Dice
que vivía por los montes una zorra muy haragana. Dice que no tenía
cueva ni cama y no se ocupaba de procurarse lo necesario.
Cuando
andaba de día no sentía nada, pero en las noches de invierno se
moría de frío. Todas las noches, cuando se ponía a temblar de
frío, decía:
-Mañana
cavo una cueva y junto paja pa mi cama. Desde mañana ya no voy a
sentir frío de má, y voy a dormir calentita.
Al
día siguiente la zorra se ponía al sol y si olvidaba del trabajo. Y
decía:
-Que
vaye a trabajar el que necesite. Yo 'toy muy bien.
Y
eso era todo los días.
Una
güelta, un mes de julio frío de má, la zorra se quedó muerta,
engarrotada, al lao de un mogote. Como se murió temblando de frío
quedó mostrando lo diente. Y dice que pasa un carancho y dice:
-¿Qué
hace áhi, doña Juana? ¿Qué se 'stá riendo del trabajo? Con estas
noches tan frías si olvidó de hacerse cama, por eso se rái. Vengo
a convidala a un beile. ¿No quere que váyamos juntos? Con el frío
de anoche los pobres no estaba pa risa.
Y
así se burlaba el carancho de la zorra floja de má, que se murió
de frío por no trabajar.
Dora
Nélida Pasarella, 29 años.
Villaguay.
Entre Ríos, 1959.
Cuento
815 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 048
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