Había
una vez un poblado donde no vivía ninguna chica soltera. Siete
jóvenes se pusieron de acuerdo para salir hacia otros poblados a
encontrar mujeres con quien casarse. Sus padres les prepararon
comida y les advirtieron: «Os vais a ir juntos, y tenéis que
volver juntos».
El
primer poblado que encontraron se encontraba muy lejos. En él vivían
tres muchachas solteras, que aceptaron casarse con tres de los
jóvenes. Recordando la advertencia de sus padres, las dejaron en
aquel poblado y se marcharon los siete juntos hacia otro poblado,
para ver si encontraban mujeres para los cuatro restantes.
Efectivamente, en el poblado siguiente había cuatro jóvenes
solteras que aceptaron el casamiento. De manera que las tomaron
y empren-dieron el camino de regreso al primer poblado, donde les
estaban esperando las tres primeras.
Por
el camino, uno de ellos vio a una nueva chica y dijo: «Esta chica me
parece mejor que la que había escogido antes. Por tanto, dejaré a
la mujer que había tomado y me casaré con esta otra». La primera
chica se puso muy triste y regresó a su poblado. La segunda aceptó
la boda y le invitó a pasar por su poblado para hablar con sus
padres. Los otros seis jóvenes le dijeron: «Haz lo que te parezca
bien; pero nosotros ya no te vamos a esperar». Y regresaron los seis
a su poblado con sus respectivas mujeres.
El
chico estaba contento por haber conseguido un mujer mejor. Pero, al
entrar en el poblado de la chica, vio a una nueva mujer que le gustó
mucho. Así que decidió dejar a la otra y casarse con ésta. Estuvo
con ella un par de días y, al salir otra vez al poblado, vio a una
nueva mujer que todavía le gustó más, y quiso casarse con ella. Y
luego con otra, y con otra... hasta llegar a la última casa del
poblado, donde también encontró a una chica que le pareció mejor y
quiso casarse con ella.
Otro
día, fue a la playa. Y pasaba por allí una chica con unas tetas muy
grandes. El chico pensó: «Ésta sí que debe ser la mejor de las
mujeres. Voy a intentar casarme con ella». Y regresó con ella al
poblado para hablar con sus padres sobre la futura boda. Al
llegar al poblado, encontró a una mujer fantasma que iba pidiendo
vestido y se enamoró de ella. Dejó a la chica de las tetas grandes
y se acercó a la fantasma, que le parecía tan bonita, y
emprendieron el camino hacia el poblado de ella.
Al
llegar al primer poblado, salió una mujer y le dijo: «Amiga, ¿ya
no recuerdas que te había dejado el paraguas? Tienes que
devolvérmelo». Y la mujer fantasma se lo devolvió. Luego
tuvo que devolver el sombrero, la falda, las bragas... hasta que
quedó desnuda. Enton-ces recuperó su forma habitual de esqueleto, y
el chico -aterrorizado- la dejó para volver sobre sus pasosi.
En
el camino de vuelta, intentó encontrar a una chica con quien
casarse. Pero, como antes las había abandonado a todas, ninguna de
ellas quiso saber nada de él. De manera que llegó solo a su
poblado, donde explicó su historia. Sus padres le dijeron: «Todos
tus compañeros se han conformado con una mujer normal, mientras
que tú ambicionabas poseer a la mejor. Pues bien: quien desea
lo mejor, suele quedarse sin nada».
Y,
efectivamente, el chico se quedó soltero y murió sin descendencia.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
La
mujer fantasma cumple, en cierta manera, el papel de agresor propio
del personaje, puesto que engaña al protagonista. La función
principal continúa siendo resaltar la inconsciencia del muchacho,
que le llevará al desastre.
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