En
un poblado había un rey que no ayudaba mucho a la gente. Un día, un
muchacho se levantó y dijo: «Ya sé la manera de que me ayude:
intentaré casarme con su hija». Fue a la casa del rey, que le
permitió la entrada, y le expuso sus planes. El rey contestó: «No
me importa que te cases con mi hija. Pero, para hacerlo, debes
traerme una flor maravillosa que no se encuentra por aquí; una flor
que contiene muchas riquezas».
El
muchacho pidió consejo a su padre, y éste le dijo: «Debes ir a ver
a la curandera Totiya, que es la que más entiende de estas cosas».
El chico hizo caso del consejo del padre, se metió en el bosque, y
al encontrar a la curandera le contó su historia. Totiya le dijo:
«Conozco esa flor y el lugar donde se encuentra. Toma estas hojas
mágicas y haz con ellas un embudo. Cuando llegues al bosque, echa
agua a través de él. y conseguirás que todos los animales feroces,
como el elefante y el tigre, se duerman. Entonces podrás coger la
flor que necesitas»i.
El
muchacho siguió al pie de la letra las instrucciones de Totiya. Al
entrar en el bosque donde estaba la flor, empezó a echar agua a
través del embudo, y todos los animales que iba encontrando quedaban
completamente dormidos. Así pudo coger la flor sin mayor
tropiezo, y llevársela al rey.
Éste
quedó asombrado por la valentía del muchacho: «Hasta ahora, nadie
había conseguido entrar en ese bosque». El rey cumplió su palabra
y dejó que el muchacho se casara con su hija. Una vez realizada la
fiesta, el muchacho cogió su caballo y se llevó a la joven a su
casa, donde vivieron con toda clase de felicidad.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
La
falta de algunas funciones, en este caso la primera función del
donante y la reacción del protagonista, resta elaboración y
verosi-militud a la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario