El
sol y la luna bajaron del cielo para hacer una finca. Cada uno de
ellos cultivó durante mucho tiempo, hasta que llegó el día en que
solamente tenían que esperar a que madurara todo aquello que habían
plantado.
Mientras
tanto, sin embargo, sus hijos pasaban mucha hambre. El sol reflexionó
un buen rato y decidió: «No puedo ir ahora a la finca, porque los
cultivos todavía no estarán maduros y no estarán demasiado
buenos». Se quedó en su sitio y no dio nada de comer a sus hijos.
La
luna, en cambio, se lo planteó de esta otra manera: «Ahora los
frutos todavía no están maduros. Pero tendremos que comerlos así,
si no queremos morirnos de hambre». Bajó a su finca, cogió algo de
comida, la preparó y la dio a sus hijos para que comieran.
Los
hijos del sol fueron enfermando, y al cabo murieron de hambre.
Los hijos de la luna, en cambio, sobrevivieron hasta que los
cultivos maduraron.
Por
esta razón, el sol está solo en el cielo durante el día. Mientras
que la luna, por la noche, está acompañada por las estrellas, que
son sus hijos.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
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