Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 12 de septiembre de 2014

La guerra de animales .527

Una vez iba un grillo por un caminito, caminando despacito. Y en eso venía un tigre y lo pisó. Entonce le dijo el grillo:
-No, no sea así. Porque me vea chico no me pise. Si yo puedo ser tan capaz como usté.
-¡Qué va ser tan capaz!
-Le hago una guerra.
-¿Para cuándo?
-Para mañana.
-A ver. Los vamos a juntar.
-¿En dónde?
-En tal parte. En aquella loma. Al otro lau 'e la loma. Usté junte sus animales y yo voy a juntar los míos.
El tigre juntó el lión, juntó el gato, juntó el zorro... Todos esos animales más feroces, de garras.
El grillo juntó la avispa, la abeja, el abejón, avispas silvestres, matarañas, y así, todos esos insectos malos.
Bueno, al otro día fue, se juntaron.
Que le dice al zorro, como ha sido más curioso, que le dice el tigre:
-Andá vé, a vé que clase 'e gente tiene mi enemigo.
Se fue.
-¿Qué dice, señor Grillo?
-Acá 'toy.
-Y su gente, ¿ánde la tiene?
-Áhi 'tá.
Había en unos arbolitos, unas pelotas de avispas, de abejas...
-¡Y qué va hacé con eso! Allá -que dice- con los enemigos que traiga el tigre. A manotones los van a matar. A vé -que le dice- larguemé uno o dos para verlos.
Y fue y le largó unas avispas. Áhi lu agarraron por las orejas, por la cola, lu hacían gritar al zorro. Y si alzó. Y se zampó en una laguna con agua. Lo dejaron. Se fue.
-¿Qué se ve? -le dijo el tigre.
-Nada. Unos montones de hormigas tiene -que le dice.
-Si nu hay necesidá -que le dice- que haga nada usté.
-Voy ir a ver.
Se fue el tigre.
-Buenos días, señor Grillo.
-Buenos días.
-¿Ya 'tá preparado para la guerra, ya? -que le dice.
-Ya. Áhi tiene sus enemigos. Ahí,'tán ésos.
-Pero, qué va hacer con ésos. Ni necesidá que vengan mis compañeros. Yo no más.
Fue y le pegó una cachetada a un montón. Y lu agarraron por las orejas, por la cola, por todos laus. Y el zorro le gritaba di allá:
-¡Al agua como hice yo! ¡Al agua como hice yo!
Es claro, él ya sabía que lo habían picau y él se metió al agua. Y el tigre se metió al agua. Y así se salvó.
No lo quiso peliar más al grillo. Ganó el griíto con los animales chicos.

Julián Aguilera, 65 años. Las Barranquitas. Pringles. San Luis, 1971.

Cuento 527. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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La guerra con el sapo .514

El tigre era acostumbrado a ir a tomar agua en un pozo en lo más tupido del monte. Y cuando estaba tomando agua, el sapo, que estaba debajo, y no lo vio el tigre, le dijo:
-¡Epa!, ¡amigo!, no me vaya a pisar. Vea que hay gente.
Le contesta el tigre:
-¡Of!, yo creía que era bosta 'i vaca.
Entonce, el sapo le dice:
-No se burle, amigo, yo le puedo hacer una guerra.
Y áhi no más se desafiaron y se dispusieron a peliar. Fijan día y lugar donde iba a ser la pelea.
Para ese día el tigre había reunido a toda su gente. Eran cuchis del monte, leones, osos hormigueros, zorros.
Y el sapo había reunido toda clase de avispas: carán coloráu, carán negro, lachiguanas, balas, guancoiro.
Entonce, el tigre fue al campamento adonde iba a ser la batalla. Antes de acercarse mucho mandó al sobrino, a don Juan, a preguntarle al sapo si ya 'staba listo para la batalla. Entonce el sapo le hizo contestar:
-¡Que venga no más!
Y áhi, cuando salió con su ejército, el tigre, al sobrino que hacía como de secretario, centinela, asistente, lo mandaba de trecho en trecho y preguntaba y gritaba:
-¡Mi sobrino!
Y el otro contestaba:
-¡Aquí voy!
Cuando llegaron al campo de batalla ordenan los dos:
-¡Avancen, muchachos!
Y las avispas del sapo se vinieron y se juntaron con la gente del tigre, y los enloquecían. Y locos se revolcaban. Y el zorro no sabía qué hacer. Y el tigre bramaba, y siempre le gritaba:
-¡Mi sobrino!
Y el zorro le gritaba:
-¡Al agua, tío! -había habido una laguna cerca.
Cuando vio el peligro se escondió en el montecito, en medio de los yuyos, y de áhi le gritaba:
-¡Al agua, tío!
Y el tigre no lo oía, hasta que lo oyó y se metieron todos al agua. Y áhi recién se salvaron.
Y ganó así la batalla el sapo.

Andrólico Gil Rojas, 60 años. Santiago del Estero, 1953.

El narrador es Director de escuela, jubilado. Ha publicado un volumen de cuentos recogidos de la tradición oral.

Cuento 514. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La guerra .520

Una vez el lión tenía unas higueras a medias, y el quirquincho había entrao a robarle brevas. El lión lo había pillao y se fue a correrlo. Entonces el quirquincho se l'enculao y se habían desafiado a una guerra.
El lión se había juntao tigres, liones, lobos, zorros, todos esos bichos más malos, y el quirquincho se había juntao todos esos bichos de flecha, avispas, abejas, bumbune, y se había ensillao un suri, y él se había ido con los porongos llenos de cada lao, y los había bajao en el lugar indicao, donde iba ser la guerra.
Y bueno, al primer encuentro, el lión había mandao un zorro a atacarlo al quirquincho, al ver qu'el quirquincho iba solo.
Y al llegar, el quirquincho le había aflojao un poquito al porongo de las avispas. Y le pegaron una batida al zorro que se metió al agua. Se revolcaba en la tierra, se refregaba en los montes y eso no más han visto los otros, y tomaron el hilo disparando todos por una loma.

Agapito Gaitán, 33 años. Guanchín. Chilecito. La Rioja, 1950.

El narrador es originario de la región. Buen narrador.

Cuento 520. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La guerra .518

Dice que una vez estaba el tigre echau en una sombra. Había comiu una ternera, dice, y 'taba lleno. Y los mosquitos lo molestaban, dice. Y les tiraba unos manotones. Y otro manotón, y otro manotón. Y se le volvían a las barbas los moscos. Que dice:
-¡Ay, estos animales tan ordinarios, sólo pa molestar sirven! Si los destrozaría a todos.
-¿Y qué vas hacer? -que le dice una avispa que li había bramau en las orejas. ¿Qué vas hacer? Vos sos grande.
-Te golpeo -es que dice.
-Por una apuesta -dice, yo te 'vía peliar, yo te vía hacer una guerra.
-¡Meta! -que dice, y se levanta el tigre.
-Vamos hacer una guerra -dice, y el que pierda tiene que abandonar la comarca. El otro va quedar áhi.
Si había ido la avispa y li había avisau al guanquero, a la abeja, a la lechiguana, a la bala, al bumbul, al San Jorge, al iliguanche, a toditos los bichos esos bravos pa picar.
Y el tigre, dice, había pegau un bramido, dice, y lu había llamau al león, al zorro, al perro, a todos los carniceros.
Y han formau la línia de batalla. Ha hechu un campo parejo, dice.
Y han hecho al fin el encuentro y han veníu las avispas, los guanqueros y se les habían pegau, dice. De los ojos no podían, del hocico, sí, que tenían un pedacito limpio, pero del anca áhi tenían el pedazo redondo, grande, sin pelo. Y di áhi se les habían pegau todos. Dice que disparaban los bichos, se sentaban y araban con la cola y disparaban. Hasta que se habían hecho una reunión lejos. Que dice un joven:
-Lo único que tenimos pelau es el ocote -que dice. Aquí, dice, se vamos a sacar el ocote y lo vamos a poner aquí.
Se 'bían sacau los ocotes y los 'bían amontonau.
Y habían vuelto a la carga. Dicen que mientras tanto las abejas y los otros ya 'taban en línia, esperandolós. Habían vuelto a la carga, les tiraban mordidas, zarpazos, colazos. Y nada, los otros si habían ganau en lugar de triunfo. Y claro, dice, y el güeco más grande le habían llenau, dice. Y habían disparau peor. Los galgos, qui habían ido primero, dice, qui atinaban al ocote que pillaban, se lo ponían y disparaban.
Así que si habían puesto los más lerdos los bultos que 'bían quedau atrás, que si habían puesto los ocotes que 'bían sobrau. Y se los 'bían cambiau, pues. Por eso cada vez que se encuentran, que se huelen el ocote pa ver si no es el que si han puesto cambiau, éste, a ver si recuperan el de ellos.

Perfecto Bazán, 49 años. Belén. Catamarca, 1968.

El último motivo es el del cuento muy conocido Por qué se huelen los perros.

Cuento 518. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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La garrapata y el avestruz (versión española) .480 b

Habían sido el avestruz y la garrapata. Se habían puesto de acuerdo para correr una carrera, pero antes, la garrapata había hecho subir otra garrapata en las ancas del avestruz, cuando éste ni cayó en cuenta, desde las patas. Y se pusieron a la par el avestruz y la garrapata. ¡La maula!, habían salido corriendo carrera. El avestruz corría como tonto, y a una distancia como de dos kilómetros, dos sillas estaban puestas para que se siente el que gane. El avestruz corría muy ligero, y corriendo llegó y se sentó. ¡Carajo!, la garrapata había venido en el jamón, y le dijo:
-Cuidao, amigo, no me vayas a apretar. Yo ya estoy en la silla.
Las garrapatas habían sido dos, una quedó, la otra vino prendida en el avestruz.

Jacinto Carpio, 69 años. Villa Salavina. Santiago del Estero, 1951.

El narrador relata en español con la misma naturalidad con la que ha dado su versión quichua.

Villa Salavina, centro de la zona quichuizante de Santiago del Estero, es uno de sus pueblos más antiguos.

Cuento 480 b. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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La fiesta en el cielo .539

Era un águila con un sapo. El águila lo vio lindo al sapito, gordito, y lo quería comer. El sapo no se daba cuenta. El águila lo invitaba. Dice:
-Vamos al cielo, dice, que hay una fiesta muy grande.
Y el sapo dice:
-En el cielo, pero, ¿cómo hago, dice, para ir a semejante altura? Yo no puedo. Apena ando a la rastra puel suelo.
Dice:
-No, dice, pero yo te voy a llevar, dice. No te preocupés. Yo te llevo, dice.
-Pero no, dice. ¡Qué voy a ir!
-Sí dice, si hay de todo. Hay moscas (que es lo que le gusta al sapo), hay maripositas, de todo. Allá hay una fiesta grandísima, dice, te vas a divertir mucho.
Y tanto lo conquistó, entonce el sapo dice:
-Bueno, dice, vamo entonce.
-Sí, cómo no. ¡Vas a ver cómo te va gustar!
Claro, el águila lo agarró con las garras y lo llevaba al sapo. Iba... volaba, volaba siempre. Siempre remontando, siempre remontando. Cuando estuvo a una altura más o menos, que a él le pareció que se iba a matar el sapo cuando cayera, lo largó. Y el sapo venía para abajo... Y en el viaje decía mientras venía cayendo:
-¡Si de esta salvo y no muero, no quiero más fiesta al cielo!
Claro, porque la fiesta era en el cielo. Dice:
-Si de ésta salvo y no muero, no quiero más fiesta en el cielo.
Y cayó en el suelo. Y no sé cómo el pobre sapo se salvó muy mal herido.

Aníbal Aldana, 50 años. San Pedro. Buenos Aires, 1969.

Marinero. Nativo de San Pedro.

Variante del cuento tradicional.

Cuento 539. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La fiesta en el cielo .538

Dice que todos los años iban las aves a una gran fiesta en el cielo.
Una vez, cuando 'taban preparando el viaje, oyó el sapo que ya 'taban por hacer viaje. Salió el cuervo con su guitarra porque era guitarrero. Dejó un ratito la guitarra a un lado y áhi fue el sapo y se metió en el hueco de la guitarra sin que lo vieran.
Llegó el cuervo al cielo junto con todas las aves. En cuanto dejó la guitarra un ratito áhi, salió sigiloso el sapo y se presentó entre los invitados a la fiesta.
-¿Cómo habrá subido el sapo? ¿Con quién habrá venido? -decían todos.
Bueno, todos comieron y cantaron y bailaron. También tomó parte de la farra el sapo.
Cuando llegó la hora de volver, el sapo, calladito, se le metió en el hueco de la guitarra del cuervo. A todo esto, el cuervo lo vio y no dijo nada. Entonces se dio cuenta cómo había llegado al cielo.
Entonce el cuervo se puso la guitarra a media espalda y venía volando hacia abajo, claro, de regreso a la tierra. Cuando calculó que era la mitá del camino, tumbó la guitarra y cayó el sapo como una pedrada, para abajo. Ya se dio cuenta que se iba a estrellar en la tierra. Entonces empezó a gritar:
-¡Piedras hagansén un lado! ¡Hagansén un lado que las voy a partir!...
Se pegó un tremendo golpe. Se machucó y se lastimó por todo el cuerpo. Y ése fue el origen de las manchas que tiene el sapo macho, no la hembra.

Pedro Sanón, 58 años. Santa Rosa. Garay. Santa Fe, 1969.

El narrador oyó este cuento de niño en su comarca nativa. Me lo narra en una de las Islas Lechiguanas, mientras realiza su trabajo de marinero.

Cuento 538. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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La fiesta del cielo .548

Dice que Juan Zorro tenía fama de güen cantor y guitarrero. De todas partes lo envitaban, pero como era tan pícaro, en todas partes hacía sus hechurías.
Todos los años hacían en el cielo una gran fiesta para las aves, claro, como tienen alas pueden llegar a las alturas. El zorro se moría de ganas de ir a esa fiesta. Entonce le dijo a l'águila:
-¿No me podís llevar a la fiesta del cielo? Llevame, llevame.
-Sos muy desfachado. ¿Cómo podís presentarte ande 'tán los angelitos y Dios? -le decía l'águila.
Tanto le rogó Juan que l'águila lo llevó. Cantó y bailó que daba gusto verlo, pero al rato nomás hizo sus hechurías. Primero comió todas las frutas que encontró. Casi dejó los árboles sin frutas. Eran frutas que él no conocía. Y para pior, tomó chicha hasta macharse. Y áhi se durmió en un rincón. Caído, machado, 'taba por áhi.
Las aves si aprontaron para bajar y como l'águila no lo vía, ni si acordó de Juan.
Cuando Juan se recordó, nu había nadie, y no sabía cómo bajar. Áhi los angelitos li han hecho una soga larga y lu han largado. Li han recomendado que se porte bien.
El zorro como es tan pícaro y tan palangana venía insultando a todas las aves que encontraba. Él venía orgulloso porque bajaba del cielo. Al cuervo li ha dicho cabeza pila, y a los loros lengua seca. Y áhi lu han picotiao y li han cortado la soga. Y empezó a cáir el zorro y gritaba:
-¡Piedras, hagasén un lao que las parto! ¡Hagasén un lao!
Y cayó y se reventó entre las piedras y se desparramaron todas las frutas qui había comido. Las semillas de esas frutas del cielo nacieron en la tierra. Y de ese viaje del zorro al cielo hay algarroba, y chañar, y mistol, y todas las frutas que de cuanta nu había en la tierra.

Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

Gran narrador.

Cuento 548. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La chuña y el zorro y la boda en el cielo .542

Resulta de que la chuña 'taba un día a la orilla del río y pasaba por áhi el zorro y le dice:
-¿Qué 'tás haciendo?
-Estoy esperando que se haga hora. La modista me tiene que traer el vestido para irme a una fiesta que hay en el cielo.
-¿Qué fiesta hay en el cielo? -dice.
-Hay un casamiento. No sé quien se casa -dice. Creo que el tero con la paloma, no sé -dice. No sé cual es el casamiento, pero hay una fiesta grande.
-¡Ay! -dice- por qué no me llevás -le dice el zorro.
-Pero, ¿cómo te voy a llevar? -dice. ¡Cómo cres que te puedo llevar!
Y dice:
-De cualquier forma nos arreglamos. Llevame a la fiesta, yo tengo muchos deseos de ir a ese convite.
Entonce la chuña le dice al zorro:
-Mirá, yo voy a consultar con los otros animales y si te quieren recibir te llevo, y si no, no.
Bueno... Se fue la chuña y conversó y los otros dicen:
-Llevalo. Si el zorro es un calavera, es buen guitarrista, cantor. Lo llevamos como sea.
Entonce le dice:
-Bueno, mirá -dice. Te va llevar el cuervo que es más forzudo que yo. Llevá tu guitarra. Te meté dentro de la guitarra y el cuervo te va a atar bien en su lomo y te va llevar.
Así hicieron. El zorro se metió en la guitarra y el cuervo lo llevó.
Cuando llegó al cielo, ¡qué!, era una fiesta con abundancia de todo. Y el zorro diciendo chistes, haciendosé el gracioso, en fin, haciendo lo posible de ser simpático. Agarraba la guitarra, cantaba coplas. Tocaba el erquencho. En fin, todo lo que podía hacer, hacía el zorro. Pero lo otros animales, pícaros, le daban de tomar. Mesa que se acercaba, mesa que al zorro le daban de tomar. Entonce se agarró una borrachera espantosa. Y el cuervo lo apuraba:
-¡Vamos! ¡Vamos ya! ¡Que yo me tengo que ir! Ya 'tá por amanecer.
Y el zorro si ha quedau borracho durmiendo en el cielo. Cuando se ha despertado, lu han ayudado a que se largue en una soga. Se ha venido bajando cuando han pasado unos loros. El zorro pícaro los ha insultado y los loros li han cortado la soga y él ha cáido y si ha muerto despedazado.

Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.

Cuento 542. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del zorro y del sapo .501

El zorro jugó con el sapo. Jugó una carrera.
-¿Y usté qué hace?
-Yo recorro mucho y hago mucho trabajo -que dice el zorro.
-Y bueno, vamo hacer una jugada.
-A ver si me gana -le dice al sapo, el zorro.
Y entonce así como varean lo caballos que corren una carrera, varearon.
Y entonce, al tiempo de largar, que le dijo el zorro:
-¡Vamos!
Y salió el zorro a toda juria y el sapo se le agarró en el cogote de un salto.
Entonce, cuando sujetó el caballo, el zorro, al tiempo que sujetó el caballo, 'taba allí el sapo, adelante. Y le dijo el zorro:
-¿De ónde viene, amigo?
-Acá 'toy.
Y ganó el sapo.

Gervasio Pailacura, 62 años. Catán-Lil. Neuquén, 1954.

Hijo de araucanos. Ha cursado dos grados de la escuela primaria.

Cuento 501. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del zorro y del sapo .498

Una güelta el zorro se reía de los trancos tan cortitos del sapo. Entonce el sapo le dijo que él era más ligero que cualquier zorro y que le corría una carrera. El zorro le dijo que güeno, seguro de ganarle, pero el sapo lo embromó.
Se juntaron el día que habían dicho y prepararon todo y vieron la cancha para correr. Y entonce largaron. Al salir corriendo el sapo se le prendió de la cola al zorro. Cuando llegaron a la raya, el zorro se dio güelta para ver a dónde venía el sapo, y el sapo se largó de la cola y le gritó al zorro:
-¡Primero! ¡Primero! Te gané lejo. Hace un rato que te 'stoy esperando en la raya.
El zorro no salía de la sorpresa cómo podía haber llegado ante el sapo. No tuvo más que reconocer que el sapo había ganado. Bajó la cabeza y se jue. El sapo se reía lo que lo embromó al zorro.

Juan Abrate, 45 años. Campo Dardatti. Castellanos. Santa Fe, 1953.

Buen narrador.

Cuento 498. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del zorro con el sapo .503

Jugaron una carrera el zorro con el sapo. El zorro decía que le ganaba al sapo, pero le ganó el sapo.
Cuando salieron corriendo la carrera, el sapo se prendió di atrás del zorro, de la cola del zorro. El zorro tiene la cola con pelos largos, una cola grande, por eso no se daba cuenta qui áhi 'taba bien agarrao el sapo. Y el sapo 'taba áhi, en la cola 'el zorro. Al llegar a la raya, saltó adelante el sapo, y le ganó al zorro. Le ganó no más.

Ignacio Lemuñín, 25 años. Piedra Mala. Junín de los Andes. Neuquén, 1960.

Hijo de araucanos. Ha cursado todos los grados de la escuela primaria.

Cuento 503. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del suri y la garrapata .490

Después que el suri perdió la carrera con el sapo, lo desafió también para una carrera, la garrapata. El suri acetó. 'Taba seguro, ¡claro!, que qué podía correr la garrapata. Jugaron con la condición de que el que se sentara primero en una silla qu'iban a poner en la raya, ése ganaba.
El día de la carrera, el juez de raya, como no la vía a la garrapata, le dijo que avisara cuando 'tuviera lista. La garrapata sube por la pata del suri, se coloca en la cola, y grita que 'tá lista. Y se larga la carrera. El suri corrió sin darse mucho apuro. Llega a la raya, da la güelta para sentarse en la sía y áhi le grita la garrapata:
-¡No me aprete, don Suri, que yo 'toy primero!
Y claro, le ganó la carrera.

Rosario Gómez, 65 años. San Vicente. Córdoba, 1952.

La narradora es mujer del pueblo. Oyó contar muchas veces el cuento.

Cuento 490. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del suri y la garrapata .479

El suri y la garrapata hicieron una carrera.
Entonces se pusieron a la par para largarse, ya en la cancha, ¿no? y largar. Pero la garrapata ya le había subíu por la pata al suri, ¿no?
Largaron ya. La garrapata ya se le había prendíu de la corota al suri, y le ganó.
El otro por zapatiar allá, y ella ya había saltau. Cuando llegó, se sentó el suri, y le dijo la garrapata:
-Oiga, amigo, no me aprete, porque yo ya llegué.
Ella había ido prendida en el upite del suri.

Rita Vera de Barrionuevo, 91 años. Santiago del Estero, 1970.

Cuento 479. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del suri y el sapo .478

El suri y el sapo hicieron una apuesta, cuál corría más rápido.
El avestruz aceptó el desafío. Confiaba en su velocidá. Pero el sapo se había confiado en su picardía. Y es así como trazó el recorrido de la carrera a la orilla de un río. Y el sapo hizo distribuir a todos sus parientes, simulando una especie de posta, de manera que largaron la carrera, el avestruz a grandes zancadas salió corriendo y el sapo se arrojó al agua. El avestruz miraba hacia el agua y como no aparecía el sapo, aflojó un poco el paso. Pero que, llegando a la primera arboleda, ve al sapo que se arroja nuevamente al agua y dice:
-¡Caramba!, en qué momento me ha pasado.
Y tomó ya un ritmo loco de carrera. Llegando a otro lugar, lo ve al sapo que estaba esperando a la orilla del agua. Y dice:
-Te estoy esperando.
Y se largó nuevamente el sapo al agua.
Y así llegó jadeante al final de la carrera y lu encontró al sapo muy orondo esperandoló ya a la orilla del río. Y él no se dio cuenta del engaño que había sido objeto, y áhi perdió la apuesta con el sapo, el avestruz. Hizo especie de posta con todos los parientes mientras corría el avestruz. Los fue escalonando a la orilla del río.

Manuel José Victoria, 50 años. Santiago del Estero, 1970.

El narrador dice que este cuento se conoce en toda la Provincia de Santiago del Estero.

Cuento 478. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del suri y del sapo .488

En una reunión se desafiaron a correr el suri y el sapo. ¡Claro!, el sapo no tenía partidarios ninguno. ¡Quién iba a crer que el sapo iba a ganar! Así se jugaron muy mucho dinero al suri. Y ya buscaron ande iba a ser la cancha de la carrera, y nombraron al juez de raya. Y ya fijaron también el día de la carrera. La carrera iba a ser de dos cuadras.
El sapo jue y buscó cinco sapos más o menos del mismo tamaño d'él. Los puso a media cuadra a cada uno; el último lo puso en la misma raya ande terminaba la carrera. Ya vino el juez y las autoridades que buscan para las carreras. Y ya se prepararon y el juez les grita que larguen la carrera. Y ya salieron. Pero el suri es avariento, y con disimulo le pega una patada al sapo y lo tira para atrás. Él sigue corriendo muy tranquilo. Cuando a la media cuadra ve que el sapo va saltando adelante. Hizo lo mismo, le pegó una patada al sapo, y siguió. A la media cuadra, otra vez el sapo que va corriendo adelante. Y ya le entró apuro al suri y empezó a correr más y más. Y cuando él llegó a la raya, el sapo ya la había pasau a la raya, y ganó la carrera el sapo.

Rosario Gómez, 65 años. San Vicente. Córdoba, 1952.

Mujer de pueblo. Buena narradora.

Cuento 488. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del suri con el sapo .489

Que el suri era muy engréido porque nadie lo podía alcanzar. Y no había quén le ganara a correr. Sólo boliandoló lo podían agarrar. Y que un día se réiba del sapo y le dice que le corre una carrera. Que el sapo le dice que sí.
-Di un tranco qui haga le vuá ganar -que dice el avestruz.
El sapo que puso como dos docenas de sapos escondidos en los pastitos por donde iban a correr. La fila larguísima, no más, que 'taban los sapos.
Y salieron corriendo. En la primera encarada no más vio el avestruz que saltó el sapo adelante. Otro trechito, y otra vez el sapo saltó adelante. ¡Qué pucha!, y empezó a correr más el avestruz. Y daba unos trancos y unas encaradas, y otra vez el sapo iba adelante. ¡Qué pucha!, y empezó a ladiar el avestruz y se espueliaba con las alas. Y se apuraba, ¡y nada!, siempre le saltaba el sapo más adelante. Y cuando llega a la raya, qui áhi 'taba ya el sapo. Y le ganó no más. Y el avestruz se quedó espueliandosé no más. Y se quedó enojado, ¡claro!, porque era muy envidioso y engréido, que se créiba mejor que todos.

Susana O. de Romero, 76 años. Alta Córdoba. Córdoba, 1952.

Mujer de pueblo. Buena narradora.

Cuento 489. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del sapo y el zorro .499

Era una apuesta que hizo un sapo con un zorro. Tenían que correr una cantidá de metros. Lo único que exigía el sapo es que fuese al oscurecer.
Entonces, en la raya, largan la carrera. Y el zorro sale muy rápido, pero ve que delante de él va saltando el sapo. Así llegan a la raya, y cuando llegan, ya 'tá el sapo esperandoló. No se podía esplicar nunca el zorro lo que había ocurrido, y era que el sapo buscó una cantidá de compañeros y los ponía a dos metros de distancia y siempre iban saltando delante del zorro. Así ganó la carrera el sapo.

Marcos Aguirre, 58 años. Azul. Buenos Aires, 1969.

El narrador oyó este cuento en el fogón de una estancia cuando era niño.

Cuento 499. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

La carrera del sapo y el suri .506

Era un baile de todos los animales. Había fieras, animales chicos, grandes, de cuantos animales hay. El lugar 'taba lleno de gente. El avestruz entró, saludó y se puso en un rincón. Y notó que pisaba algo. Y alguien le dijo:
-¡Epa! ¡Compañero, no me pise!
Y al ver el avestruz que era un sapo, le dijo:
-Perdone, amigo, yo creí que era una bosta de vaca.
Y áhi discutieron y el sapo le dijo que él era muy créido de lo que valía, y que él le podía correr una carrera y se la iba a ganar. Y el avestruz se réiba del sapo. Y áhi planearon la carrera. Y hicieron el trato, que el sapo corría por los yuyos y el avestruz por el camino. Y en la raya, a la llegada, había un mortero y áhi tenía que sentarse el ganador.
Cuando largan la carrera, el sapo se vio que pegó dos o tres saltos y el avestruz lo tiró lejo. Y viendo que no tenía competidor, miró para atrás, y en eso sintió el avestruz que le dijo el sapo entre los yuyos:
-¡Metalé, compañero, que vamos prendidos, al lado!
Entonce el avestruz pegó otra zancada y lo dejó atrás y empezó a caminar. Pero volvió a escuchar:
-¡Metalé, no se achique!
Entonce se dio cuenta que la cosa no era tan fácil.
Entonce el avestruz corrió hasta la raya. Y al sentarse en el mortero, vio con asombro que el sapo ya estaba en el mortero y que había pasado la raya.
Pero, ¿qué había pasado? Que entre los sapos se convinieron para ponerse, de trecho en trecho, por donde hacían la carrera, y cada uno iba a dar un saltito cuando llegara el avestruz. Como son todos del mismo corte de cara, no se distinguen, y todos parecen el mismo. El último se había escondido adentro del mortero y cuando iba a llegar el avestruz, salió. Y así le ganó el sapo la carrera al avestruz.

Baldomero Terraza, 73 años. Rawson. Chubut, 1969.

Gran narrador, mentado en la región.

Cuento 506. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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La carrera del sapo y el suri .476

Resulta que se desafían una vez a correr una carrera el sapo y el suri. El sapo le dice al suri:
-Yo voy a correr.
-Pero qué vas a correr vos. No me vas a ganar a mí.
-Ya vas a ver vos. Yo te desafío. A vos no te importa que gane o que pierda. La cuestión es que yo te desafío. Áhi tá la puesta.
Y hicieron una apuesta. No sé cuántas cosas. Llamaron testigos. Y se fijó el día y la hora para que se corra la carrera. El suri dice que conversaba con sus amistades:
-Qué me va ganar el sapo a mí. Yo de dos trancos ya 'toy en el lugar de la llegada y ¡chau!
Pero el sapo pícaro había buscau a todos sus congéneres y les había dicho:
-Mirá, dice, yo li he desafiau una carrera al suri, y le tenemos que ganar. Dice, ustedes quedensé cada uno enterradito. A tal distancia enterrau.
Y como el sapo se entierra, pues, bajo la tierra, queda como si no hubiera nada.
El sapo se pasó una noche dele enterrar a todos los sapos, a lo largo, hasta la llegada de la carrera, desde donde se largó.
Y al día siguiente van los jueces. No sé si era el quirquincho y el zorro, creo que eran los jueces a revisar todo el trayecto que tenían que recorrer y no ven nada, pues. Se vuelven, y ya es la hora de largar la carrera. Cuentan:
-Uno, dos y tres...
Y empieza el sapo a los saltos. Saltaba y saltaba y saltaba... Y el suri iba más tranquilo, no más. Cuando ya se empezó a asustar porque vio que de aquí le brotaba el sapo, y de repente ya brotaba muchos metros más adelante, y brotaba más adelante... Y el suri quería ganarle. Ya nu había caso, nu había caso. Como que el sapo llegó primero y lo burló no más al suri porque había uno en cada lugar.

Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.

Cuento 476. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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