Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 8 de enero de 2015

Bueno, el leñador anonimo

En una casita de troncos, en la montaña, vivía un leñador. Tenía un nombre tan difícil que sus amigos habían decidido llamarle simplemente Bueno. Nunca había hecho daño ni a una mosca; al contrario, siempre estaba dispuesto a hacer favores y a ayudar a todo el mundo.
Una mañana de invierno alguien llamó a su puerta. Bueno se levantó a abrir y se encontró a una urraca. El ave llevaba la cabeza envuelta en un pañuelo de lana.
-¡Croac, croac! -dijo la urraca. Por favor, ayúdanos. La nieve cubre el campo y el bosque y no podemos encontrar nada de comer. Tienes que decirle al sol que se ponga a brillar; si no moriremos todos de frío y de hambre.
-¿Yo? ¿Ir al sol a decirle algo? ¿Cómo? -murmuró el leñador.
-No tengas miedo -le respondió la urraca. El erizo volador te llevará junto al sol. Mañana por la mañana, te vendrá a buscar.

Bueno se pone en camino

A la mañana siguiente, Bueno estaba tan ilusionado con la idea del viaje que casi se le olvidó desayunar.
Ya se veía ante el sol, pidiendo ayuda para sus amigos los animalitos; estos estaban tan hambrientos, que Bueno se puso a llorar de pura tristeza.
«No seas tonto -se dijo a sí mismo, de nada sirve llorar».
De pronto, se dio cuenta de que convendría ¡levarle algún regalo al sol, pero... ¿qué llevarle?, ¿qué podría gustarle al sol? -se pregón-taba el leñador.
Recorrió con los ojos la habitación hasta que encontró un objeto que le pareció un buen regalo: ¡el despertador! Lo cogió de la mesita, le dio cuerda para que sonara a las ocho y fue al encuentro del erizo volador.

El viaje al sol

Bueno se quedó mirando al erizo mientras se preguntaba cómo montarse encima sin pincharse. Al fin, hizo una raya entre las púas, las aplanó y se subió encima. «Es como si estuviese montado en una alfombra» -se decía, mientras el erizo volaba hacia el sol.
Sobrevolaron nueve montañas y a continuación nueve bosques. Cuando encontraba una montaña demasiado elevada, el erizo plega
ba las alas, se enrollaba alrededor de Bueno y, hecho una bola, ascendía la pendiente. Al final llegaron junto al sol. Al leñador le costó un rato acostumbrarse a tanta luz. Luego, pudo ver que el sol estaba casi dormido.

Junto al sol

El leñador, un poco asustado, dijo así al sol:
-Buenos días, ¿cómo estás? El sol abrió un poco un ojo y preguntó:
-¿Quién eres? ¿qué es lo que quieres? Bueno explicó quién era, de dónde venía y la razón de su visita. Le contó el frío que estaban pasando los pájaros, las liebres y los ciervos del bosque.
-¿Y qué es lo que traes en la mano? -le preguntó el sol.
-Es un regalo que te traigo: un despertador -respondió el leñador. Se pondrá a sonar a las ocho.
-¿Tan pronto? -preguntó el sol.
-¿Es demasiasdo pronto para ti?
-Un poco, pero no importa. Ponlo para que me despierte a las siete -dijo el sol. Voy a brillar muy fuerte y la nieve se derretirá. Tus amigos los animales encontrarán su comida y los niños podrán ir al colegio guiados por mi luz.
Así, aquel año la primavera se despertó muy temprano en las montañas que estaban junto a la casa del leñador.


0.999.1 anonimo cuento - 063

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