Un
día, había un joven trabajando en la casa de un matrimonio muy
rico. Todos los días, a la doce, notaba él que la señora preparaba
una oíta con comida y la llevaba para adentro de la casa. Y él
pensaba, ¿para qué será esto? Un buen día dijo:
Y
fue, y se escondió. Y ya vido que la señora habría una puerta de
una pieza muy secreta y desaparecía la oíta con comida.
Por
varios días el joven se escuende, y al fin logra entrar a la pieza
oculta. Se encuentra con una niña tan hermosa como no había otra en
el mundo. Ella se sosprende mucho de verlo, pero al fin le cuenta que
la tienen encerrada porque era tan bonita, para que no se case con
naides. Le dijo que se llamaba Belleza del Mundo. Entonce él le dio
su palabra de que la iba a sacar de esa prisión, y que se iba a
casar con ella para que viviera contenta y como ella quisiera. La
niña le dijo que tenían que tener mucho cuidado porque la madre
adivinaba todo.
-No
se te dé cuidado -le dijo él.
Una
noche trató el joven de sacarla. Entonce Belleza del Mundo dejó
tres salivas en la paré para que contesten por ella cuando la
llamen. Y salieron. El mozo ya tenía ensillado su caballo. Subieron
y se fueron.
Se
vuelven a dormir, y vuelve a soñar la madre que se les va la hija.
Lo despierta al padre, y la vuelve a llamar.
Se
vuelven a dormir y vuelve a soñar la madre que se les va la Belleza
del Mundo. Lo despierta al viejo, y él la llama:
Se
vuelven a dormir y vuelve a soñar la madre que se les va la hija. Lo
despierta al viejo, y la llama:
-¡Ensillá
el caballo y alcanzalos! ¡La lleva un mozo, y se van a casar! No te
vas a dejar engañar porque Belleza del Mundo es muy ardilosa y va a
tomar cualquier forma para engañarte.
Entonce
ella hizo que el caballo se conviertiera en una planta, ella en una
flor preciosa y el joven en un picaflor.
Cuando
llegó el viejo vio esta planta y esta flor tan curiosa y tan linda,
y el picaflor que la revolotiaba. Quiso cortar la flor, pero por
mucho que se estiró no alcanzó. Ya no supo para dónde agarrar y se
volvió.
Cuando
llegó a las casas, le contó a la vieja lo que había visto, y ella
le dijo que áhi lo habían engañado. Que el caballo era la planta,
Belleza del Mundo la flor, y el joven el picaflor. Y lo volvió a
mandar que siguiera a los jóvenes y que no se dejara engañar.
Iban
lejos los jóvenes, cuando la niña le dice al compañero que
apurara, que el padre los venía alcanzando, que la madre le había
dicho cómo se habían escapado ellos. Entonce, el caballo lo hizo
que se hiciera una laguna, ella se hizo una patita y el joven un
patito. Llegó el viejo, quiso meterse a la laguna y casi se áuga.
Orilló y orilló por pasar, y no pudo. Entonce, ya cuando vio que
nada podía hacer, se volvió dando por perdida a la Belleza del
Mundo.
-¡Ah,
viejo, ti han vuelto a engañar! La laguna era el caballo, la patita
la Belleza del Mundo, y el patito el mozo. ¡Ah, hija ingrata! ¡Andá
no más que el que te lleva ti ha de olvidar!
Siguieron
viaje los jóvenes y llegaron al pueblo ande vivía el mozo. A la
entrada, en la oría del pueblo, le dijo a la niña que la iba a
dejar en el rancho de una viejita, hasta que él fuera a arreglar
todo y recibirla bien. La niña entonce le recomendó que no se fuera
a dejar abrazar con naides, porque se iba a olvidar de ella.
Llegó
el mozo a la casa de los padres. Todos salieron a recibirlo y lo
queren abrazar, pero él no se deja. En eso viene un perrito que él
tenía, muy regalón, y se para en dos patitas y lo abraza por las
piernas, y en se momento se olvidó de la niña y de todo lo que
había pasado.
Pasó
el tiempo y el joven se puso de novio con una niña muy linda que
conoció. Se preparó una gran fiesta y vino gente de todos lados.
Llegó a la fiesta también la Belleza del Mundo. Traía un gaíto y
una gainita. Pidió permisio para que vieran cómo hablaban, y en
seguida le dijieron que sí, todos con mucha curiosidá. Pasó
Belleza del Mundo, y adelante de los novios puso al gaíto y la
gainita, y empeza-ron a hablar. La gainita le preguntaba, y el gaíto
le contestaba:
-¿Ti
acordás gaíto cuando me sacaste de ande me tenían encerrada mis
padres para que no me casara con naides?
-¿Ti
acordás gaíto que cuando mi padre los venía alcanzando, el caballo
se volvió un árbol, yo una flor preciosa, y vos un picaflor?
-¿Ti
acordás gaíto que cuando mi padre los volvía a alcanzar, el
caballo se hizo una gran laguna, yo una patita, y vos un patito?
-¿Ti
acordás gaíto que cuando los separamos te dije que no te dejaras
abrazar con naides porque te ibas a olvidar de mí?
En
el mismo momento el joven si acordó de todo y dejó la novia nueva y
les dijo a los padres y a la gente que ésta era su verdadera novia.
Contó lo que le había sucedido, que se olvidó de su promesa. Y con
la fiesta preparada, se casó con la Belleza del Mundo.
Magdalena
Bastilla de Muñoz, 23 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1939.
Aprendió
este cuento de una tía, Isabel de Tovares, de más de 60 años, que
sabe muchísimos cuentos.
La
narradora tiene una gran memoria; es la
rezadora de la comarca.
Cuento
877. Fuente:
Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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