Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 11 de mayo de 2014

El zorro comilon .434

Dice que entró el zorro a una despensa por un aujerito muy chico, que agata podía pasar. Y áhi se puso a comer de todo. Y comió tanto que se puso muy panzón. Y cuando quiso salir por el mismo aujerito no podía salir. Forcejió y forcejió toda la noche... y ¡nada!, no podía salir. Y ya venía el amanecer, y al zorro le entró miedo. Y no sabía qué hacer. Y ya oyó ruido de los dueños de casa que venían. Y otra vez empezó a forcejear desesperado, pero no conseguía hacer pasar su panza llenita e hinchada. Y ya vio que lo iban a matar.
Y ya sintió que entraba gente a la despensa, y como último recurso s'hizo el muerto. Se tiró duro en el suelo.
Ya entró el dueño en la despensa y cuál no sería su sorpresa cuando ve este zorro muerto áhi adentro, y entonce dice:
-¡Pero, ve! ¡Cómo habrá entrau este zorro! ¡Por dónde habrá entrau! Y se ve que ha comíu de todo hasta que si ha empachau, y si ha muerto.
Y no sabiendo qué hacer con el zorro muerto áhi, lo agarra de las patas y lo tira para ajuera. Y en el aire no más reaiciona el zorro, y cayó parado, y salió corriendo. Áhi li animaron los perros, pero ¡jue pucha!, ni el polvo se le vía ya. Y así se salvó.

Reyes Barrera, 90 años. San Vicente. Capital. Córdoba, 1952.

Asilo de Ancianos. Es el mismo narrador que me dictó cuentos en su comarca natal en años anteriores.

Cuento 434. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El zorro astuto .450

Había una vez un patrón que tenía un perro que cuidaba las ovejas. Un día se lo encontró un zorro. Éste le pidió una oveja porque tenía hambre. El perro estaba flaco y no lo podía pelear ni defenderse. Entonces le dijo el perro al zorro:
-Si usté me hace engordar, yo se la doy hasta muerta.
El zorro quedó pensando. Al rato le dijo:
-Bueno, mirá, yo me la como y allí cerca me escondo. Vos decile al patrón que te la ha comido el zorro. Y cuando venga el patrón salí buscandomé. Yo voy a disparar. Entonces te hago una gambeta y vos te caís. Y van a ver que te has cáido de flaco. Así hizo el perro y al ver el patrón que el perro se caía, lo engordó un poco. Y cada vez que el zorro le comía una oveja, el perro lo salía a correr, pero no lo agarraba nunca, porque no quería.
Un día el zorro se fue a comer charqui al real del perro. Éste tenía allí vino en una bota. El zorro comenzó a chupar hasta que se emborrachó. Una vez borracho comenzó a cantar. Entonces lo sintieron otros perros y allí lo mataron al zorro que había hecho engordar al perro y a la vez había engordado él.

Francisco López, 45 años. Covunco. Picunches. Neuquén, 1952.

Hacendado culto. Oyó el cuento a peones de campo.

Cuento 450. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El viejo arador .379

Éste que era un viejo que andaba arando con una yunta de bueys. Cuando un día viene un tigre y le come uno de los animales. El pobre hombre no lo pudo defender. ¡Qué iba hacer contra el tigre!
Ya andaba muy triste y tenía que arar como Dios le ayudaba con un solo buey. Un día andaba arando, y viene el tigre a comerle el buey único que tenía. Cuando 'taba por comerlo, viene llegando Juan del Campo y pensó que lo iba a salvar a este pobre hombre. Entonce le grita Juan del Campo achatado entre unos yuyos, haciendosé muy enojado:
-Amigo ¿no ha visto por áhi un tigre, que lo ando por matar?
El tigre se asustó muchísimo crendo que eran hombres que lo querían cazar, y le dijo al hombre que le dijiera que no.
-No, señor -contestó el arador que 'staba más muerto que vivo.
-¿Y qu'és eso que overea áhi? -volvió a gritar Juan del Campo.
-¡Decile que son porotos! -le pedía por favor el tigre.
-Son porotos overos, señor.
-Bueno, entonce, echalos a ese saco, que 'stá áhi.
-Echame -que le dice el tigre.
-Ya los hi echau.
Cosele bien la boca.
-Hacete el que me cosís -que le dice el tigre, ese hombre se ve que es muy malo.
El hombre se aprovechó y lo cosió lo mejor que pudo al saco.
-Ya 'stá -que le dice.
-Dale con el ojo 'el hacha.
-Hacete el que me pegás, pero no me vas a lastimar -dice el tigre.
El hombre lo agarró a ojazos al tigre, y lo mató.
Ya vino el zorro y se hizo ver, y el hombre le agradeció que lo había salvau de que le comiera el tigre el buey, y que lo comiera a él.

Felisa Chaves de Páez, 56 años. San Agustín. San Juan, 1947.

Gran narradora.

Cuento 379. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El tigre, el zorro y los carneros .415

Después que el zorro le hizo muchas burlas al tío, el tigre, muy enojado, lo siguió buscando. A los pocos días lo ve en un pastizal en donde andaba comiendo una gran majada de ovejas. Juan andaba por robar un cordero. Entonces el tigre se acercó sigilosamente y logró atrapar al zorro.
El zorro áhi no más le inventó un cuento. Le dijo que lo andaban buscando para que sirviera de juez entre dos carneros que discutían cuál era más ligero. Y él había visto, en esos días, que estos dos carneros andaban en ese pleito y lo aprovechó, y le inventaba un encuentro. El tigre aceptó y el zorro fue a hablar a los dos carneros que andaban siempre peleando. Y los carneros también aceptaron. Entonce el zorro lo puso al tigre en un lugar y los dos carneros a la misma distancia y les dijo que tenían que encontrarse en donde 'taba el tigre y toparse. Y el zorro dispuso todo y dio la voz de ¡aura! Y los carneros, que tenían miedo al tigre, vieron la oportunidá de matarlo. Salieron corriendo a gran velocidá y llegaron al mismo tiempo ande 'taba el tigre y lo dejaron por muerto, en el suelo, con las costillas rotas. Cuando lo vio desmayado al tigre, el zorro se fugó otra vez y la majada de ovejas se disparó también.
Juan siguió ambulando por los campos.
Cuando se repuso el tigre siguió su persecución.

Silvano Arístides Hernández, 61 años. Mar del Plata. Buenos Aires, 1958.

Variante del cuento tradicional.

Cuento 415. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El tigre, el peludo y el zorro y la guerra .533

Era el tiempo en que había dos bandos entre los animales, el bando del tigre y el bando del peludo. El peludo tenía su gente, la tortuga, el piche, la mulita... El tigre tenía también su gente, el león, la pantera, el leopardo, el zorro. El zorro le servía de chasque al tigre; era el que llevaba todos los mensajes. Una vez, el tigre necesitaba más tierra para su guarida. Entonces lo mandó al zorro a pedirle más tierra al peludo que tenía mucho campo. El peludo le mandó a decir que no le iba a dar nada. Entonce se enojó el tigre y le dijo que se la iba a dar a la fuerza, y que le iba hacer una guerra. Entonce se puso muy triste el peludo y no sabía con qué gente lo iba a poder resistir.
Iba por un camino, el peludo, muy triste y se encontró con una abeja reina. Entonce la abeja le preguntó por qué estaba tan triste. El peludo le contó el desafío del tigre y la abeja le dice:
-¿Qué piensa hacer?
-Entregarle todo lo que tengo porque yo no tengo gente para peliar.
-No, no -le dice la abeja, mandelé a decir al tigre que venga con su gente y que usté no le tiene miedo. Yo lo voy a defender.
-Pero, cómo me va ayudar si usté es tan chiquita.
-Sí, soy chiquita, pero somos muchas.
Entonce viene el zorro nuevamente y dice:
-Manda a decir el tigre que le dé campo y si no que vaya preparando la gente, porque él ya viene con su gente.
-Que venga -le contestó el peludo.
La abeja reina que estaba presente le dice a las otras abejas:
-A ver mi gente, en una banda sola, unos a los ojos y otros a la cola.
Entonces las abejas lo agarraron al zorro y se le prendieron unas en los ojos, en el hocico, y otras en la cola. El zorro salió disparando, loco de dolor, pero no podía hacer nada para defenderse. Entonces se tiró a un arroyo y así se libró de las abejas.
El zorro se secó al sol y pensó que no le iba a decir nada al tigre. Se fue y le dice:
-Manda a decir el peludo que venga pon su gente, que no le tiene miedo y lo espera.
Salió el tigre furioso con su gente. El zorro lo seguía de cerca. Llegaron a la propiedá del peludo. Todas las fieras iban bramando muy enojadas.
Cuando llegaron, dice la abeja:
-A ver mi gente, en una banda sola, unas a los ojos y otras a la cola.
Salieron las abejas y se les prendieron a los animales feroces por la cabeza y la cola. Se querían defender, pero no podían. El zorro, entonces, les gritaba de lejos:
-Al agua compañeros..., al agua como lo hice yo... Pero tuvieron que disparar todos y lo dejaron dueño de todo al peludo.

Valentín Iriarte, 55 años. Chasicó. Tornquist. Buenos Aires, 1950.

Trabajador de campo. Buen narrador.

Cuento 533. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El tigre y la liebre .460

Había un tigre muy malo que vivía en una quebrada. Este tigre se estaba matando a todos los animales de la quebrada. Los mataba de vicio y se comía el que más le gustaba.
Un día el zorro les dijo a los animales que le hicieran un trato: que todos los días le iban a enviar un animalito para que él lo comiera y no matara de vicio a los otros. Al tigre le gustó el trato. Bueno, tenía que ir todos los días un animalito de la quebrada y era para que lo comiera él. Uno u otro se sorteaban. Al que le tocaba tenía que ir. Y le tocó a una liebre. Y en lo que va había un pozo. Cuando se allegaba se reflejaba en el agua, ¿no?, y eso le formó una idea. Jue ande estaba el tigre.
-¿Pórque háis llegado tarde?
-No, es que me ha teníu atajada el jaguar. 
-El jaguar es otro bicho parecíu al tigre, más chico, ¿no?. Mi ha atajau, no me dejaba pasar, me quería comer a mí. Yo le dije que venía pa que me comiera usté. Y él dijo que si era así le iba hacer arreglar las cuentas a usté, ¿no?
-¿Quén, el jaguar?
-Sí.
Vaya a decirle a ese charlatán, que si no sabe que no hay ninguno más poderoso que yo -dice.
Ya le fue a decir. Pegó la vuelta y se jue.
-Aquí está enojau -dice y se arrima el tigre confiau.
-Ahora vas a ver.
Y áhi se enojó tamén el tigre y ya enseñó las garras, las uñas. Y el otro, de abajo del agua, tamén le enseñó las uñas. Le dio tanta rabia que tiró un salto. ¡Al agua jue a dar! Y el pozo tenía agua mucha. Y áhi entraba a nadar para un lado y otro.
-¡Qué bien que nada, señor majestá! -dice la liebre. ¿'Tá fresca l'agua?
Qué l'iba a contestar el tigre de allá, chapaleando de un lau para otro. Al último ya se cansó, se jue abajo y se augó.
Muy alegre el zorro y los demás animales por la alvertencia de la liebre, siguieron viviendo tranquilos en ese campo.

Delfín Prado, 75 años. Cortaderas. Chacabuco. San Luis, 1968.

Campesino. Oyó el cuento a un viejo narrador cuando él era niño.

Cuento 460. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El tigre y el zorro y el pozo de balde .464

Una güelta se encontraron el tigre y el zorro, muertos de sé los dos. No había agua por todo ese campo ande andaban. Entonce empezaron a hablar. El tigre andaba cayendosé de sé y no tenía juerzas pa correrlo al zorro. Entonce el zorro le dice al tigre:
-Yo sé un lugar ande hay agua, mi tío. Vamos a tomar agua áhi. Es un pozo de balde.
Y se van. Y entonce el zorro por más diablo le dijo:
-Bueno, mi tío, yo voy a bajar primero en el balde -le dijo. Y después, cuando yo haga seña, usté levante pa arriba el balde y baja usté. Como usté es más pesado se puede golpiar si baja primero.
Bueno. Así jue. El tigre lo bajó al zorro. El zorro tomó toda l'agua que quiso y l'hizo seña al tigre, y lo subió en el balde. Después le tocaba al tigre, y le dijo el zorro:
-Bueno, mi tío, yo lo bajo a usté, a usté le toca. Yo lo voy a bajar despacio pa que no se golpie.
El tigre se metió en el balde y el zorro lo bajó despacio. Tomó mucha agua el tigre y l'hizo seña al zorro pa que lo saque. Entonces el zorro le dijo:
-Siga tomando agua, mi tío. Yo no lo puedo sacar porque 'ta muy pesau.
Y lo dejó adentro del pozo, que era hondo, al tigre. El zorro tenía miedo que lo mate el tigre, y lo dejó adentro no más.

Manuel Conte, 66 años. Estancia La Calera. Palmar de Colón. Colón. Entre Ríos, 1970.

El narrador es peón de estancia.

Cuento 464. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El tigre y el zorro .371

Una vez que andaba muerto de hambre el tigre. Se encontró con el zorro y le dijo que lo iba a comer. Entonce el zorro le dijo que no, porque era muy chico, que iba a ser un solo bocado. En cambio, que en el campo que andaba un arador y le dijo que a él lo coma, que lo coma con bueyes y todo. Entonce el tigre le ha dicho que bueno, y si ha ido a enfrentarlo.
Y el zorro le ha dicho que él le va salvar la vida, al hombre. Y le ha dicho el zorro todas las preguntas que le va hacer él de arriba 'e la loma.
Y el tigre que ya lo iba a cazar al hombre y pega el grito el zorro, haciendo la voz gruesa.
Entonce que dijo el tigre que ésos eran los cazadores. Y se ha quedau áhi, achatadito.
Y el zorro li ha preguntau si ha visto al tigre que lu anda buscando. Y el tigre le decía lo que le iba a contestar. Y el hombre le ha dicho que no.
-Y ¿qué es eso overo que 'tá áhi?
-Son porotos, señor.
Entonce li ha dicho el zorro que los ponga en la bolsa y ate la bolsa.
Entonce lo pone adentro al tigre y le ata la bolsa.
Entonce el zorro le dice que le pegue con l'ojo 'e l'acha que se ajusten las costuras.
El hombre le pega con l'ojo 'e l'hacha hasta que lo mata y se salva.

Hugo Martín, 15 años. Plaza de San Pedro. Fiambalá. Tinogasta. Catamarca, 1970.

Alumno de la escuela primaria del lugar.

Cuento 371. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El tigre y el toro y la guerra entre animales de garras y de flechas .508

Una vez, dicen que el tigre tenía una cuevita en una aguada. Un charquito que gotiaba de una vertiente, en una barranca. El toro lo encontró la aguada. Como no anda bien con el tigre, el toro se bebió todo l'agua. Y ya se dio vuelta. Ha bostiado y lo dejó ensuciado al agua.
Cuando vino el tigre pa tomar, la ha encontrado toda sucia. Entonce el tigre le buscó al toro pa peliarlo. Y lo encontró en una cueva -el toro tenía también su cueva.
Y claro, como los dos son rivales. El tigre también le tenía miedo. El toro le ganaba siempre. El tigre salta sobre el lomo, y el toro lo clava con el asta.
Bueno. Se han encontrau. Quedan un día de peliar. Han indicau un día para peliar.
Tenían que peliá cerca 'e la cueva del toro. Entonce el tigre ya ha invitado su ejército. Y su ejército se componía de todos los bichos grandes, con garras, los osos, leones, tigres, zorros. El tigre ha rugido pa llamar sus compañeros. Y ha juntado un ejército grande.
Pasó como cuatro o cinco días. Y el toro 'taba así no más. Él estaba afilando las astas no más. Y va el escarabajo, y lo habla, lo saluda:
-Buen día, señor Toro. ¿Y qué va hacer usté solo? El tigre tiene un ejército muy grande y en tal parte 'tá reunido. Si quiere yo lo voy ayudar.
Y el escarabajo se ha compadecido del toro; como siempre él hace su bolo de la bosta de vaca, donde se rodea la hacienda. Por eso quería ayudar al toro.
-Yo lo voy a ayudar.
-Qué vas hacer vos, acatanca -le dice el toro.
-Como no -que le dice- yo traigo animales de flecha y los van a vencer a los de uñas.
Y le había acetado que le ayude, el toro.
-Entonce yo le voy a juntar mis amigos.
Él subió, entonce, al cerro más alto, y empezó a hacer su canto: rom... rom... rom... En seguida vienen los que tienen alas y flechas, avispas, San Jorges, Guancoiros de todas clases. Y así ha juntado y tenía los cerros llenos. 'Taba hirviendo la cueva de bichos.
Y ya llegó el día de peliar, de la batalla.
Y diz que el tigre dijo:
-Tiene que ir una patrulla a oservar.
Y como el zorro es más adelantado, que dice:
-Yo voy a ir -y salió a oservar.
Y el escarabajo ya ha instruido a su ejército, a sus soldados. En el momento del combate 'taban designados dos a los ojos y dos bajo la cola. Áhi tenían que flechar ellos al enemigo.
Y la instrucción del tigre era, a todos, atacar y peliar encarnizada-mente.
El zorro ha ido como de patrulla. Pero como el escarabajo 'taba alerta, lo ha visto. Le mandó cuatro: dos lu han flechau en los ojos y dos en la cola. Y el zorro desesperado se revolcaba y se ha dado unos golpes y no se podía defender. No se desprendían los enemigos. Menos mal que había un charco di agua, y si ha metido en el agua. En el agua ya se salieron los enemigos, pero 'taba con los ojos hinchados, no podía ver. Entonce el zorro no volvió, ha quedau por áhi, enfermo.
Cuando pasó más tiempo, el tigre ordenó que siguieran, que no esperen el zorro, que algo le pasó. Entonce ha elegido un aban-derado. Y ha dicho el abanderado:
-Como yo voy adelante, siempre que alce la cola, vamos ganando la batalla; cuando baje la cola, ya 'tá perdido la batalla -y ya había que disparar.
Y entonce, cuando el tigre ordenó, marcharon todos los tigres, los osos, los liones, los zorros.
Y cerca de la cueva del toro salieron todos a atacar. Y muchos, como son chiquitos, no se le ven. El escarabajo ordenó a los de flechas: ¡al encuentro! Lo primero que han hecho, atacar al abanderado. Y el abanderado, de tres chuzazos no aguantó más. Al primero, saltó; al segundo, dio un brinco en el aire, y al tercero, se disparó. Y los atacaron a todos. Así que era una batalla muy peliada. Los animales de uña se daban golpes en la tierra, en las plantas, quebrando gajos, se revolcaban, 'taban enloquecidos, que no sabían cómo defenderse. Y salió perdiendo el tigre, se disparaba todo su ejército. Y entonce que aparece el patrulla, el zorro y que gritaba:
-Tiresén al agua, tiresén al agua, así mi hi salvau yo.
Y áhi si han salvau algunos. Con los ojos hinchados no distinguían nada.
Perdió el tigre. Y el toro ni ha salido de la cueva, y ya tenía la batalla ganada.
Y el toro muy agradecido se ha despedido del escarabajo y el escarabajo si ha ido con sus amigos, y yo m' hi venido para acá.

Jacinto Cala, 40 años. Agua Caliente. Cochinoca. Jujuy, 1958.
Nativo de este lugar lejano de la Puna. De familia colla.

En el cuento tradicional no intervienen animales domésticos, como en éste.

Cuento 508. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El tigre y el quirquincho bola .521

Una vez se dijustaron el tigre con el quirquincho bola. El enojo fue tal que se declararon en guerra. El tigre buscó todos los animales más grandes y de garra, liones, panteras, zorros, pumas, perros, gatos, en fin, cuantos eran temibles.
Por su parte, el quirquincho juntó todos los de aguijón, avispas, bumbunes, abejas, que fue colocandolós en dos porongos. Ya alistados los ejércitos, el tigre mandó al zorro para que hable con el quirquincho y acuerden acerca del día y lugar donde se llevaría a cabo la batalla. Se presentó el zorro quen habló al quirquincho de esta manera:
-Ya el señor Tigre tiene listo su ejército ¿y usté qué gente va a presentar?
El quirquincho mostró al zorro sus dos porongos diciendolé:
-Aquí tengo a mi gente.
El zorro rió sarcásticamente:
-¡Cómo me gustaría ver a sus soldados y conocer su capacidá!
-Muy bien -contestó el quirquincho, quen no demoró en sacar dos avispas de uno de los porongos, las que atacaron al zorro.
El zorro al sentirse flechado se revolcaba, daba saltos, se enloquecía y corrió a meterse en el río. Luego todo hinchado y dolorido llegó adonde estaba el tigre. El tigre le preguntó si qué le había pasado por lo que venía así.
-Hi peliado con todo el ejército enemigo, le puedo asegurar a usté que no los harán nada. El puñado de soldados no alcanza a llenar dos porongos y mañana los esperan.
Al día siguiente el tigre fue con todo su ejército. El tigre como jefe, se había colocado arriba de un bordo, y de pronto, sin comprender lo que pasaba, vía que toda su gente se revolcaba y se golpiaban como enloquecidos entre una polvareda. Como los bichos se desbandaron por todos lados, llegaron unas avispas que pusieron en desesperante situación al tigre. El zorro que se había colocado en un buen escondite gritaba riendosé:
-Corran al agua, como lo hice yo.
De esta manera el quirquincho venció al tigre.

Que pase por un zapato roto
y que usté me cuente otro...

Gregorio Herrera, 61 años. El Bordo. General Belgrano. La Rioja, 1950.

Nativo de la región. Buen narrador.

Cuento 521. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El tigre y el gato y la treta .458

El tigre, vio, que es un animal malo y siempre anda para matar, para cazar. Y entonce el gato salió también a este recorrer, a cazar lauchas, esas cosas, o liebres, vio, que también mata. Y entonce iba por un caminito. Y el tigre también venía, pero no sabía ninguno de los dos. Y se encontraron en el camino. Claro, el gato cuando lo vio al tigre se sorprendió, se quedó. Entonce el tigre le dice:
-No si asuste, amigo -le dice.
-No -le dice el gato, no, yo no mi asusto, pero, siempre me gusta sé prevenido.
Dice:
-¿Quién es usté?
-Y, yo soy el gato. ¿Y usté?
-Yo soy el tigre.
-¡Ah! -le dice, usté es el tigre -le dice el gato. Así que usté, por nombre sé, que usté es un hombre malo.
-Sí -dice, pero no -dice, yo no soy malo -dice el tigre.
Dice:
-Pero yo sé -dice el tigre- que usté es un hombre, que usté, gato, es muy ágil.
-No -dice, no soy muy ágil -dice.
Bueno... Y dice:
-¿Para dónde va? -le dice el tigre.
-Yo voy para allá. ¿Y usté?
-Yo voy para allá -dice.
Y dice:
-Bueno -dice.
'Tuvieron ahí.
Entonce dice el tigre:
-Bueno -dice, yo voy a seguir viaje.
-¿Y usté va seguí pu este caminito? -dice.
-Sí, voy a seguí este caminito.
-¿Pero va ir pu el mismo camino pu ande vine yo?
-Sí, por áhi voy a ir -dice.
-Yo voy a ir por acá -dice el tigre.
Pero el tigre ya con mala intención de comerse al gato. Y el gato lo malició. Bueno, áhi le tuvo tomando dato el tigre al gato. Dice:
-Pucha, dice, yo, mire, dice, a mí me gusta, dice, aprender muchas habilidá -le dice el tigre- y yo sé que usté es un hombre muy ágil. Y entonce, dice, me va a enseñar usté, dice, a ver la agilidá suya.
-Sí, cómo no -le dice el gato. ¡Cómo no! Sí, yo le voy a enseñar.
Y le enseñó de qué manera él cazaba, cómo hacía pa defenderse cuando lo sosprendía un animal... Todo le enseñó muy bien. Entonce el tigre le tomó esos datos para matarlo a él. Entonce ya sabía por donde lu iba a tropellar porque el tipo le esplicaba la agilidá d'él. Bueno... Y entonce cuando ya le esplicó todo, tuvieron áhi, dice el tigre:
-Bueno -dice. Bueno, amigo, dice, muy encantado, si somos amigos, dice, nunca vamos a tener nada.
-Bueno -dice el gato, muy bien yo también tengo confianza en usté. Bueno, hasta otro día.
-Hasta otro día.
Se fue. Pero, ¿qué pasó? El tigre le dijo:
-¿Usté va a seguí por este camino?
-Sí -dice el gato, yo voy a seguir por acá.
-Yo voy a ir por acá -dice.
Pero qué, lo que pasó. Pegó la vuelta y se le ganó adelante, pa matarlo, pa comerlo. Y se le echó en la güella. Y el gato venía. Pero el gato sabía lo que él le malició. Dijo:
-Este ¡juna gran siete! me va hacé una trampa, u me quere comé, pero no me va comé.
Y venía el gato mirando, desconfiando. En una de ésas, y en una de ésas lo vio, y cuando lo vio el tigre lo saltó. Y claro, cuando lo saltó, el gato es muy ágil, cuando lo saltó, el tigre con la rabia que venía, el gato pegó el salto pa atrás. Le quedó como dos metros atrás. Y el tigre le erró el saque. Entonces, cuando l'erró, le dice:
-Miesca, compañero, dice, había sido ágil, dice, pero esa esplicación usté no me la dio -le dice.
-¡Ah! -le dice el gato. Si yo te doy esa explicación ¿con qué me defiendo? -le dice.
Y lo jodió áhi.
Áhi termina el cuento.

Pedro Nieves, 47 años. Ingeniero Jacobacci. 25 de Mayo. Río Negro, 1971.

Campesino. Ganadero. Modesto propietario.

El uso de dice como muletilla, en ciertos párrafos, debilita la narración.

Cuento 458. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El tigre y el gato .457

El gato es un animal primitivo al tigre, mayor. Y fue el que le enseñó todas las costumbres, la manera de vivir, de mantenerse, de cazar, de afilarse las uñas, de peliar, de alimentarse, ir qué sé yo. Le enseñó todo el gato al tigre. A pesar de ser más grande, más poderoso, tiene las costumbres y tiene los mismos sistemas del gato. Entonce dice que el gato le enseñó. Y como el tigre no tiene tanta flesibilidá en el cuerpo como el gato, algunos trabajos le cuesta hacerlos.
Una vez dice que andaba el tigre con pocas presas, con hambre. No había encontrado nada. Y se viene agazapandosé. Y lo encuentra al gato que estaba durmiendo, ¿no?, o que se hacía el dormido. Cuando él lo vio al tigre que venía con intenciones de cazarlo, como él le había enseñado todo, lo esperó no más, se hizo el dormido. Y cuando estaba cerca el tigre, lo saltó. Y como el gato tiene mucha más flesibilidá en el cuerpo, se le sentó para atrás, y cruzó el tigre en el aire al otro lado, y cayó en el suelo como una bolsa. Y cuando se endereza, le dice:
-¡Qué chiste, te hice! -le dice el tigre, ¿no?
Y le dice el gato:
-¡Qué chiste me hiciste!
-¡Ah!, ¡ésa no me la habías enseñado, pícaro! -le dice.
La cuartiada esa no la sabía él. Claro, la única que no le había enseñado. Y le dice el gato:
-¡Ah, no, m'hijo, ésa no es para vos! No tenés coyontura en el espinazo -le dice. Y por esa me salvé -le dice. Yo ya te conozco y tenía que defenderme de tu traición.

Rubén Tejeda, 30 años. Villaguay. Entre Ríos, 1970.

Trabajador de campo.

Cuento 457. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El tigre y el gato .456

El tigre andaba en campaña con el gato. El gato le enseñó a cazar porque el tigre no sabía cazar, y el gato sí. Le enseñó todos los saltos para cazar, menos uno. Lo dejó siempre sin enseñarle eso, para defensa de él. El tigre jue un animal muy traicionero porque después que el gato le enseñó a cazar y todo, él se lo quiso comer al gato.
El tigre vivía en esos montes, como esos que viven las fieras silvestres. Y el gato salía por una senda, y el tigre lo 'taba mirando cuando venía. Y se puso onde venía para matarlo.
El gato como es tan vivo, tan vicho, se dio cuenta. Y como él sabía ese salto que no le enseñó al tigre, que era para su defensa, que era para vencerlo, lo dejó no más. Cuando llegó onde 'taba el tigre, el tigre lo saltó, y él dio el salto mortal, para atrás, y el tigre cayó para adelante. El tigre es de espinazo tieso y no se puede dar güelta. Y el gato se disparó, bandió el monte y se jue muy lejo.
Y esa jue la defensa del gato, que si le hubiera enseñao todos los saltos, el tigre lo hubiera jorobado no más, lo hubiera jodido.

Alejandro Basaldúa, 56 años. Brazo Largo. Islas del Delta del Paraná. Gualeguaychú. Entre Ríos, 1951.

Isleño rústico. Ha concurrido a los primeros grados de la escuela primaria. Conoce todos los trabajos de las islas, pero es particularmente ganadero.

Cuento 456. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El tigre lleva al zorro .439

El zorro y el tigre entraron a comer a una casa donde se hacía una boda. Entraron por un agujero muy chico que encontraron.
El zorro lo invitó al tigre:
-Mire, tío, en tal parte hay una boda, vamos a comer.
Llegaron al trotecito y entraron muy despacio para que no los sintieran. El tigre, como es más grande, entró con alguna dificultá. Comieron mucho. El zorro comía un poco y salía y probaba si podía salir por el agujero. El tigre no sabía por qué hacía eso el zorro y seguía comiendo, y se puso muy panzón. Cuando llegaron los dueños de casa y los invitados, el zorro disparó, pero el tigre no pudo pasar y quedó encajado en la salida. Ahí lo apaliaron hasta que creyeron que 'taba muerto y lo tiraron afuera.
Después de unas horas, el tigre, medio molido a palo, se pudo mover. El zorro andaba por ahí cerca, y cuando lo ve, se tira al suelo y se pone en la cabeza una tortita de manteca que había sacado. Cuando llega el tigre muy enojado, empieza a quejarse:
-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
-¿Qué te pasa? -le dice el tigre.
-Yo 'toy pior que vos. Mirá como 'toy con los sesos afuera. Ya no me puedo mover. Me van a matar.
Entonce le dijo el tigre:
-Yo te voy a llevar como pueda -y lo alzó a cococho. El tigre caminaba con mucho dolor, y casi no se tenía en pie. Y el zorro, como no tenía nada, iba cantando:
-¡El roto lleva al sano! ¡El roto lleva al sano!
Y como seguía el cantito, le preguntó el tigre:
-Pero, decime, ¿qué estás diciendo?
-No sé lo que digo. Tengo mucha fiebre. 'Toy delirando...
Y seguía cantando el zorro pícaro:
-¡El roto lleva al sano! ¡El roto lleva al sano!...
Entonce se dio cuenta de todo el tigre, y un poco más, dio un corcovo y lo tiró al zorro entre unas piedras, y le dice:
-Y eso para que aprendás lo que es el roto lo lleva al sano -y lo dejó medio muerto.

Francisco Cáceres, 68 años. Paraná. Entre Ríos, 1970.

El narrador oyó el cuento a peones de una estancia cuando él era niño.

Al cuento tradicional que corresponde al tipo 41 de Aarne-Thompson se agrega el tipo 6, El enfermo fingido.

Cuento 439. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El tatu y el zorro enlazadores .274

El tatú, que parece medio zonzo, lo vino a joder al zorro que siempre cré que sabe más que todos.
Se convidaron pa enlazar unos baguales, una güelta uno, otra güelta otro. A la orilla del agua vino una tropilla. Ellos habían hecho las cuevas, como las saben hacer.
Le tocó primero al tatú. Enlazó un potro y se metió a la cueva. El yeguarizo, bravo, pegó una estirada. El tatú, firme, no se movió y áhi se quebró el yeguarizo. Cayó las patadas al suelo. Y áhi esque lo carniaron y lo comieron.
Después, cuando terminaron la comida que tenían, le dijo el tatú al zorro:
-Bueno, che, ahora te toca a vos enlazar y meterte en la cueva.
Y bueno, lo enlazó el zorro y se metió a la cueva.
Bueno... Llegaron otros baguales. Enlazó uno y se metió a la cueva. Como la cueva del zorro es derecha y el zorro no tiene las agarraderas como las del tatú, áhi lo sacó el yeguarizo como una bala. No podía resistir el zorro. El potro lo sacó, lo arrastró y lo llevaba arrastrando en la punta del lazo, porque el zorro si había atado el lazo en la cintura.
Cuando vio que lo llevaba el potro arrastrando, el zorro, siguió el tatú al galope, atrás, y ande lo encontró muerto, dijo el tatú:
-Acá 'tá mi compañero. Si ha muerto por mal enlazador.

Manuel Conte, 66 años. Estancia La Calera. Palmar de Colón. Colón. Entre Ríos, 1970.

El narrador es peón de estancia.

Cuento 274. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033