Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 7 de enero de 2015

Un buen descanso

Aquella soleada mañana hacía mucho calor en la selva. «Es el momento perfecto para chapotear tranquilamente», pensó el hipopótamo Pepón. Encontró un hermoso lugar fresco y lleno de barro y se metió dentro. Estaba en la gloria cuando de repente... iPLAF!
-¡Toma! -gritó el mono Marco.
-¡Toma tú! -gritó Chico Chimpa.
-¿No podéis jugar en otro sitio? Me estaba relajando -gruñó Pepón.
-¡Perdona, Pepón! -se disculpó Marco.
Pero ya le habían echado a perder la tranquilidad. Esa tarde, cuando el calor del sol lo abrasaba, Pepón se deslizó en el río para refrescarse.
-¡Ah! -suspiró mientras se zambullía en el agua. ¡Qué maravilla!
-¡Yuuuju, Pepón! -lo llamó la torita Penélope. Acabo de aprender a dar un doble salto con triple tirabuzón. ¿Lo quieres ver?
-Pues claro, Penélope -respondió Pepón con un suspiro.
Al parecer esa tarde tampoco iba a tener posibilidad de relajarse. A la mañana siguiente, su prima Hilarla fue a visitarlo.
-Pareces agotado, Pepón -le dijo.
-Es que no hay manera de que me relaje y chapotee un rato -respondió Pepón.
-Lo que necesitas es un buen descanso -dijo Hilaria. Yo me voy esta tarde al Rincón de los Hipopótamos. ¿Por qué no vienes conmigo?
-Parece una buena idea -contestó Pepón.
-Te encantará el Rincón de los Hipopótamos. Está todo lleno
de burro -le dijo Hilaria mientras los dos corrían por la selva. Pepón ya se veía a sí mismo relajándose en un fresco baño de barro.
-También hay arroyos y cascadas -siguió contando Hilaria. Pepón se imaginaba montones de duchas frías.
-Y todo el mundo se DIVIERTE un montón -concluyó Hilaria. Pepón se imagino jugando con sus nuevos amigos hipopótamos.
Por fin llegaron al Rincón de los Hipopótamos.
-¡Qué bonito es! -exclamó Pepón entusiasmado.
Y parece que llegamos justo a tiempo –dijo Hilaria.
-¿Para qué? -preguntó Pepón. ¿Para un relajante baño de barro?
-¡No, tonto! -se rió Hilaria. ¡Para el hiporóbic!
-¡Vamos, todos en marcha! -gritó un hipopótamo musculoso.
Y un montón de hipopótamos se metieron al galope en el río detrás de él.
-¡Venga, Pepón! -dijo Hilaria. ¡No seas aguafiestas!
Pepón no tuvo más remedio que reunirse con ellos.
-¡Un, dos, tres, cuatro! ¡Un, dos, tres, cuatro! -gritaba el monitor.
Pepón lo hizo lo mejor que pudo y estuvo brincando con los demás. «Seguro que después de tanto ejercicio todos querrán descansar un rato», pensó. Pero se equivocaba. Tras una ducha rápida en la cascada, fueron a jugara melonvolea e Hilaria quiso que estuviera en su equipo. Tras el almuerzo, Pepón pudo por fin descansar un rato. ¡Pero no mucho!
-¡Te veo mucho más relajado! -le gritó Hilaria durante la clase de natación. Estos días de descanso son justo lo que necesitabas, ¿verdad?
-Eso parece -contestó Pepón suavemente.
Después de un día tan ajetreado tenía la esperanza de irse a dormir pronto. Se estaba poniendo el pijama cuando oyó la voz de Hilaria.
-¡Vamos, Pepón! -dijo a voz en grito. ¿No querrás perderte el espectáculo Hurra Hipopótamos? ¡Son realmente buenos!
-¡Ah, qué interesante! -dijo Pepón, que apenas podía mantener los ojos abiertos, reprimiendo un bostezo.
A la mañana siguiente, cuando se metía en el río, Hilaria lo llamó. -¿Es la hora del hiporóbic? -preguntó.
-¡Oh, no! -dijo Hilaria. Lo que necesitas es mucho aire fresco, así que nos vamos de excursión.
Pepón resopló sin cesar durante la agotadora excursión. «Espero poder darme un baño fresquito cuando acabemos», pensó. Pero, cuando estaba remojando sus pobres músculos, Hilaria fue a charlar un rato con él.
-La excursión ha sido divertida, ¿verdad? -dijo.
-Desde luego -contestó Pepón. Me lo he pasado tan bien, que he decidido hacer otra mañana.
-¿De verdad? -preguntó Hilaria. ¡Qué bien! ¿Adónde irás?
-¡A casa! -respondió Pepón. ¡Me voy a casa, a disfrutar de un BUEN descanso, sin hiporóbic, ni melonvolea, ni espectáculos, ni nadie que me impido chapotear tanto como quiera!
Y eso fue precisamente lo que hizo Pepón.


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