Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

jueves, 22 de enero de 2015

La serpiente, el hombre y el zorro .602

Andaba un hombre por las serranías. Y sintió en eso, llantos y alaridos que lo sosprendieron. Entonces vio qui abajo de un gran peñasco 'taba una serpiente muy grande apretada. Entonce le preguntó que qué le pasaba.
-Y acá 'stoy -es que le dice- apretada. Le pido por Dios que me salve -es que le dice, que me saque di acá.
Entonce el hombre vido bien cómo 'taba aquello áhi y agarró una barreta. Y levantó el peñasco y salió la serpiente. Y entonce como 'taba muy pasada di hambre se l'envolvió en el cuerpo al hombre para comerlo. Y entonce el hombre le pidió que no lo coma.
-Vamos a buscar un juez -es que le dice- para ver si el juez cré que es justo que me coma.
Y dijo que güeno, y siguieron recorriendo. A poco andar encontra-ron un güey muy viejo.
-Usté es el señor Juez -es que le dice el hombre.
Le dijo el güey que sí.
-Venimos para ver que los dicte una sentencia de lo que ha ocurrido.
Entonce le dijeron bien, bien, cómo ha ocurrrido el caso. Después de haberlo explicado, dijo el güey.
-Yo, durante hi síu joven hi servido muy mucho a mi amo en sus grandes trabajos de sementeras, de lo que ha conseguido sus grandes capitales. Y agora que estoy viejo, sin aliento y sin energía mi amo me ha abandonado a que perezca en los campos. Por lo que creo que un bien; con un mal se paga. Y creo de justicia que debe de comerlo no más la serpiente.
Y áhi lo quiso comer la serpiente y entonce le dijo el hombre:
-Por favor, no me mate todavía. Vamos a buscar al señor Alcalde. Si el señor Alcalde sentencia lo mismo, me entrego a usté.
Siguieron adelante. Al poco andar divisaron un zorro. Entonce le gritó el hombre:
-Oiga, señor, ¿usté será el señor Alcalde?
El zorro se acercó y contestó sonriendo:
-Yo soy el señor Alcade ¿qué les pasa?
Le esplicaron la demanda. Entonce el señor Alcalde dispuso que debía ir a presenciar el punto ande había ocurrido esto y cómo había sido. Y cuando llegaron áhi lo mandó al hombre que levantara el peñasco y la hizo colocar a la serpiente. Y le venía haciendo di ojo el zorro al hombre, para favorecerlo, seguro. Una vez que estuvo ya áhi, que le dijo la serpiente al hombre que le aflueje despacito el peñasco, que no la ofienda. Entonce que le dijo, que le contestó el señor Alcalde, que un bien con un mal se paga, y que justo era que lo mataran. Pero hoy se paga un bien con un bien, hay que pagarlo con la razón.
-Y por mal agradecida, esta serpiente, tome la barreta y déle un barretazo.
Y el hombre áhi la mató a la serpiente.
Lo que el zorro le salvó la vida al hombre, quedó éste empeña-dísimo con el zorro. Cuando terminaron el caso, que le preguntó al zorro qué le debía. Le contestó que no le debía nada, que si de su corazón nacía hacerle un obsequio que él sería muy dueño. Que le dice:
-Me gustaría si tuviera algún gallito o algún pavito, que me gustan algo las cazuelas.
Entonce el hombre le dijo:
-Como no, vaya a mi casa y áhi le entregaré varios.
-Mañana a eso de las tres de la tarde estaré por su casa, pero le pido que cuando yo le pegue un gritito ate los perros, porque yo les tengo un poco de miedo. ¡Son tan malos!
Lo dejó el hombre al zorro. Se fue a la casa para preparar las aves que le iba a entregar. Cuando sale el hombre y se va, que lo habla y le dice:
-Oiga, amigo, le voy a recomendar que cuando encuentre algún zorrito muerto me haga el favor de enterrarlo, dejandolé las narices descubiertas.
-¡Como no! -le dice el hombre.
A poco andar, a un lado del sendero encontró un zorrito muerto. Entonce sacó el cuchillo, cavó una sepolturita y lo enterró. Siguió el camino. Luego, más allá, otro zorrito muerto. Entonce dijo con un poco de sorpresa:
-¡Qué joder, otro zorro muerto!
Siguió el camino. Luego encontró otro zorro muerto. Entonce ya con rabia dijo:
-Pero, ¡qué joder, carajo, otro zorro muerto!
Lo agarró de la cola y le hizo saltar los ojos de un golpe. Y áhi se vino a comprobar que un bien con un mal se paga.

Pascual Fernández, 65 años. La Florida. Las Chimbas. Ayacucho. San Luis, 1951.

Campesino ocupado en tareas ganaderas. Muy buen narrador.

Cuento 602. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

No hay comentarios:

Publicar un comentario