Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 31 de enero de 2015

El gallo de ndjambu .014

Ndjambu vivía con sus dos mujeres. En medio de las dos cocinasi tenía un gallinero, pero las gallinas no le interesaban. Así qué las fue regalando a sus mujeres para que se las comieran. Por fin solamente quedó un gallo muy grande. Entonces las llamó y les dijo: «Ya os habéis comido todas las gallinas. Pero no quiero que toquéis a este gallo. Yo me voy a visitar a un amigo, que me dará un gallo para comer. Luego le invitaré yo a casa, y también quiero ofrecerle un gallo. O sea que no debéis tocarlo».
Ndjambu se fue y, efectivamente, su amigo le agasajó matando un gallo para él. Mientras tanto, Ngwakondi mató al gallo de Ndjambu y echó las plumas detrás de la cocina de Ngwalezie. Al regresar Ndjambu con su amigo, mandó a las mujeres que mataran al gallo y que lo prepararan para comer. El gallo, naturalmente, no apareció. Entonces Ndjambu se enfadó mucho y empezó a buscar las plumas para saber cuál de las dos mujeres se lo había comido. Al encontrarlas detrás de la cocina de Ngwalezie creyó que era ésta la que había matado al gallo. Y, a pesar de sus protestas, la mató.
Ngwakondi estaba satisfecha, porque se había desembarazado de su rival. A partir de aquel día, cuando regresaba por las tardes de la finca se paraba en la tumba de Ngwalezie y cantaba y bailaba sobre ella esta canción:

«Estoy llorando a mi rival.
Yo comí lo ajeno y tiré la basura
detrás de su cocina. Estoy llorando a mi rival.
Comí del sudor de los otros
y tiré la basura en su basurero»ii.

Las demás mujeres que volvían de la finca se extrañaban de que Ngwakondi se quedara cada tarde en la tumba de la otra. Empezaron a espiarla y, al darse cuenta de lo que todo aquello significaba, fueron a contárselo al propio Ndjambu. Éste no les hizo el menor caso.
Un día, Ngwakondi empezó a bailar de nuevo sobre la tumba de Ngwalezie mientras cantaba su canción. Al poner el pie sobre la tum­ba, le quedó enganchado. La mujer gritaba: «¡Por favor, Ngwalezie, déjame!». Puso el otro pie, y también quedó pegado. Quiso despegarse con una mano, y también le quedó enganchada. Y luego la otra mano, y el culo al quedar sentada, y la espalda.
Cuando Ndjambu advirtió que su mujer no regresaba a casa, llamó a las mujeres que habían ido a la finca para preguntar por ella. Éstas sabían que Ngwakondi se paraba cada vez sobre la tumba de Ngwale­zie, de manera que se dirigieron allí y encontraron a la mujer con todo el cuerpo pegado a la tierra. Ngwakondi tenía mucho miedo, y lo contó todo. Después de su confesión, Ndjambu y las mujeres intentaron sa­carla de allí pero no pudieron.
Y a la mañana siguiente, al volver con más ayuda, comprobaron que aquella mala mujer, Ngwakondi, ya se encontraba muerta.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055

i Cada mujer ocupa una cocina, que se construye independientemente de la casa.

ii Niyandi mbanameo yo yo
niyandi mbanameo yo yo
ngwe nadjaka botukao
navugaka bevuduo
djayi dja mbanameo. 

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