroba pa comer y les dijo que él no sabía comer.
Entonce el Comegente que les dice:
-'Tá muy caluroso, se vamos a dormir. Son ustedes muy guapos. No van a trabajar esta tarde. Y esta noche van a ir a dormir con tres hijas que tengo.
El mayor ya no vía las horas que pudieran ir a dormir, pero el del medio ya comenzó a entrar en el aro.
Llegó la hora de acostarse a la noche. Se jueron a dormir los tres. El Chiquillo no quiso dormir, se quedó dandosé güeltas y tosiendo hasta que los dominó el sueño a las niñas, y áhi les metió la mano con cuidadito en el pecho y les sacó la navaja, y con esa navaja las mató a las tres. Y áhi los despertó a los hermanos y les dijo que él se iba, que había matado a las tres niñas, y qué lo siguieran si querían. Y entonce, los que las vieron muertas tuvieron que salir y salieron corriendo por atrás del Chiquillo.
Caminaron hasta la orilla de la mar y se embarcaron, y junto con lo que se embarcaron llegó el Comegente y les dijo:
-¡Ah, chico valiente, me has muerto mis tres hijas! ¿Cuándo volverís?
-Algún día hi de volver -le contestó.
Y pasaron a otro reino, a una ciudá de un rey.
Llegaron y buscaron trabajo. Se ocuparon con el Rey.
Y áhi vivían trabajando hasta un tiempo. Que se portaban muy bien y el Rey había teníu tres hijas y comenzaron a noviar con las hijas.
Los hermanos mayores no lo querían al menor; sobre todo el mayor no lo quería. Entonce, un día, el mayor, lo denunció al menor y le dijo al Rey:
-Mi hermano menor si ha dejau decir que es capaz de robar la colcha de campanillas de oro que tiene el Comegente.
-¿Y cómo? -dice el Rey, esa colcha es mía. Me la tiene que trair cueste lo que cueste.
Ya lo hicieron llamar y viene el chico. Entonce que le dice el Rey:
-Que vos ti has dejado decir que sos capaz de trair la colcha de campanillas de oro que me robó el Comegente.
-Nu hi dicho nada.
-Bueno, has dicho o nu has dicho, pena la vida si no me lo trais. Ahora -que le dice el Rey- pedí lo que necesités y decí el tiempo cuando vas a dir.
-Bueno -que le dijo el chico- déme plazo de una semana. No necesito nada.
Entonce se embarcó y pasó al pueblo del Comegente. Que el Comegente tenía un loro adivino, y que dice el chico:
-¿Qué puedo comprarle al loro adivino para hacerle callar? Le voy a comprar pasas de uva para que no me denuncie. Y me vo y a ir despacito, apenas tizne la oración pa entrar a la casa.
Y compró las pasas y se jue. Comenzó a entrar con cuidadito hasta ande 'taba el loro. El loro 'taba en una galería. Y que lo sintió el loro y que le dice:
-Ah, chico valiente, ya sé a qué venís. Venís a buscar la colcha, la colcha 'i campanillas di oro que mi amo le robó al Rey. Ahora li aviso.
-No le digás nada. Ti hi traido una cosa muy rica para vos -y le dio una pasa.
El loro la prueba a la pasa y le gustó mucho.
-Dame las demás -le dice el loro, hablando despacito para que no lo sienta el amo.
Y ya le entregó todas. Y entonce que le dice:
-Mirá, en aquel bául 'tá la colcha campanillas di oro. Sacá la colcha despacito y con olgodón liá las campanillas. Mi amo va a decir: ¿Quién anda? Y le vas a decir: el gato. Y vos te metís abajo 'el catre y di áhi mirás.
Y así pasó como había dicho el loro. Y al rato se volvió a dormir el Comegente y el Chiquillo tiró la colcha hasta que la sacó. En eso que la sacó tomó corriendo y se mandó a mudar. Se levantó el Comegente y levantó la tapa del bául y ya no sonaron las campanillas. Y que le dice al loro:
-¿Quién mi ha robau la colcha de campanillas di oro?
-El chico valiente -le dice el loro.
-¿Y lu alcanzaré?
-Sí, lu ha de alcanzar.
Y salió en la mula, el Comegente, y llegó a la orilla del mar. Él que se embarcó, llega el Comegente y que le dice:
-¡Ah, chico valiente! Mi has muerto mis tres hijas y mi has robado la colcha 'i campanillas di oro. ¿Cuándo volverís?
-A llevarte a vos hi volver.
Se llegó y le entregó la colcha al Rey. Y se jue a la casa.
Ya lo que el mayor vido esto, que más rabia le tenía al shulca. Y que jue y le dijo al Rey que el hermano menor si había dejau decir que si lo mandaba a trair el loro adivino que se lo iba a trair.
Entonce que el Rey lo vuelve a hacer llamar al menor y que le dice:
-¿No, que ti has dejado decir que si te mandan a trair el loro adivino, lo vas a trair?
Le dijo que él no había dicho nada.
-Bueno, digás o no digás, lo tenís que trair; tenís plazo di una semana. Pena de la vida lo tenís que trair.
Ya los otros hermanos se casan.
Entonce que él le dice a la novia que 'tá mal con ese trabajo que li ha dado el Rey. Y entonces le dice:
-Te voy a dejar una esperanza. Cuando este naranjo esté verde, es que me va bien. Cuando el naranjo brote y redame todas las hojas, quede pelau, es que me va mal. Y cuando comience a brotar a azariar, es porque 'toy bien otra vez.
-¿Y por qué me decís eso?
-Porque como el loro es adivino y sabe que lo voy a trair a él, me ha de denunciar al Comegente y el Comegente ya va 'star pronto para pillarme.
Y entonce ya se jue nomás.
Ya llegó y no esperó que cierre la oración porque ya sabía lo que le iba a pasar. Y así pasó. El loro li avisó todo al Comegente y le dice:
-Usté se pone al lado de la puerta y cuando el chico se estire a agarrarme, usté lo agarra a él.
Llegó el chico valiente y que el loro le dice:
-¡Ah, chico valiente!, ¿a qué venís?
-A llevarte a vos -le dice.
Entonce él que se estiró para agarrar el loro y el Comegente lo pilló de los puños.
-Ahora me vas a pagar las hechas y las por hacer -le dice el Comegente.
-Estoy en sus manos -le dice el Chiquillo.
Y entonce que el Comegente no sabía adónde ponerlo hasta que amaneciese ese día. Que habla determinau comerlo con un amigo. Y que entonce al frente de la casa había hecho un aujero y áhi lu había enterrau con manos y todo. Sólo le quedaba ajuera la cabeza.
Entonce que le dice el Comegente a la señora:
-Vos calentá l'agua en la paila grande. Yo voy a ir a buscar a mi compadre. Que l'agua esté hirviendo con todos los mistos cuando yo vuelva. Lo vamos a carniar con mi compadre y lo vamos a comer.
Y mientras tanto el naranjo amaneció pelau, las hojas en el suelo. Y entonce la niña se puso a llorar.
La señora del Comegente preparó todo. Pero, en eso no podía hachar un palo de leña, y le dice el Chiquillo:
-Pero, señora, usté no puede hachar leña, ¿por qué no me saca aunque sea una mano para que yo le hache la leña?
Ella le dehenterró las manos y él le hachó la leña. Y le trajo más leña y en eso que hachaba le pegó con l'acha a ella y la mató.
Mientras tanto el naranjo se comenzó a restablecer.
Él salió del aujero. Entonce l'agarró a la vieja y l'echó a la paila. Y lu agarró al loro y lo llevó. Y entonce comenzó a correr hasta que llegó al mar. Y se dejó estar esperando al Comegente.
El Comegente llegó a las doce a la casa y en la puerta li había dejau el Chiquillo los pechos de la mujer en unas estacas. Entonce vio lo que li había hecho, y le dice al compadre:
-Me voy a ver si lu alcanzo.
Y entonce llegó al punto y lu encontró ya en el mar al Chiquillo, y le dice:
-¡Ah, chico valiente! Me has muerto mis tres hijas, mi has llevado la colcha 'i campanillas di oro, me robás el loro adivino y mi has muerto mi vieja. ¿Cuándo volverís?
-A llevarte a vos hi de volver ahora.
Llegó al reino y le entregó el loro adivino al Rey.
El naranjo que 'taba azariando y lleno di hojas, y la niña muy contenta.
Y bueno, este chico ya se enojó con el hermano mayor y va y le dice al Rey:
-Mi hermano mayor ha dicho que si carga un horno y lu echan adentro, si lindo y joven es, más lindo y joven va a salir.
Y entonce lo llama al mayor el Rey y le dice:
-Ti has dejado decir que si cargan el horno y te echan al horno caliente vas a salir más lindo y joven de lo que sos. Pena de la vida si no lu hacís.
Y el hermano mayor decía que él nu había dicho nada y se desesperaba, pero el Rey ordenó que se cumpliera nomás. Prendieron el horno y lu echaron al horno y lo sacaron carbón.
Entonce recién se casó el hermano menor con la hija menor del Rey. Y hicieron una gran fiesta y todavía están bailando. Yo también hi andau y hasta el saco y el sombrero hi perdíu machau, áhi.

Justo Faustino Segura, 64 años. Amaicha del Valle. Tucumán, 1951.

Oriundo de la región. Buen narrador.

Cuento 930. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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