Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 31 de enero de 2015

El hermano rico que no quería casarse .094

Un padre tenía tres hijos. El mayor era un chico muy trabajador. Y con mucho esfuerzo consiguió tener riquezas y ser un hombre muy bien considerado. Al verse rico, pagó las bodas de sus dos hermanos y él mismo, en lugar de casarse como sus hermanos pequeños, quiso emprender un largo viaje. Su padre estaba extrañado por esta postura, pero él le indicó: «No quiero casarme antes de saber las cosas de la vida».
Cuando ya llevaba algún tiempo viajando, encontró a un carpinte­ro: «No te había visto por aquí. ¿Qué buscas?». El chico respondió: «Un lugar donde poder quedarme». El carpintero le ofreció su casa, y allí pasó la noche.
Por la mañana, el carpintero se fue al trabajo. La mujer del carpin­tero se había enamorado del muchacho. De manera que le invitó a almorzar y puso a su hija en la puerta para que les avisara si volvía el marido. Éste se presentó antes de lo esperado. Entonces la mujer dio una piedra al chico y le indicó que se escondiera detrás de la puerta. Cuando el carpintero entró en la casa, el chico le atizó un gran golpe en la cara y salió corriendo hacia la carpintería.
El carpintero llegó a la carpintería con una gran herida en el ojo: «Había alguien escondido detrás de la puerta de mi casa. Cuando me disponía a entrar, me ha atizado un gran golpe y ha salido corriendo, dejándome esta herida en el ojo». El chico no le contó que había sido él mismo quien le había pegado, pero explicó: «Pues yo estaba con una mujer y, al presentarse de improviso su marido, me ha dado una pie­dra y me ha escondido detrás de la puerta para que le atizara». El carpintero comprendió que su mujer le estaba engañando.
Al día siguiente, de nuevo la mujer quería estar con el chico. Cuan­do el carpintero salió para el trabajo, encomendó a su hija que vigilara con atención el regreso del marido, y para ellos dos preparó un buen almuerzo. El marido regresó al cabo de poco rato. La hija les avisó, y esta vez la mujer metió al muchacho dentro de un baúl.
Cuando el marido vio que la mesa estaba puesta, se enfadó mucho y quiso prender fuego a la casa. La mujer le dijo: «Por lo menos deja que saque este baúl, porque es el que traje de mi casa cuando nos casamos». El hombre accedió y prendió fuego a la casa. Y, cuando ya estaba reducida a un montón de ceniza, vio con desesperación que no había salido nadie.
El chico huyó. a toda prisa. Y, al volver a casa de su padre, le dijo: «Ahora sí que voy a casarme, porque ya conozco las cosas de la vida». El padre le buscó una chica, y se casaron: porque podía mantenerla, y porque sabía qué debía hacer para que no le engañara.
Efectivamente, un tiempo después hubo un hombre que quería cometer adulterio con la mujer del chico. La mujer no quería contárse­lo, pero él lo advirtió por la forma de mirarse. Entonces la llamó y le dijo: «Ya sé lo que está pasando aquí. Si no me lo quieres contar, te daré una soberana paliza». Ella se lo contó, y así evitó que le engañara. Pudieron, desde entonces, vivir sin problemasi.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055


i Esta segunda secuencia, innecesaria, sirve solamente para reforzar el carácter mora­lizador y didáctico del cuento.

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