Ugula
se despidió de su mujer: le habían invitado a una gran fiesta que
debía durar varios años. Aconsejó a su mujer sobre el cuidado de
sus hijos, y partió hacia la gran fiesta.
La
mujer cuidó a sus hijos mientras pudo. Pero la comida se terminó
y, sin tener a su marido en la casa, cada vez era más difícil
alimentar bien a los pequeños. Un día divisó a un loro y le
dijo: «Lorito, ve a la gran fiesta y cántale esta canción a mi
marido:
Loro
malenge malenge caminando,
el
hijo se ha muerto caminando,
la
madre está muerta caminando,
El
loro aceptó el encargo y se dirigió a la gran fiesta. Se posó
sobre uno de los árboles más altos y empezó a cantar:
«Loro
malenge malenge caminando,
el
hijo se ha muerto caminando,
la
madre está muerta caminando,
y
todas las cosas han acabado».
En
la gran fiesta había mucho ruido y nadie le había oído. Así que
el loro repitió la canción. Tampoco le oyó nadie. La repitió una
vez, y otra, y otra... hasta que algunos empezaron a darse cuenta de
que estaba diciendo algo y se pusieron a escuchar. Luego pidieron a
la gente que hiciera silencio y cuando, después de mucho tiempo, lo
consiguieron, el loro repitió la canción:
«Loro
malenge malenge caminando,
el
hijo se ha muerto caminando,
la
madre está muerta caminando,
y
todas las cosas han acabado».
Todavía
repitió el loro muchas veces esta canción, hasta que Ugula se dio
cuenta de que se refería a su propia familia. Entonces se levantó,
dejó la fiesta y se dirigió a su poblado. Una vez allí, se dio
cuenta de que su casa estaba vacía y de que, efectivamente, sus
hijos y su mujer estaban muertos.
Ugula
no pudo soportar el dolor causado por su propia desidia: cogió su
escopeta y se pegó un tiro.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
Kogo
malenge malenge caminando
in
pikin dondai caminando
in
mo da dondai caminando
oltin
don finis caminando.
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