Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 31 de enero de 2015

Etundji y los animales .037

Etundji, el adivino, estaba harto de vivir a costa de los demás. Se metió en el bosque y encontró la aldea de los animalesi. El antílope estaba preparando la comida mientras los demás se encontraban co­rriendo por el bosque. Dijo el adivino: «Siento mucha hambre. ¿Por qué no me das algo para comer?». El antílope se negó: «¿Cómo te voy a dar nada si todo esto lo estoy preparando para mis compa-ñeros?». Entonces Etundji se enfadó con él y lo mató de un solo golpe. Después comió todo lo que el antílope había preparado.
Al día siguiente volvió a la aldea y vio que esta vez se había queda­do el tigre. Al ver a Etundji, el tigre se puso al acecho: «Ayer alguien se acercó por aquí y mató a nuestro hermano antílope. ¿No serías tú?». Etundji disimuló su contrariedad y respondió: «Nunca había estado aquí. Pero ahora siento hambre. Dame algo para comen». El tigre tam­bién se negó y Etundji, cogiendo su machete, le asestó un golpe mortal y comió todo lo que quiso.
Al tercer día era el elefante el que se había quedado como cocinero en la aldea de los animales. Etundji sabía que aquella comida era exce­lente, y se enardeció cuando también el elefante le respondió con una negativa: cogió una cuerda, se la puso al cuello y, con gran esfuerzo, le levantó. Luego empezó a asestarle cuchilladas, hasta que también el elefante murió.
Cuando los animales regresaron del bosque, estaban atemorizados: el antílope, el tigre y el elefante habían muerto a manos de aquel desconocido que, además, consumía su comida. La tortuga pretendía quedarse al día siguiente, pero los demás no aceptaban que ésa fuera la solución: «Si el antílope, el elefante y el tigre han sucumbido, ¿qué puedes hacer tú?». Pero la insistencia de la tortuga los convenció.
Ésta, a la mañana siguiente, preparó una soga y se escondió debajo de la cama. Cuando Etundji llegó a la aldea de los animales, vio que no se había quedado nadie al cuidado de la comida y creyó que los anima­les estarían atemorizados. Comió abundantemente y se echó en la cama. Entonces la tortuga le echó la cuerda al cuello y lo levantó. Luego lo ató y lo dejó inmovilizado hasta que llegaron los demás ani­males.
Éstos estaban muy contentos por la hazaña de la tortuga, y querían matar a Etundji inmediatamente. Pero éste les aconsejó: «Será mucho mejor que me metáis en un; bidón de agua hirviendo. Tendré una muerte horrible y, si luego queréis comerme, sabré mucho mejor».
La tortuga intentó convencer a los demás animales de que podría tratarse de una trampa, pero no le hicieron caso y empezaron a hervir el agua. La tortuga se marchó hacia el bosque, apesadumbrada.
Cuando el bidón de agua se puso a hervir, Etundji pidió una copa e indicó a los animales que lo miraran con atención. Éstos lo hicieron así y Etundji, con la misma copa que le habían proporcionado, les echó el agua hirviendo por los ojos, les cegó y a continuación les dio muerte.
Etundji tuvo comida, para él y para sus padres, durante una larga temporada. Y sólo la tortuga, que había obrado con prudencia, se salvó de la muerte.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055


i Es una versión distinta del cuento 67 («La astucia de la tortuga y la astucia del hombre»), que aquí se adscribe al ciclo de Ndjambu.

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