Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 7 de enero de 2015

Patos por un día

Un día soleado y caluroso, los pollitos Pepa y Pepe salieron del patio de la granja en busca de diversión. Llegaron hasta el arroyo, donde vieron una pata pasar nadando.
-Tened cuidado con el agua, pollitos -les dijo cariñosamente.
-Lo tendremos -respondió Pepa, mirándola nadar elegantemente. ¡Ojalá supiéramos nadar, Pepe! Debe de ser bonito ser un pato.
Mamá les había dicho que no jugaran junto al arroyo, pero cuando descubrieron una gran hoja que se balanceaba suavemente entre las cañas decidieron subirse a ella para jugar.
-¡Vamos a jugar a que somos patos! -rió Pepe.
Los dos pollitos jugaron alegremente con la hoja toda la mañana.
-¡Cuac, cuac! verdad! -se reía
¡Ojalá pudiéramos alejarnos remando como los patos de Pepe, saltando arriba y abajo.
Entonces, la hoja se soltó de los cañaverales empezó a flotar arrastrada por la corriente.
-¡Oh, no! -gritó Pepe con gran preocupación. ¿Cómo vamos a salir de aquí?
-Tendremos que nadar -sollozó Pepa.
-¡Pero si no sabemos! -dijo Pepe. No somos patos de verdad. ¡Socorro! ¡Socorro!
La hoja flotaba suavemente río abajo y pasó junto al prado, donde los otros animales de la granja La Mantequera estaban pastando.
-Tranquila, Pepa, los animales de la granja nos salvarán -pió Pepe, agitando las alas para llamar la atención de los animales. ¡Socorro!
-iOh, mirad! -mugió la vaca. ¡Los pollitos nos saludan!
Todos los animales les devolvieron el saludo. Todos menos la pata, que vio las caras asustadas de los pollitos y también la cascada que tenían delante. ¡Los pollitos estaban en peligro!
-¡No están saludando! -gritó. ¡Piden ayuda!
La pata saltó al agua y echó a nadar tras los pollitos todo lo rápido que pudo. Alcanzó la hoja y trató de tirar de ella hacia la orilla, pero la corriente era demasiado fuerte y cada vez se acercaban más a la cascada. Entonces tuvo una idea.
-¡Rápido! -dijo a los dos pollitos. ¡Saltad a mi espalda!
Pepa y Pepe saltaron y, nadando contracorriente, la pata los puso a salvo. Al llegar a la granja le dieron las gracias por haberlos salvado.
-¡Lo sentimos mucho, mamá! -gritó Pepa corriendo hacia ella. ¡Nunca más te desobedeceremos!
-¡Ser pollo es mejor que ser pato! -sollozó Pepe.
-¡Y más seguro! -cloqueó mamá.


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