Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 1 de enero de 2015

Historia de blondina - Cap V. Buena-cierva

Misino había entrado por un agujero, tal vez hecho ex profeso para él, y había probablemente avisado a alguien del castillo, pues la puerta de la verja se abrió sin que Blondina hubiese llamado. La Princesa entró en el patio y no vió a nadie. La puerta del castillo se abrió también por sí sola y Blondina entró en un vestíbulo de mármol blanco. Después recorrió varias habitaciones suntuosas y al fin percibió en un lindo salón tapizado de oro y azul una cierva blanca recostada sobre un montón de hierbas finas. Misino estaba junto a ella.
La cierva vió a Blondina, se levantó, salió a su encuentro y le dijo:
-Tranquilízate, Blondina, estás entre amigos. Conozco a tu padre el Rey y le quiero tanto como a ti.
-Oh señora -dijo Blondina, si conocéis a mi padre, llevadme junto a él, pues debe de estar muy triste por mi ausencia.
-Mi querida Blondina -repuso Buena-Cierva suspirando. No está en mi poder el devolverte a tu padre, pues estás bajo el poder del encantador del bosque de las Lilas. Yo misma estoy sometida a su poder, superior al mío, pero puedo enviar a tu padre sueños que le tranquilizarán sabiendo que estás conmigo.
-¡De modo -exclamó Blondina horrorizada- que no veré nunca más a mi padre, a quien tanto quiero!
-Querida Blondina, dejemos en paz el porvenir. Volverás a ver a tu padre, pero todavía tiene que pasar algún tiempo. Misinito y yo haremos que, mientras tanto, seas feliz.
Blondina suspiró y lloró un poquito. Después, pensando en que esto era no agradecer las bondades de Buena-Cierva, se contuvo e hizo esfuerzos para conversar alegremente.
Buena-Cierva y Misinito la llevaron al cuarto que se le había destinado. Estaba todo tapizado de seda de color de rosa, bordada en oro, y los muebles eran de terciopelo blanco, bordados admirablemente con sedas brillantes. Todos los animales, los pájaros, las mariposas, los insectos, estaban allí representados. En la pared estaban colgados dos magníficos retratos representando una mujer joven muy hermosa y un encantador muchacho. Los trajes que llevaban atestiguaban su origen real.
-¿De quién son estos retratos, señora? -preguntó Blondina a la cierva.
-Ahora tengo prohibido contestarte, pero lo sabrás más tarde. Es hora de comer y debes de tener apetito. Ven conmigo, Blondina.
La comida fué exquisita y de lo mejor. Blondina tenía hambre; comió de todo y lo halló excelente.
Después de comer bajaron al jardín, donde Blondina halló los frutos más suculentos y además pudo pasearse, correr y jugar a su antojo. Cuando estuvo cansada, dos gacelas (que eran las encargadas del servicio del palacio) la condujeron al castillo, la desnudaron y la acostaron. Y Blondina no tardó en dormirse, no sin haber antes pensado en su padre y llorado amargamente su separación.

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