Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 26 de enero de 2015

El chico que parecia una chica .029

Un hombre y una mujer tenían muchos hijos. Uno de ellos se parecía tanto a una chica que toda la gente del poblado lo creía. Y, al hacerse mayor, muchos hombres quisieron pedir su mano. Sus padres siempre los rechazaron a todos, hasta que un día vino un hombre de un poblado lejano y accedieron a sus pretensiones.
Al llegar al poblado de su marido, el chico no quería acostarse con él, porque sabía que en realidad era un hombre y sentía vergüenza por el hecho de que sus padres hubieran aceptado aquel matrimonio. Nun­ca iba a la playa y la gente empezó a sospechar que pasaba algo raro.
El hermano de su marido, Etundji, pasaba por ser un adivino. Hizo un agujero en la pared del cuarto de baño, y cuando el chico iba a bañarse le observaba con atención. Un día le contó a su hermano mayor que se había casado con un hombre. Éste no le creyó, y se irritó tanto que le amenazó con matarle.
Etundji, sin embargo, no tenía miedo a su hermano. Extendió el rumor por todo el poblado, hasta que el jefe congregó a toda la gente: «Para que todos sepamos la verdad, el próximo domingo todas las mujeres se bañarán desnudas en la playa». Algunos hombres no esta­ban de acuerdo: «Con lo fea que es mi mujer... yo la tenía escondida en casa, y ahora todos verán que no tiene ningún atractivo». El jefe man­tuvo su orden y cada cual marchó a su casa.
Excepto el chico. Éste se adentró en el bosque, preocupado por lo que sucedería cuando todos vieran que era un hombre. En el bosque, encontró una casucha donde vivía una anciana que era adivina y cu­randera. El chico le contó su problema, y la anciana dijo: «No debes preocuparte, porque has acudido al lugar adecuado. Yo sé cambiar el sexo de la gente. Muchas otras veces lo he hecho». Entró en su habita­ción y regresó con una cesta llena de atributos sexuales femeninos. El mismo chico pudo escogerlos y la anciana, con sus hechizos, se los co­locó.
El chico ya era una chica de verdad. Así que esperó tranquilamente a que llegara el domingo. Todas las mujeres habían acudido a la playa, tal como se había ordenado. La chica fue la última en llegar. Y, cuan­do todos observaban con expectación lo que se iba a descubrir, desnu­dó su cuerpo. Y era el cuerpo de una mujer. Su marido, al verlo, la abrazó efusivamente y se la llevó a casa, donde se acostaron juntos por primera vez.
La gente se irritó con Etundji: «Decías que eras un adivino, y lo único que has hecho es extender la mala fama de una persona inocen­te. Le apresaron y le dieron muerte, porque quien miente puede des­truir al pueblo con sus palabras».

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat


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