Había
una gallina que tenía mucha hambre, y empezó a buscar cacahuetes
para picar. Encontró algunos granos en la terraza de una casa; pero,
en lugar de cogerlos, picó en el suelo y se rompió el
pico-picuelloi.
Se alarmó mucho porque se daba cuenta de que sin el pico no podría
comer más y se moriría de hambre.
Entonces
fue a ver a un zapatero: «Amigo zapatero, se me ha roto el
pico-picuello y pensaba si tú serías capaz de hacerme uno nuevo».
El zapatero le respondió: «Me gustaría hacerte este favor; pero si
te lo coso con los hilos que uso, el roce con el suelo los cortará y
volverás a perder el pico-picuello».
La
gallina acudió entonces al carpintero: «Si me pudieras poner un
pico-picuello de madera, te lo agradecería mucho y me habrías
salvado la vida». El carpintero no tenía una madera suficientemente
dura; así que fue al bosque para buscarla. Pero regresó cansado y
con las manos vacías. Así que la gallina se dirigió a la casa del
albañil.
El
albañil le dijo: «Podría hacerte un pico de cemento. Pero a lo
mejor no aguantarás el peso». La gallina pensó que era mejor tener
un pico de cemento que quedarse sin poder comer. Decidió, pues, que
se lo hiciera. Y, con su nuevo pico, empezó de nuevo a buscar
comida.
Encontró
unos granos de cacahuete en la terraza de una casa. Y, justo cuando
tenía dos granos atragantados en el cuello, no pudo soportar el peso
del pico, que golpeó contra el suelo y se le volvió a romper.
La
gallina comprendió que no tenía tiempo de volver a casa del
albañil, porque antes ya se habría ahogado. Probó a beber un poco
de agua, pero los granos seguían atragantados dificultándole la
respiración.
Entonces
pasó por allí otra gallina, que le preguntó: «¿Qué te ha
pasado?». La otra empezó a contar su desventura: «Estaba buscando
comida; he golpeado el suelo con el pico-picuello, y se ha roto; he
ido a la casa del zapatero para que me pusiera uno nuevo, pero era
difícil porque el roce hubiera roto los hilos con los que suele
coser; luego he acudido al carpintero, por si podía hacerme uno de
madera, pero la madera que tenía no era lo bastante dura y cuando ha
ido al bosque no la ha encontrado de mejor calidad; por fin, el
albañil me ha hecho uno nuevo de cemento; pero no he podido soportar
tanto peso y, al ir a picar un grano de cacahuete, he golpeado otra
vez el suelo y se ha roto de nuevo. Y ahora estaba bebiendo agua para
ver si consigo tragarme estos dos granos que se me han atragantado en
el cuello».
Tanto
y tanto habló la gallina, que los granos se le atragantaron
definitivamente. Y allí mismo murió ahogada: porque, pese a tenerlo
roto, no supo cerrar el pico.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
También
de raíz occidental, es el único cuento encadenado de la colección.
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