Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

lunes, 5 de enero de 2015

Por que el gallo nunca pudo volver al paraiso

Muchos años atrás, antes de que creara la Tierra, Dios creó los pájaros; y ellos vivían en el Jardín del Edén.
Había pájaros grandes y pequeños, todos de hermosos colores y de maravilloso plumaje y el que tenía la voz más fuerte era el gallo.
Volaban por el aire soleado del jardín, que les brindaba con sus árboles y flores comida en abundancia; y con el agua cristalina de sus múltiples arroyos apagaban su sed en aquellos días dorados.
Las frutas y bayas eran tan deliciosas, y la compañía de los ángeles tan divina, que el gallo empezó a sentirse descontento con esta vida demasiado cómoda y ansioso de aventuras.
Así que un día dijo al ángel que cuidaba del bienestar de los pájaros:
-¿Dónde podría ir para encontrar algunas aventuras y algún significado para mi vida, pues no hago nada de importancia en este lugar donde todo es bondad y luz?
Y el ángel contestó:
-Paciencia, valiente gallo, Dios el Misericordioso, el Compasivo, ya ha dispuesto tu situación.
Entonces el gallo, mesando y arreglando sus plumas, lanzó un grito fuerte y, lleno de orgullo, dijo a los otros pájaros:
-¡Pronto me darán un puesto importante! Presten mucha atención, pues uno de estos días voy a darles una gran sorpresa.
Los otros pájaros dijeron:
-Hermano, ¿qué clase de noticias son éstas?, ¿no estás satisfecho con la vida tal como es aquí en el sol del Jardín, entre árboles cargados de las frutas más selectas?
Pero el gallo gritó más fuerte aún y voló muy alto en el cielo, ya que estaba hinchado de orgullo, pues en aquellos tiempos los gallos podían volar tan alto como las águilas.
Y entonces el ángel se acercó al gallo y le dijo:
-Dios, el Misericordioso, el Compasivo, ha creado la Tierra allí debajo de nosotros y ha puesto en ella toda clase de seres: humanos y animales. Tú has de ir allí y llevar la noticia de la grandeza de Dios a todas esas criaturas.
-¿Entonces seré nombrado Heraldo -exclamó el gallo, el Mensajero de noticias Incomparables?
-No, no -dijo el ángel, debes volar hasta allí y volver enseguida, después de haber dicho a los hombres, animales y pájaros de allí abajo que mañana amanecerá por primera vez. Debes proclamar la grandeza de Dios, el Uno, usando tu voz con toda su fuerza y volver directamente aquí. Este es el mensaje que me han ordenado darte.
Entonces el gallo voló a la tierra. El primer día estaba rompiendo. Y el gallo, voceando con toda su fuerza gritó a los recién creados:
-¡Oh hombres, animales y pájaros! Dios me envía a darles la bienvenida al mundo y a decirles que yo, el Heraldo de los días de Dios, el pájaro de la voz más fuerte en el Jardín del Paraíso, he sido elegido entre todos ellos para esta tarea.
Asombrados todos cuantos le oyeron, hombres, animales y pájaros se postraron maravillados ante el gallo, rindiéndole tributo.
El gallo se levantó muy alto por el aire para demostrar su gran destreza y su corazón se hinchó de orgullo.
Cuando llegó la noche, se sentía tan cansado de tanto volar y contonearse que se quedó dormido, olvidándose por completo de que debía haber vuelto directamente al Paraíso.
Pasaron varios días en los que el gallo a la hora del alba despertaba con su grito de clarín a todo el mundo y todavía lo seguían tratando con reverencia.
Pronto comenzó a pensar que él era la criatura más importante en el mundo recién creado, y contoneándose entre los nuevos hombres y sacudiendo su penacho miraba a su alrededor con arrogancia.
Luego recordó las palabras del ángel y pensó:
-Mejor que vuelva ahora al jardín y lo más pronto posible, pues tengo la sensación de que ya me he quedado demasiado tiempo en la tierra.
Emitió un grito fuerte, juntó sus pies y sacudió sus alas listo para remontarse de nuevo hacia los cielos.
Pero, a pesar de probar una y otra vez, no había fuerza en sus alas. Logró sólo levantarse unos pocos pies por encima de la tierra y cayó otra vez al suelo.
Así, el gran orgullo del gallo, causó su perdición. Por haber olvidado la palabra de Dios tuvo que quedarse prisionero de la tierra. Por eso se puede ver a menudo cómo el gallo agita las alas contra su pecho, tratando de recuperar su velocidad anterior, pero ya nunca más puede volar ni tan siquiera sobre la cerca del jardín.


0.187.1 anonimo (asia) - 065

No hay comentarios:

Publicar un comentario