Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 5 de enero de 2015

Timur agha y el lenguaje de los animales

Había una vez un turco, llamado Timur Agha, que buscaba por pueblos y ciudades, por aldeas y por el campo a alguien que pudiera enseñarle el lenguaje de animales y pájaros. Por dondequiera que fue hizo estas investigaciones porque sabía que el gran Najmudin Kubra había tenido ese poder y buscaba a un discípulo descendiente en línea directa de él, para poder beneficiarse con esa extraña ciencia, la ciencia de Salomón.
Finalmente, como había cultivado la cualidad de la generosidad, salvó la vida de un viejo y débil derviche, que estaba suspendido de un puente de cuerdas en la montaña y que le dijo:
-Hijo mío, yo soy el derviche Bahaudin y acabo de leer tus pensa-mientos; de ahora en adelante comprenderás el lenguaje de los animales.
Timur prometió no confiar el secreto nunca a nadie.
Timur Agha volvió a su granja y pronto pudo hacer uso de su nuevo poder. Un buey y un burro estaban hablando en su propio idioma. El buey decía:
-Yo tengo que arrastrar un arado y tú no haces más que ir al mercado debes de ser más inteligente que yo. Dame un consejo para salir de esta situación.
-Todo cuanto debes hacer -dijo el astuto burro- es echarte en el suelo y fingir que tienes un terrible dolor de estómago. Entonces el granjero te cuidará, porque eres un animal valioso, te dejará descansar y te dará mejor comida.
Pero, naturalmente, el granjero había escuchado esto. Cuando el buey se echó en el suelo, Timur dijo en voz alta:
-Tendré que mandar a este buey al carnicero esta noche, a menos que se encuentre mejor dentro de media hora.
Y, claro, se encontró mejor, mucho mejor.
Esto hizo reír a Timur, y su mujer -que tenía un carácter descontento- insistió en que le dijera por qué se estaba riendo. Recordando su promesa, se negó.
Al día siguiente fueron al mercado; el granjero caminando, la mujer montada sobre el burro y la cría del burro caminando detrás. El burrito rebuznó y Timur se dio cuenta de que estaba diciendo a su madre:
-No puedo seguir caminando, déjame que monte.
La madre contestó:
-Yo llevo a la mujer del granjero y no somos más que animales, ésta es nuestra suerte, no puedo hacer nada por ti, hijo mío.
Timur enseguida hizo bajar a su mujer del burro para que éste pudiera descansar. Se detuvieron debajo de un árbol. La mujer se puso furiosa pero Timur dijo solamente:
-Creo que es tiempo de que descansemos.
La burra se dijo: «Este hombre conoce nuestro lenguaje. Debe de haberme oído hablar con el buey y por eso lo amenazó con mandarlo al carnicero. Pero a mí no me hizo nada y en realidad está pagando con amabilidad nuestra intriga.»
Y rebuznó:
-Gracias, amo.
Timur se reía con tento con su secreto, pero su mujer seguía furiosa.
-Creo que conoces algo de la manera de hablar de estos animales.
-¿Quién ha oído jamás de animales que hablan? -preguntó Timur.
Cuando llegaron a casa, acostó al buey en el suelo sobre paja fresca que había comprado y él le dijo:
-Tu mujer te está acosando y de ese modo tu secreto pronto será divulgado. Si sólo lo supieras, pobre hombre, podrías conseguir que se comporte bien y tú estarías a salvo, solamente con amenazarla de que le darás una paliza con un palo no más fuerte que tu meñique.
«Así -pensó Timur- que este buey a quien amenacé con el matadero se preocupa por mi bienestar.»
Por lo tanto fue a ver a su mujer, agarró un pequeño palo y dijo:
-Te vas a portar bien? ¿Vas a dejar de hacerme preguntas cada vez que me ría?
Ella se asustó mucho, porque él nunca le había hablado así. Nunca más tuvo que decírselo, y así se salvó del horrible destino que espera a los que confían un secreto a otros que no están preparados para recibirlo.

* * *
Timur Agha, en su folklore, tiene fama de percibir algo significativo en cosas que aparentemente no tienen importancia.
De esta historia se dice que transmite baraka (bendiciones) al narrador y a los que escuchan, y por eso es popular en los Balcanes. Muchos cuentos sufíes están disfrazados de cuentos de hadas.
Esta historia es atribuida (en su forma primitiva) a Abu-Ishak Chisti, jeque de los Derviches Cantores en el siglo X.


0.187.1 anonimo (asia) - 065

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