Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

sábado, 31 de enero de 2015

El hijo de ndjambu y el fantasma .022

Ndjambu se había casado con una mujer, que le había dado dos hijos gemelos, un niño y una niña. El hijo, al crecer, decidió ser caza­dor como su abuelo. Éste le había dejado una escopeta, de manera que el chico cogió la escopeta, llamó a sus tres perros, que se llamaban Trunku, Elefante y Escalera, y se fue con ellos al bosque. Cazó unas cuantas palomas, y las trajo consigo a casa, donde las comieron.
Al cabo de un tiempo, Ndjambu contrajo una enfermedad. Y como no conocían el remedio parar curarla, murió. También murió la ma­dre, de una enfermedad parecida. Y así fue cómo los dos hermanos se quedaron solos en el mundo. Y, aunque no tenían a nadie que les ayudara, el chico -con su caza- proveía todo lo necesario para po­der sustentarse.
Un día, estando en el bosque, cazó unas palomas que, al ser alcan­zadas, cayeron en la copa de un árbol. El chico subió a ese árbol y, al llegar arriba, vio que se acercaba un fantasma con un hacha muy afila­da. El fantasma traía muy malas intenciones: «Baja inmediatamente, que quiero matarte porque no quiero que cuentés a nadie que vivo por aquí». El muchacho estaba atemorizado y, naturalmente, no quería bajar del árbol. Entonces se puso a llorar, mientras cantaba:

«Trunku, Trunku, Elefante y Escalera,
mis tres perritos míos valen mucho, y Escalera»i.

Los perros acudieron en su ayuda, y el fantasma escapó corriendo, porque temía a los perros.
El chico regresó a casa y entregó las palomas a su hermana. Pero no le explicó nada de lo sucedido.
A la mañana siguiente emprendió de nuevo el camino del bosque. Divisó al fantasma a lo. lejos, y azuzó a los perros. El fantasma desapa­reció al momento.
Sin embargo, al tercer día los perros se escaparon. El muchacho siguió cazando y, al matar a unas palomas, éstas cayeron de nuevo sobre la copa de un árbol. El chico trepó con destreza y, al mirar abajo, vio que el fantasma le intimidaba: «¡Esta vez no escaparás. Baja del árbol y defiende tu vida!». El chico lloraba, cuando empezó otra vez a cantar la canción:

«Trunku, Trunku, Elefante y Escalera,
mis tres perritos míos valen mucho, y Escalera».

Pero, por mucho que insistiera, los perros se encontraban demasia­do lejos para oírle.
El fantasma empezó a cortar el árbol, hasta que consiguió que el chico bajara. Entonces empezaron una pelea sin cuartel: se golpeaban por el suelo, subían a los árboles, saltaban, se perseguían con furor. Hasta que el fantasma golpeó al muchacho con una extraña raíz y lo partió por la mitad.
La hermana esperaba en casa la llegada de su hermano: las cuatro, las cinco, las seis, las siete... «¿Qué puede haberle pasado? Él jamás llega a casa más tarde de las seis». Las ocho, las nueve, las diez...
Murió de tristeza al comprobar que su hermano no acudía a su espera. Los perros se comieron a las palomas que quedaban en la casa, pero al cabo murieron también, hambrientos. Y la casa, sola y sin recibir ningún cuidado, se fue desmantelando. El espeso bosque ocupó de nuevo aquel lugar.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055


i En la versión ndowe, también me la cantaron en castellano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario