Qui
había un viejo con una vieja que tenían un carnero, un burro, un
gato, un gallo y un pato. Qu'eran muy pobres.
Y
un día no tenían qué comer. A la noche le dice el viejo a la vieja
que tenían que carniar el gallo. Y el gato, que estaba en las
conchanas del juego, había óido y se va y les cuenta a todos.
Entonce los animales dicen:
-¿Se
mandemos a mudar esta noche? ¡Porque te van a matar! -le dice al
gallo.
Y
se 'bían ido los animales por áhi. Por áhi lo que 'bían ido,
'bían hallao una cabeza de tigre. La 'bían alzao. Y después 'bían
hallao otra y la 'bían alzao también, y las 'bían echao en un
costal. Y lo 'bían cargao en el burro al costal. Por áhi lejos, los
animales se 'bían sentao a descansar, y llega un tigre a ver si qué
andaban haciendo. Entonce el gato le dice al gallo:
-Che,
sacá una cabeza, le convidemos al amigo.
El
gallo saca la cabeza y el gato le dice:
-Sacá
otra más grande, ésa no va alcanzar para todos, somos muchos.
El
gallo saca la otra y el gato le dice:
-Otra
más grande.
Entonces
el tigre le da miedo y dice:
-No
se moleste, ya me voy -y se va disparando y les avisa a los otros
tigres que hay una gente mala áhi.
Entonce
uno de los tigres dice:
-¡Qué
van hacer esos pobres!
Y
se viene y se enfrenta con el gallo y el gato lo salta y le clava las
uñas. Y viene el burro y lo agarra a patadas, y el gallo a chuzazos,
el carnero a moquetes, y el pato que daba 'güelta diciendo:
-Dejenmelón
pa mí, dejenmelón pa mí.
El
tigre se 'bía podido librar milagrosamente y se 'bía disparao, y se
'bía ido a parar en la casa. Y les contó a los otros tigres que
'bían sío muy malos. Y que 'bía un peticito que parecía más
malo, y ése decía:
-Dejenmelón
pa mí -y menos mal que no me dejaron que sinó no vuelvo.
Después
han seguido viaje y se les 'bía hecho de noche. Y 'bían subío a un
árbol todos, menos el burro, que 'bía quedao comiendo palos de
jarilla. Como a la media noche 'bían venío unos ladrones, y que
'taban abajo 'el árbol con grandes cantidades de plata robada,
contando.
Y
en eso que el gallo no podía más, le dice al carnero:
-Che,
carnero, mi han dao ganas de mear. Echate, te vuá mear las lanitas.
El
carnero bárbaro si había echao abajo, y cái al suelo, en medio de
los ladrones, y éstos, asustaos, han dicho:
-Que
'tá lloviendo carneros -y se van dejando toda la plata.
Inmediatamente
se bajan y lo curan al carnero que si había lastimao un poco, y
cargan la plata y se van a la casa del viejo y de la vieja. Llegan al
patio y se sacuden y cae la plata a montones. Y quedan ricos los
viejitos y corren a comprar de todo.
Y
pasó el burro por áhi,
y
se dejó un atau de máiz.
Evaristo
Guitián, 25 años. Ovejería. Santa María. Catamarca, 1952.
El
narrador es pastor en esta meseta situada a 4500 m sobre el nivel del
mar.
Cuento
614. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 048
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