Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 20 de enero de 2015

El zorro y la perdiz .713

El zorro, como ya sabemos, siempre es un animal astuto y de parte envidioso. Un día encontró a la perdiz. Y le dice. Y no una vez que la encontró, varias veces, le decía siempre:
-¡Cómo hacés vos para tener hijos tan bonitos, pintaditos, chiquitos! ¡Tan bonitos, tus hijitos! ¡Los míos son feos, amarillos!
Ya la tenía cansada a la perdiz, tanto que le preguntaba:
-¡Cómo hacés vos para tener hijos tan bonitos, pintaditos! Los míos son feos, amarillos.
Le contestó la perdiz:
-¿Sabés lo qui hago? Yo prendo el horno, el horno di hacer pan. Pongo mucha leña, que se caliente bien caliente. Y una vez que está bien caliente, saco todas las brasas, así, así como para hacer pan. Limpio bien el horno, bien limpio. Entonce, pierdo mis hijos en el horno y doy vuelta rápido:
-¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!
Y después los saco. Y mis hijitos salen bien bonitos, salpicaditos, pintaditos. Pero el horno tiene que 'tar bien fuerte porque si arrebata. Y cuando 'tá arrebatado, por eso es lo que sale pintadito, quemadito. Y eso es lo que mis hijitos tienen. Por eso son bonitos. Así tienes que hacer si quieres que tus hijos sean igual a los míos.
-¡Ah! Bueno -dice la zorra, contenta la zorra.
Entonce fue, buscó mucha leña y prendió el horno. Cuando el horno 'taba caliente, caliente, sacó las brasas, limpió bien y metió los zorritos al horno. Y empezó a dar vuelta, ligero, corriendo:
-¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!
Pero, ¡qué pasó!, cuando abrió el horno los pobres zorritos estaban quemados. Se puso a llorar, entonces, la zorra desesperada, y dijo:
-¡Perdiz mala, maldita! Ahora sí que me voy a vengar. Mi has hecho matar mis hijos, mis hijos, mis hijos.
Corrió en busca de la perdiz. Anduvo mucho tiempo. Un día la encontró:
-¡Ahora te encuentro! ¡Ahora te encuentro! ¡Perdiz mala! ¡Mala! ¡Vos mi has hecho matar mis hijos!
-Vos mi has dicho que ti indique cómo hacía yo para que mis hijos sean así bonitos, pintaditos. Yo t'hi indicau. ¿Qué es lo que querés ahora?
-Pero vos no mi has indicau bien y mis hijos si han muerto, si han quemau.
-Miró, zorra, vos no has dau vuelta rápido como yo t' hi dicho. Tenías que dar vuelta rápido y sacarles rápido. La culpa la tenís vos. Vos tenís la culpa.
-No, perdiz, vos tenís la culpa. Ahora te voy a comer, te voy a comer.
-Mirá, zorra, bueno, comeme. Pero antes vas hacer una cosa, si querés comerme.
-Que voy hacer, decime.
-Mirá, no sías tonta, comeme si querés comerme, bien rica, bien rica, bien sazonada. Echame sal, echame pimienta, echame todo condimento. Y después comeme. 'Toy conforme que me comás.
-Bueno -dijo la zorra.
Fue en busca de la sal. Molió la sal, molió pimienta, molió ají. Entonce le dijo:
-Salite, po, perdiz. Parate bien ahora para que te eche todo condimento.
Se puso la perdiz con las alas abiertas y fechó toda la sal y el ají molido.
-Ahora ya 'tá, te como. Ahora te voy a comer rica.
-No, no 'toy rica -le dice la perdiz; también era pícara-. Ante de que me comás, me voy a mover un poquito, así me sazono mejor.
-Bueno -dijo la zorra.
Y se movió la perdiz. ¡Paf! Le tiró toda la sal, el ají, todo en los ojos de la pobre zorra. Y salió volando... Y hasta que la pobre zorra 'taba queriendo limpiarse los ojos, la perdiz ya 'taba libre.
-¡Perdiz mala, pero algún día te voy a encontrar! ¡Perdiz mala, te voy a comer! -dice la zorra.
Se fue murmurando de todo la pobre zorra y pasó otra vez mucho tiempo. Llegó a una laguna la zorra. A una laguna bajo unas peñas altas. Y claro, 'taba arriba sentada la perdiz y la sombra reflejada en el agua. Y claro, la zorra, tonta también, miró la perdiz reflejada en el agua, y ella creyó que 'taba ahí. Y ella empezó a gritar:
-Perdiz bandida, perdiz mala, ahora sí que te como. ¿Crees que porque te has entrado al agua no te voy a comer? ¡Te voy a comer! ¡Te voy a comer!
-Comeme. Primero tienes que tomar toda l'agua si querís comerme -le dice la perdiz.
Estaba contenta porque la pobre zorra si había equivocado. Ella 'taba en la peña y la zorra la vía en el agua. Y la zorra dijo:
-¡Te voy a comer!
Empezó a beber el agua la zorra. A beber, a beber. Cuando ya 'taba hinchada la pobre zorra, ¡qué iba a terminar toda una laguna, no iba a terminar!, y ya sintiéndose mal, empezó a caminar la zorra, porque ya no se sentía nada bien. Y todavía para colmo el camino era feo, que tenía que recorrer para llegar a la cueva. Había muchas tolas, muchas espinas, y como ella era zorra, y como todos los zorros hablaban en quichua, según la leyenda, empezaba a decir:
-¡Ay!, ichu, ichu. ¡Ay!, tola, tola. ¡Ay!, ichu, ichu. ¡Ay!, tola, tola. ¡No me toqués! ¡No me toqués!
Y en una de esas, la pobre zorra, que 'taba tan hinchada, se clavó con una espina y reventó, y se murió, y se salvó la perdiz.

Santusa Osedo, 42 años. Rinconada. Jujuy, 1968.

La narradora es originaria de este lugar lejano de la Puna en donde es maestra de escuela. Es de familia indígena. No habla quichua.

Cuento 713 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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