Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 1 de enero de 2015

El sermon de san roque

Una vez dicen que fue un cura de Córdoba a predicar a un pueblo el día del santo, que era San Roque. El cura fue de mala gana, porque le habían dicho que en aquel pueblo pagaban muy mal los sermones. Conque llegó el cura y, antes de celebrar la misa, se metió en el confesionario a confesar a la gente. A una mujer que fue a confesarse le dice:
-Señora, usted perdone, pero ¿quiere usted decirme por qué pagan tan mal los sermones en este pueblo?
Y la mujer le contesta:
-Mire usted, señor cura, que yo no quisiera decirle la verdad, pero, si no se lo cuenta a nadie, se lo digo.
Y dice el cura:
-Descuide usted, señora, ¿a quién se lo voy a decir? Si es que quisiera saber por qué pagan siempre tan mal el sermón. Entonces la mujer se lo dijo:
-Pues mire usted, señor cura. Es que los que vienen a predicar casi nunca dicen nada de San Roque, y por eso les pagan muy poco. Siempre que viene algún cura el día del santo a echar el sermón se pone el alguacil debajo del púlpito con una caña y una hoz y cada vez que el cura mienta a San Roque hace una raya en la caña con la hoz, y cuando el cura termina va el alcalde y le paga un real por cada raya. Y eso es todo.
Bueno, pues el cura, como ya estaba avisado, se subió al púlpito y comenzó el sermón así:
-Queridos hermanos: ya saben ustedes que hoy es el día de San Roque.
Y a eso el alguacil, plin, una raya en la caña. Y sigue el cura:
-Y en este día de San Roque todos debemos darle gracias a San Roque.
Y el alguacil, plin, plin, dos rayas. Y sigue el cura:
-¡Oh, bendito San Roque! ¡Sapientísimo San Roque! ¡San Roque arriba y San Roque abajo! ¡Todos adoran a San Roque! ¡Todos a San Roque claman! ¡Todos a San Roque gritan! ¡Hasta las ranas, en vez de croar, dicen hoy: Roque, Roque, Roque!
Y el alguacil, plin, plin, plin, plin..., venga rayas, que no daba abasto. Pero el cura seguía:
-Porque todos le debemos favores a San Roque. Una vez fue San Roque a visitar un pueblo y todos salieron a recibir a San Roque. Todas las mujeres le besaban la mano a San Roque, y los niños le besaban la mano a San Roque, y hasta los hombres le besaban la mano a San Roque, y las mocitas le besaban la mano a San Roque.
Y el alguacil con la hoz: plin, plin, plin... Y el cura que no paraba:
-Y cuando San Roque regresó a su pueblo, también salieron todos a recibirle, y todas las mujeres le besaban la mano a San Roque, y los niños le besaban la mano a San Roque, y hasta los hombres de su pueblo le besaban la mano a San Roque, y las mocitas le besaban la mano a San Roque; en fin, todo el mundo le besaba la mano a San Roque.
Y el alguacil que perdía la cuenta: plin, plin, plin, plin...
-Y como hacía mucho tiempo que había estado fuera de San Roque, que diga, de su pueblo, unos querían que San Roque fuera a ver a un niño enfermo, otros que San Roque curara a un ciego, una mujer que San Roque le curara a su madre, y el marido que San Roque no la curara, uno que San Roque curara a su madre, y la mujer que San Roque no la curara, una que San Roque curara a su hija, que tenía la lepra, y le buscara novio; una que San Roque le quitara el novio a otra; en fin, todos le pedían algo a San Roque, porque San Roque era muy milagroso,
y porque...
En esto sale el alguacil de debajo del púlpito y dice:
-¡Alto ahí, señor cura, que se me ha acabao la caña y voy por otra! Y salta el alcalde:
-¡Eso, eso, pero que sea para partírsela en las costillas como vuelva a nombrar a San Roque!

0.003.1 anonimo (españa) - 075

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