Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 31 de enero de 2015

La ambicion de una mujer .040

Ndjambu era un pobre pescador que había salido con su cayuco. Encontró un lugar que parecía bueno para pescar, y lanzó su cebo. Al cabo de poco tiempo pescó una carpa, que le dijo: «Si me sueltas, podrás pedirme lo que quieras». Ndjambu le pidió una casa buena, y la carpa explicó: «Vuelve a tu poblado y encontrarás la casa que me has pedido». El hombre soltó a la carpa en el río y al regresar a su poblado encontró a su mujer maravillada porque de pronto se había encontra­do dentro de una casa nueva.
Ndjambu le explicó todo lo sucedido, y la mujer dijo: «Mañana vuelve al río y pídele a la carpa que tú seas el jefe». El hombre así lo hizo. Y la carpa le concedió ese nuevo favor. Cuando Ndjambu regresó a su casa, ya era el jefe del poblado.
Entonces la mujer se dirigió a él para decirle: «Tenemos una fla­mante casa nueva y tú eres el jefe, pero todavía somos pobres. Pídele a la carpa que yo sea una reina y tú seas el rey». Cuando, por la mañana siguiente, Ndjambu montó en su cayuco, fue al lugar donde se encon­traba la carpa y la llamó: «¡Amiga carpa, amiga carpa! Dice mi mujer que yo debo ser el rey y ella la reina. ¿Puedes hacerme este favor?». La carpa le respondió: «No te preocupes. Regresa a tu casa y disfruta de tu nueva situación». Y se zambulló de nuevo en el agua.
Al volver a casa, el hombre se encontró con que era rey y su mujer la reina. Pero ésta no estaba contenta y ambicionaba más: «Ahora pídele que yo sea monja y tú un curai. Y, efectivamente, la carpa se lo concedió.
Cuando Ndjambu regresó a su casa y encontró que su mujer era una monja y él un cura, pensó que su situación ya había mejorado bastante. Pero su mujer le espetó: «Hay que aprovechar la ocasión. Pídele que yo sea la Virgen María y tú San José». Ndjambu se dirigió al río y llamó a la carpa. Ésta escuchó los deseos de la mujer y se sumergió en el río. Al volver a casa, Ndjambu vio complacido que se había transformado en San José y que su mujer era la Virgen María.
Comentó Ndjambu que esto era realmente milagroso. Pero su mu­jer le cortó en seco: «No debes resignarte con tener poco si puedes tener más. Mañana le pedirás a la carpa que tú seas el mismo Dios; y que yo pueda ser la mujer de Dios». Ndjambu regresó al río lleno de ilusión: «¡Amiga carpa, amiga carpa! Dice mi mujer que yo debo ser el mismo Dios, y que ella pueda ser la mujer de Dios». La carpa respon­dió: «Vuelve a tu casa y disfruta con lo que vas a encontrar».
Cuando la carpa se metió de nuevo en el agua, Ndjambu remó presuroso para empezar a disfrutar de su divinidad. Pero al llegar al poblado vio que todas sus riquezas habían desaparecido, se habían esfumado, y que sólo le quedaba la casucha vieja y miserable que poseía antes de pescar a la carpa.
Así es que perdió su suerte a causa de la ambición de su mujer.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055


i Una vez sobrepasado el listón de jefe de poblado, las ambiciones superiores perte­necen al modelo de cultura religiosa europea.

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