Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 7 de enero de 2015

Salto de rana

¡Miradme, miradme! -chilló la rana Cabriola mientras saltaba por el aire de nenúfar en nenúfar, salpicando un montón de agua. ¡Soy la runa más saltarina del mundo! ¡Olé!
-¡Qué horror! -dijo Madre Pat. Esa rana es una lata. Nunca mira adónde va, ni le importa a quién salpica.
-Es un espanto -añadió el cisne Enrique. Y hace tanto ruido que a veces uno no puede oír ni sus propios pensamientos.
Pero Cabriola no les escuchaba. Estaba muy ocupada saltando entre los nenúfares tan alto como podía.
-¡Vamos! -animó a los patitos. Venid aquí. ¡Vamos a hacer un concurso de chapuzones!
-Es una mala influencia para nuestros niños -siguió quejándose Madre Pato. Si al menos pudiéramos hacer algo...
-Me imagino que es un exceso de vitalidad -dijo Enrique. Ya se le pasará cuando crezca.
Pero Cabriola no se tranquilizaba. Al contrario, cada día daba más guerra. Despertaba a todo el mundo al amanecer y se ponía a cantar a gritos con su voz de rana:
-¡El día acaba de comenzaaar, ha llegado la hora de jugaaar, hurraaa, hurraaa!
Y se ponía a saltar de un lado a otro, despertando a los patos y a los cisnes en sus nidos, llamando a la madriguera de Conejo y gritando en el agujero que Rata de Agua tenía a la orilla del río. Que conste que Cabriola hacía todo esto con la mejor intención y no se daba cuenta de que desesperaba a todo el mundo.
-Siempre he estado a favor de la diversión -decía Rata de Agua, pero Cabriola exagera.
Un día apareció Cabriola a punto de estallar de la emoción.
-¡Escuchad todos! -dijo. Va a haber un concurso de salto al otro lado de la charca. Van a venir todas las ranas que viven en varios kilómetros a la redonda. Seguro que ganaré, porque ¡soy la rana más saltarina del mundo!
Llegó el día del concurso y todo el mundo se reunió al otro lado de la charca para presenciar la competición. Saltarina no había visto nunca tanta rana junta. Y, para su asombro, todas las ranas podían saltar muy alto y muy lejos. Las ranas saltaban elegantemente entre los nenúfares y el público aplaudía. Si quería ganar, Cabriola iba a tener que saltar más lejos y más alto que nunca. Por fin llegó su turno.
-iBuena suerte! -le gritaron los patitos.
Cabriola ocupó su lugar en la plataforma de salida y, reuniendo todas sus fuerzas, saltó por lo alto, voló por los aires, atravesó la meta y, iGLUP!, aterrizó directamente en la boca abierta del lucio julio. Como de costumbre, Cabriola no se había fijado por dónde andaba.
El malvado lucio se tragó a Cabriola, se sumergió y se escondió en el centro de la charca. Todos miraron a su alrededor consternados.
La ranita Cabriola había desaparecido. Por lo menos de una cosa no había duda: ella era quien había saltado más alto y más lejos.
-Declaro ganadora a Cabriola -dijo, taciturno, el supo Juancho, que era quien organizaba el concurso.
Después de todo, la vida se había vuelto mucho más tranquila para los habitantes de la charca, pero en vez de disfrutar de la paz, se dieron cuenta de que echaban mucho de menos a Cabriola.
-¡Estaba siempre tan contenta! -decía Enrique.
Pero, en lo más profundo de la charca, Julio sentía mucha pena de sí mismo. Pensaba que cazar a la rana no había sido una decisión muy inteligente, pues desde entonces padecía una terrible indigestión. Y es que Cabriola seguía saltando sin parar en su interior.
Julio subió a la superficie del agua y tomó aire. Y entonces ¡Cabriola salió de un salto! Todo el mundo se alegró mucho de verla y aplaudió cuando recibió la medalla por haber ganado la competición.
-Es maravilloso -dijo Cabriola, pero he aprendido la lección: a partir de ahora, ¡miraré antes de saltar!
Y se fue, saltando despacio, a jugar con los patitos.


0.999.1 anonimo cuento - 061

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