La
gallina y el escarabajo habían sido buenos-amigos.
Un
día, la gallina sugirió: «Podríamos trabajar juntos». De manera
que fueron al bosque, desbrozaron una finca y empezaron a cultivarla.
El escarabajo indicó: «Debería volver a casa, porque no me
encuentro bien». Pero no era verdad: lo que quería el escarabajo
era volver a casa para robar el aceite que la gallina había estado
elaborando.
Muchas
otras veces sucedió lo mismo. Y, cuando la gallina regresaba de
la finca, cavilaba: «¿Quién debe ser el que me pilla el aceite?».
Si lo preguntaba al escarabajo, éste respondía con una nueva
patraña: «No lo sé. ¿Por qué no se lo preguntas a los demás?».
Y nunca sacaba nada en claro.
Pero
llegó un día en que la gallina y el escarabajo fueron de nuevo a su
finca. Llevaban un cesto lleno de comida, porque pensaban estar
trabajando todo el día. Sin embargo, el escarabajo repitió la misma
canción: «Tengo que regresar, no me encuentro nada bien». Al
llegar a casa, empezó a recoger el aceite de la gallina.
Y
sucedió que el escarabajo se cayó dentro del aceite. La gallina lo
encontró más tarde braceando, porfiando por escapar. Gritó: «¿No
habías dicho que no sabías quién me quitaba el aceite?».
La
gallina se enfadó mucho, y devoró al escarabajo. De ahí que no se
entiendan: cuando un escarabajo ve a una gallina, intenta
esca-bullirse corriendo; y cuando una gallina ve a un
escarabajo, intenta matarlo con el pico.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
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