Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 4 de enero de 2015

Yo dos y tu uno

Dicen que era un matrimonio que no tenía familia. Ya llevaban muchos años de casados. Una noche se pusieron a cenar y, como siempre, preparó ella tres huevos pasados por agua: uno para ella y dos para su marido. Pero aquella noche no sé qué bicho le picó a la mujer, que dice:
-Mira, ya estoy harta de que todas las noches te comas tú dos huevos y yo uno. Esta noche va a ser al revés: tú uno y yo dos.
-Ni hablar. Yo dos y tú uno. Como siempre.
-Y eso por qué?
-Porque lo digo yo y en la casa la autoridad la tiene el marido.
-Pues ni hablar. Esta noche, tú uno y yo dos.
-Que no.
-Que sí.
Bueno, pues estuvieron discutiendo un rato y ninguno daba su brazo a torcer. Ya cansado el marido, dice:
-Como insistas, me muero.
-Pues muérete.
Entonces él se hizo el muerto y la mujer salió a la calle gritando:
-¡Ay, que mi maridito se ha muerto! ¡Ay, que se me ha muerto! Vino el cura y le prepararon el entierro. Ya lo llevaban para el cementerio, y la mujer se acercaba a las andas, diciendo:
-¡Dejadme que lo bese por última vez!
Y con este pretexto se le acercaba a la cara y le decía al oído:
-Tú uno y yo dos.
Y contestaba el otro muy bajito:
-Yo dos y tú uno.
Y el entierro seguía. Ya llegaban al cementerio y otra vez se acercaba ella:
-Mira que voy a dejar que te entierren. Y el otro:
-La autoridad es la autoridad: yo dos y tú uno.
Conque llegaron al cementerio. Lo bajan de las andas y ya van a ponerlo en la sepultura. Otra vez ella, gritando, se le echa encima y le dice al oído:
-Por última vez. Tú uno y yo dos.
-Ni hablar. Que me entierren.
Y como ya lo iban bajando, dice ella:
-¡Está bien, cómete los tres, pedazo de animal!
Y entonces él se incorporó de un salto y gritó también:
-¡Que me como tres, que me como tres!
La gente, que no sabía lo que estaba pasando, echó a correr atemorizada, y un cojo que iba en la comitiva decía:

-¡No corráis tanto, hombre, por lo menos que pueda escoger!

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