Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de febrero de 2015

El camino del cielo .1013

Eran tres hermanos pobres.
Un día dice la madre:
-Pero, hijos, qué hacimos aquí -dice- todos. Cómo pasamos la vida -dice. ¿Por qué no va alguno de los mayores a buscarse la vida?
-¡Como no! -dice.
Entonce, dice el mayor:
-Echemé la bendición, madre, que me voy a rodar tierra -dice.
Sale. Toma un camino sin rumbo.
Por áhi va. Camina. Ya era tarde. Llega a la casa di un viejito, en un bosque.
-¡Oh! -que le dice. ¿Cómo le va hijo? ¿Para dónde va?
-Voy en busca de trabajo.
-Yo le voy a dar -dice. Pierda cuidau -dice. Sientesé por áhi y descanse -dice. Ya lo voy a cariñar un poco.
Bueno, llega el viejo. Le da una rayita de pan, muy delgadita y una ollita, que la ollita que cocinaba era de la cáscara di un güevo. Dice el otro, viendo lo que iba áhi:
-¡Eh!, qué, ¿para qué me da esto? -dice. ¡Qué cosa! ¡Esto es muy poco!
Y agarra, ¿ve? Y le pega el tipo, a comer, a comer, a comer. No lo pudo acabar nunca.
-Bueno -dice. Guardeló para mañana -dice. Vaya a dormir. Vaya a dormir porque mañana lo voy a mandar -dice- temprano -dice. Áhi tiene un freno y un pelero -dice. Se va a la puerta del potrero. El primer animal que halle, en la puerta del potrero, a ése lo trae para que viaje.
-Bueno...
Se va al otro día bien temprano, el otro, a traer la bestia que lu habían mandau. Lo primero que se encuentra con un burro, en la puerta. Dice:
-¿Ve este burro?, ¡hijuna, gran puta! -dice. Habiendo tantos caballos lindos, viene este burro.
Le pega unos azotes. Lo corre y se pilla un caballo.
Bueno... Y le dice... Viene de allá... Le dice:
-¿Ése ha 'stau en la puerta 'el potrero? -le dice el viejito.
-Ése -dice.
-Bueno. Tome esta carta -dice. Ande se pare este caballo me va dejar esta carta.
Y toma un camino a lo que da. Ya cuando ha galopado un trecho largo, se encuentra con un río de sangre que daba miedo. Dice:
-No, no -dice. Aquí me lleva. Aquí me vuelvo. No paso. Me vuelvo.
'Tuvo un rato... Agarra la carta, la tira.
-Qué -dice- le digo, que l' hi entregau, y listo.
Se vuelve. Entonce va y se vuelve. Y le dice el viejito:
-¿Ha dejau la carta?
-Sí -le dice.
-Muy bien -es que le dice.
-¿Cuánto quiere que le pague -dice, un almú de plata o un Dios se lo pague?
-¿Qué voy hacer con un Dios se lo pague?; déme un almú de plata -dice.
-¡Cómo no! -le dice.
Le presta una bolsa y le mide el almú de plata, ¿no? Y le echa en la bolsa. La planta al hombro, y se va a la casa. De lejo que iba gritando:
-Mamá, madre, barra un rincón del rancho -dice- qui aquí va plata pa que pasen la vida.
Llega éste y vacia la bolsa. ¡Nada más que carbón!
-¡Ay! -que dice, ésos se van a trair carbón, pa carbón aquí también hay -dice, ¡para qué!
Y dice el menor, que sigue:
-Yo me voy a ir mañana. Que este maricón -dice- que va trai carbón, áhi.
Se va. Toma el mismo camino, ¿sabe? Llega a la casa del viejito y mira:
-¿Para dónde, hijo?
-Voy -dice- en busca de trabajo.
-Yo te voy a dar trabajo -dice, pierda cuidau -dice. Pase, sientesé -dice. Descanse. Ya le voy hacer cariño -dice.
Va y trai también y le da la rayita de pan y la ollita de la cáscara del güevo.
-¡Ah! -dice. ¡Qué voy a 'tar por esta comida! Yo no -dice. Me voy a otro lado.
Y se li agachó:
-Coma, coma -dice.
No la acababa nunca. Cuchariaba él y movía el pan y no lo podía acabar nunca.
-Sirvasé -dice.
-Ya no puedo más.
-Bueno, dejeló pa mañana -dice el viejito. Bueno, a dormir, usté -dice- mañana tiene que madrugar -dice, lo voy a mandar -dice. Áhi 'tá un freno, y un pelero. Se va ir -dice- a la puerta 'el potrero y el primer animal que lu encuentre, ése lo va traer -dice.
Este otro no vía las horas de que venga el día para ir. Entre oscuro que se va. Lo primero que se encuentra con el burro en la puerta 'el potrero. Dice:
-¡Ah, qué burro pícaro! -dice. ¡Ya vas a ver!
Le puso otros guascazos. Lo corre. Dice:
Habiendo tantos caballos lindos, viene este burro -dice, y más ligeros.
Entonce pilla un caballo y se va.
-¿Ése 'taba en la puerta 'el potrero? -dice.
-Éste -dice.
-Bueno -dice, 'tá bien. Tome esta carta -dice. Donde se pare el caballo entregue esta carta -dice.
Bueno... Toma el camino. Sigue y se va. Bueno, éste llega al río con sangre, ¿sabe? Y él quiere sujetar el caballo, y se dentra el caballo. Y cierra los ojos y pasa. Y dice:
-Aquí ya me lleva este río.
Él esperaba que lo dé vuelta, con caballo y todo este tremendo río. Y pasa. Cuando pasa el río, ya nu había hondo sinó que chapaliaba el caballo ¿no? Pasa al otro lado y abre los ojos y sigue.
Un río di agua qui hacía caballito en la orilla. Dice:
-No. Aquí no me meto -dice.
Con tiempo sujetó el caballo. Dice:
-¿Qué hago ahora? La tiro al agua y le digo que he andau -dice.
Se viene. Lo mismo. Llega de allá y le dice:
-¿Has entregau la carta?
-Como no. Sí, ya la hi dejau -dice.
-Bueno -que le dice. ¿Cuánto quiere que le pague, un almú de plata o un Dios se lo pague?
-¿Qué voy hacer con un Dios se lo pague? -dice, déme un almú de plata -dice.
Le da otra bolsa. Mide el almú de plata y le echa a la bolsa. Bueno. Sigue y se va tamién. ¡Contento! Dice:
-Ya va ver mi hermano, lo voy hacer pasar una vergüenza, pero grande.
Llega allá. De lejos no más iba gritando:
-¡Madre, aquí hay plata, no carbón como el que ha traido mi hermano! Aquí 'tá.
Y la viejita 'taba con flojera ¿sabe? Va y barre poco no más. Llega y dice:
-Eche áhi, hijo.
Vacea la bolsa. Otro alto de carbón.
-¡Ay! -que dice el shulco, que era un muchachito chico, que dice- vea la desgracia de los hermanos, dice, a trai carbón. ¿Con eso vamos a comer nosotros? -dice. Yo me voy ir -dice. Echemé la bendición, madre, que me voy a rodar tierra -dice. Yo, si nu hallo plata, sin traile qué comer no vuelvo.
-Que no, que adónde va ir hijo, dice, tan chico.
-No, yo me voy. ¿Quí hacimos aquí?
Bueno, queriendo y sin querer, la viejita le echa la bendición.
Y sigue, se va lo mismo. Iba pasando. Dice:
-Allá debe ser ande han trabajau mis hermanos.
Lu había visto él. Llega.
-¡Oh, ánde va, hijo! -que le dice el viejito.
-En busca de trabajo, tata viejo.
-¡Ah, yo le guá dar, pierda cuidau, yo le guá dar trabajo!
Bueno... Dice:
-Bueno, quedesé -dice. Descanse un poco -dice. Áhi voy a cariñarlo -dice el viejito.
Si ha sentau un rato. Ya ha veniu él con la misma comida.
Que dice él:
-¡Ay!, siquiera algo -que dice. Esto es pior que la casa di uno. No como nada -dice.
Ya 'taba conforme, ya, éste. Come, y come, y come y se llena. Dice:
-Ya no quero más.
-Sirvasé.
-No -dice- no quero más -dice.
-Bueno, guardeló pa mañana, m'hijo. Es una lástima que era chico, ¿no?
Entonce, le dice:
-Vaya, pongasé en cama, dice. Usté, mañana, va a tomar un freno y un pelero. Va a madrugar, y me va a trair el primer animal que halle en la puerta del potrero, dice. -Ése lo va trair, dice. -Y va venir para acá, usté, dice.
Bueno... Tamién se levantó oscuro, cuando venía el día, blanco ya. Que no podía dormir. Se levantó.
-H'i trair este animal temprano -dice.
Se va. Lo primero, el burro, áhi. Dice:
-¡Juna gran puta!, burro, ya vas a ver. Por intruso a vos te voy a llevar.
Áhi no más lu ha pillau al burro y se li ha acercau. ¡Madrecita!, un rescoldo el burro.
Llega a la casa. Entonce 'taba el viejito.
-Muy bien m'hijo -que le dice. Tome esta carta, dice, ande se pare este burro, dice, áhi va entregar la carta.
-¡Como no!
Se da vuelta y parte el burro. ¡Madrecita! Cuando ya si ha dau cuenta, ya 'taba por el río de sangre, áhi, ya. Ha teníu un susto bárbaro. Si ha entrau. Ha cerrau los ojos y ya no tenía miedo. Y ya chapaliaba el burro en la sangre, ¿no? Y pasa. Más allá abre los ojos y dice:
-Ahora si hi pasau.
Y el burro no lo puede sujetar.
Y 'paf!, ya viene el río con agua, ¡amigo! que se daba vuelta. Dice:
-¡Aquí me lleva con burro y todo!, dice.
-¡Qué hago ahora!
Ya lo quiso sujetar y el burro duro. Se li ha endureciu. Y así jue no más y lo dejó pasar. Pasaron.
Más allá, un río de leche. Dice:
-¡Vea la leche aquí! ¡Esto sí que es grande! ¡Más mucho! ¡Ah! -dice, éste me lleva ya. Nu hay nada qui hacer. Áhi yo gua rodar, dice. -Yo no voy nada.
Y el burro, a lo que no lo puede dominar de las riendas, viene y se entra tamién. Pasa. Y se va.
Por áhi pasa otra. Y que estaban dos piedras allí, peñascos, así venían y se juntaban, y si abrían. Y por áhi pasaba el camino.
-¡Aquí! -dice. Mi hi salvau de todas, menos de estas piedras -dice.
Tamién ha querido sujetar el burro. Ya se li ha pasado, dice, cuando si han separau. Ya pasa el burro y se vuelven a juntar.
-Ahora sí, dice. -Pueda ser que nu haiga más peligro y vamos allá.
Se junta con dos lenguas que estaban chirlo y chirlo, amigo, a los dos laus.
-¡Ah! -dice, aquí me cortan estas lenguas, dice. -Aquí me terminan.
Lo que si abrían, chicotiaban. Lo que si abren, él quería sujetar, tenía miedo, ¿no? ¡Pah!, el burro iba pasando y no lo podía sujetar. Y pasa, y sigue, y sigue.
Y más allá, unas dos cabezas que se juntaban. Botaban llamas por los ojos, por las orejas, por las narices. Dice:
-Aquí me quemo, dice, nu hay nada qui hacer. Por éste me lleva el camino.
Bueno, en lo que va a pasar, si abre así, pasa. No le pasa nada a él. Bueno... Y sigue, amigo. Ya se vía un verde, unas fincas ¡de lindas! Y el carril comu una hebra d' hilo. Y el burro, amigo, no le mermaba, a todo escape. Entraba a las fincas. Comenzaba a ver unos animales gordos en unos peladeros que nu había nada que si agache, y pal otro lau en unos pastos florius unas vacas caéndose de flacas. Y va y llega a la casa di una viejita, ande había ¡de pajaritos! Y áhi golpia las manos y sale una viejita. Áhi se para el burro.
-Aquí tiene que ser -dice.
Bueno, golpia las manos. Sale la viejita.
Dice:
-Aquí traigo una carta.
-¡Como no, m'hijo! Bajesé -dice- hasta quí haga el contesto para mandarle. Bajesé.
No quería porque él quería volvé temprano.
Y dice:
-Bajesé, bajesé.
Áhi lo consiente. Lu ha conseguíu hasta que si ha bajau. Arrimesé a las piernas, a las rodillas, dice, m'hijo, descanse. Si arrima y se pone la cabeza ahí. Se duerme. Se despierta ya tarde. Pega un salto, se despierta. Y él dice:
-Ya es tarde. Despachemé. Mire, mi hi dormiu áhi un ratito.
-Hijo, ha dormiu años -que le dice.
Lo despacha, y parte.
-Ahora no tenga miedo, ya.
Si ha arreglau, li ha largau la rienda al burro. De todos los peligros qui había, él ya iba sin miedo. Hasta que al llegar, ya oscureciendo, llega a la casa del viejito.
-¡Ay!... -que le dice. ¿Cómo li ha ido? ¿Ha entregau la carta? -que le dice.
-Sí, señor -dice. Si la hi entregau -dice.
-Muy bien -que le dice.
- Hi demorau porque áhi hi dormiu un ratito -que le dice. Ocho años, decí, hijo -dice. Bueno ¿quí ha visto por el camino, hijo? -le dice.
-Mire, dice, ha pasado que en lo que ido me encuentro un río de sangre -dice.
-¡Ah! -que le dice, ese río de sangre, dice, ése es lo que ha redamau tu madre por tus hermanos por embusteros. Y más allá, ¿quí ha visto?
-Un río de agua, dice, clarita l'agua.
-Ésas son las lágrimas qui ha redamau tu madre por tus hermanos por embusteros. Bueno... Y más allá, ¿quí ha visto?
-Un río de leche.
Ésa, es la leche qui ha derramau tu madre por tus hermanos, por embusteros. Más allá, ¿quí ha visto?
-Dos piedras, dice, que 'tán dando una con otra.
-Ésas son las malas comadres.
-Más allá, unas lenguas, dale chirlos -dice.
-Ésas son las testimonieras -dice. ¿Y más allá?
-Unos que botaban juego por la nariz y por la boca.
-Ésos son tus hermanos por embusteros. Áhi 'tán. ¿Y más allá, quí has visto?
-Mucha hacienda, dice, hay. Mucha hacienda, dice. Hay muchos animales gordos en un peladero.
-Ésos son los pobres avenidos.
-Y otros flacos en pastos floridos.
-Ésos son los ricos avarientos.
-Y al final, dice, en la casa, habían ¡de pajaritos, flores, de todo! Y unos niñitos que cuidaban todo.
-Ésos son los angelitos, dice. Has visto a la gloria, dice.
Bueno...
-Ése es el polo -dice. Bueno, vaya a dormir, mañana lo guá despachar -dice.
Bueno... Va. Al otro día temprano se levanta él y el viejito tamién.
-¿Qué quiere que le pague: un almú de plata o un Dios se lo pague?
Dice él:
-¿Qué voy hacer con un almú de plata? Déme un Dios se lo pague y listo, me voy -dice.
Bueno... Agarra el viejito y le dio una cajita, chiquita.
-Tome esta cajita y la llave -dice.
Ya se li había dehaparecido el viejito y no lu había visto más. Bueno... Recién, él saca la cajita. Cuando él saca la cajita y deja de mirar y mira a los laus, 'taba en un palacio que ni un rey no lo tenía. Y esos bosques que eran, esas plantas frutales, amigo, todo, todo, todo.
Entonce que dice:
-Ahora, dice, voy, dice, y traigo mi madre.
Jue y trajo la madre y la trajo al palacio de él. Y 'tará viviendo, y yo mi hi veníu porque qué iba hacer yo allá, no mi iban a dar entrada, o sí, vaya a saber.
Eulogio Tejada, 68 años. Villa Unión. General Lavalle. La Rioja, 1968.

Cuento 1013. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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