Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 29 de marzo de 2014

El hombre, el tigre y la zorra .380

Qu' era un hombre pobre que tenía una casita. Era solo, y tenía una yuntita 'e güeyes.
Había llovíu, y estaba sembrando.
Si había disparau un tigre qui andaban persiguiendo unos tigreros. Y pórque no viene ande 'staba el hombre arando este tigre. Que ya llega, y que le dice:
-¡Güen día, amigo!
-¡Güen día, señor! -que le dice el hombre muerto 'e susto.
-¿A qué hora va a desuñir?
-A las doce -que le dice.
-Güeno, lo que desate, me va a dar un güey para comer.
Entonce qué dice el hombre:
-¡Pero, señor, soy pobre, no tengo más qu' estos güeycitos! ¡Cómo se los voy a dar!
-Yo no sé nada, me tiene que dar uno en seguida, si no, se los voy a comer a los dos, y a usté tamén. Voy a esperar.
Entonce, qui había un tala a la orilla del rastrojo. Qu' era una sombra lindísima, y que el tigre se botó a dormir áhi. Era en tiempo 'e verano y hacía un sol juertísimo.
Bué... Entonce que el hombre andaba tristísimo, arando. Y pórque no se li aparece una zorra, muerta di hambre, buscando algo pa comer, y le pide al hombre que le dé un lacito pa comer. Entonce el hombre le dijo qui andaba en apuro.
-¿Qu' es eso overo? -le dice la zorra.
-Es un tigre, y me quiere comer a mí y a los güeyes.
-Lu andan buscando unos hombres pa matarlo al tigre. Yo lo voy a salvar a usté.
-No, ¡qué va hacer! -le dice el hombre.
El rastrojo qu'era muy encerrado entre sierras, y que nu había mucho pu ande disparar.
-Mire -le dice la zorra al hombre, yo le voy a preguntar desde lejo, como si jueran los hombre qui andan buscando el tigre, y usté me va contestar.
El tigre que había pasau mala noche por escapar a los perseguido-res, y 'taba a todo esto dormidazo.
La zorra subió a la loma gritando y gritando, y rodiando el rastrojo. Y ya qui oyó el tigre, y que le dice al hombre:
-Amigo, ¿quén grita?
El hombre le dice:
-Parece una comisión qui han rodeáu el rastrojo, y dicen que si nu hí visto el tigre.
-Digalé, amigo, que no lu ha visto. No le voy a comer nada el güey, y vamos a quedar di amigos.
-No lu hi visto -dijo el hombre.
-¿Y qu'es eso que overea abajo 'el tala? -que dijo la zorra.
-Digalé, amigo -que le dijo el tigre, que son higos blancos y negros.
-Son higos blancos y negros -gritó el hombre.
-Entonce, ensaque, amigo, esos higos. Que la comisión ya llega y se los va a comer todos.
-¿No tiene un saco, amigo? -le dice el tigre.
-Sí, señor -que le dice.
El hombre con casualidá tenía una d'esos sacos antiguos, hechos di un cuero entero, y lo qui había llovido, qu'estaba blandito.
-Echemé, amigo, al saco. No tenga cuidado, que no le voy a comer el güey.
-Ya lu echí -que le dice el hombre a la zorra.
-Cosalé, amigo, la boca al saco, que no se le salgan los higos -le gritó la zorra.
-Cosaló, amigo -que le dijo el tigre.
El hombre le cosió bien la boca al saco con un tiento grueso y doble.
La zorra ya venía cerca y que le dice:
-Vaya dandolé con el ojo 'e l'hacha a ese saco pa que se aplaste.
Y el hombre le pegó con l'hacha hasta matarlo al tigre. Qu'el tigre bramaba y saltaba, pero qu'era inútil porque no podía salir.
Y así lo salvó la zorra al hombre. El hombre le dio una gran comilona, y se despidieron.

Juan Lucero, 58 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1944.

Gran narrador.

Cuento 380. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El hombre y el tigre .377

Una vez que estaba un hombre arando con dos bueyes. Vino el tigre y le dijo que termine de arar pronto para comerlo. El hombre entonces araba más despacio y el tigre se echó a la sombra de una jarilla. Después el zorro se asomó a la punta de una lomita y le preguntó al hombre lo qué estaba haciendo. El hombre calló. Después volvió a preguntar el zorro:
-¿Que son porotos overos, esos que están debajo de esa jarilla?
El hombre contestó que eran unas espigas de máiz overas.
Entonces el zorro le dice al hombre:
-Si son espigas de máiz, echalas en una árgana.
Al óir esto el tigre mismo le pide al hombre que lo eche en l'árgana. El hombre lo hizo. Luego el zorro preguntó si ya estaban las espigas en l'árgana y el hombre respondió que sí.
Entonces el zorro le dice al hombre que tape y cosa bien la boca de l'árgana.
Así lo hizo el hombre.
Cuando el zorro supo que la boca de l'árgana estaba cosida, le dijo al hombre que le pegue con el ojo 'el hacha y con el filo. El hombre golpiaba l'árgana, con toda su fuerza, y el tigre que créiba que el hombre 'taba de parte de él, y le pedía que no gólpie tan fuerte. Por fin el hombre mató al tigre y como el autor de esta trampa fue el zorro, el hombre lo quiso recompensarlo. Por eso le preguntó al zorro:
-¿Cuánto debo pagarte por la caza del tigre?
Y el zorro contestó:
-Dos capones y traimelós mañana acá, a la chacra.
Al día siguiente el hombre llevó adentro de una bolsa los dos capones, pero eran perros.
Al acercarse el zorro preguntó por la paga y el hombre contesta:
-Allí los tenis -y le largó los dos perros capones que al ver al zorro cargaron contra él.
El zorro al disparar, le gritaba al hombre:
-Un bien con un mal se paga.

Laureano Aguirre, 45 años. Mollaco. Rivadavia. La Rioja, 1950.

Campesino. Buen narrador.


Cuento 377. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El gato y el zorro .453

Resulta que 'taban conversando abajo de una planta, el zorro y el gato. El zorro como tiene todas las picardías, dice:
-Mire, compadre, yo tengo más de cincuenta picardías.
-Sí -que dice el gato. Muy bien. Mire, compadre yo tengo más de cincuenta ligerezas.
-Muy bien. 'Tá bien.
-Mire, compadre -dice, yo tengo más de cincuenta, pero, ¡uh!, muchísimo más de cincuenta ligerezas.
-¡Muy bien! ¡Muy bien!
En eso que 'taban conversando venía un perro a correlo a los dos, que 'taban bajo la planta. Y que el perro se venía. El gato se dio cuenta y saltó al árbol. Y el zorro como no puede subir al árbol empezó a correr alrededor del árbol. Y en la segunda vuelta empezó a sacar la lengua, el zorro, y le dice el gato de arriba:
-Pero, compadre, ¡siquiera una de las cincuenta!

Armando Cerán, 21 años. Ingenio Luján. Cruz Alta. Tucumán, 1970.

Aprendió el cuento de los muchachos del pueblo que se reúnen con frecuencia en rueda de narradores, y cada uno narra lo que aprendió de la tradición oral.

Cuento 453. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El gato y el zorro .444

El gato y el zorro eran amigos. 'Tal es así que anduvieron mucho tiempo juntos. Un cierto día se separaron hasta la fecha que pudieran juntarse en alguna parte. Al zorro no lo querían en ninguna parte. Él disparaba de una parte para otra. Ya no tenía amigos.
Una noche fría de invierno andaba por el monte y vio una luz. El zorro se sorprendió. No sabía si llegar o no. Pero hasta que llegó cerca y comprobó que era su amigo el gato, el que 'staba áhi. Lo que él llegó lo abrazó como amigo, como íntimo amigo. Ahora el gato le preguntó cómo l'iba, claro. Y él contestó:
-Muy bien, a mí nunca me falta nada.
Entonces le preguntó el zorro si no llevaba algo para beber, que él quería beber algo. Y el gato le dijo que no llevaba mucho, pero llevaba un porrón de giniebra, que algo había tomado. Entonces el zorro tomó y brindó por el gato. Y bueno, ya, claro, él brindó dos o tres veces seguidas. Y el gato le decía que no tomase tanto porque el zorro ya gritaba mucho. No 'staba bien, claro. El zorro no l'importaba nada porque 'staba de paso, y él seguía el camino de disparar siempre. Y bueno, y él pegó otro grito. Y entonce el gato le dijo que no gritara porque podía llegar la policía y chaparlos a los dos. Y entonces el zorro le dice:
-No, amigo, no mi agarra nadie. Tengo cincuenta y una hazañas.
El zorro quería decir que tenía cincuenta y una tretas, habilidades. Entonces el gato le dice:
-No, yo no tengo tantas. Tengo una sola hazaña, subirme a un árbol y áhi defenderme.
Bueno, el zorro borracho pegó otro grito, y áhi llegó la policía. Y el gato le dice:
-Miró, disparemos. Áhi llega un cazador con dos perros de caza.
Áhi se subió el gato a un árbol y el zorrito no hallaba qué hacer, de modo que él disparaba y gritaba. Y entonces él le decía:
-¡De las cincuenta y una, siquiera una! ¡De las cincuenta y una, siquiera una! ¡De las cincuenta y una, siquiera una!
Y áhi al zorro lo agarraron los perros. De compadrón y de pícaro se dejó matar.

Segundo Medero, 30 años. El Turbio. Santa Cruz, 1957.

Lo oyó en Telén, La Pampa, de donde es oriundo.


Cuento 444. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El gato y el zorro .443

El gato y el zorro eran compadres. Un día el gato le dijo al zorro:
-Che, compadre, ¿pórque no vamo al trapiche a comer miel?
-Vamo -le dijo el zorro.
A la noche se fueron al trapiche y entraron a una piecita que tenían guardada la miel, por una ventanita chiquita. Ésa era la única entrada.
Y el gato le dijo al zorro:
-No vaye hacer ruido, que si oye el patrón no mata. Toda la noche comieron miel. Comieron y comieron hasta cansarse. El gato no comió mucho porque tenía miedo de ponerse panzón y no poder pasar por la ventanita. El zorro comió mucho y se puso panzón. Y depué dijeron de irse. Y el gato salió por la ventana chiquita y lo esperaba al zorro afuera. Y el zorro fue a salir y quedó trancado en la ventanita, y le dijo al gato:
-¡Pucha! no puedo salir, compadre.
-Salí y callate, compadre -le dijo el gato. Va a oír el patrón.
Pero el zorro no podía salir por la panza que tenía. Y le agarró el miedo y se puso a gritar de miedo. Y áhi no má que gritó, que viene el patrón con lo perro y que le agarran al zorro y que le matan. Y quedó el zorro muerto, mostrando lo diente, tirado en el suelo.
Y el gato que se había subido a un árbol y que del árbol le decía, depué, cuando se fueron lo perro:
-¿Qué hace, compadre, mostrando lo diente? No te hagá el gracioso, subí, subí aquí, al árbol.
Él creía que se reía y el zorro 'taba muerto.

Hortensia Fleitas, 17 años. Mburucuyá. Corrientes, 1967.

Muchacha de pueblo. Trabaja como criada. Ha cursado algún grado de la escuela primaria.


Cuento 443. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El gato y el tigre .455

El gato fue maestro del tigre. Le enseñó todo los modos de saltar, de cazar, en fin, de todo. Y cuando ya no tenía más que enseñarle, le dijo:
-Bueno, che -dice, ya no tenemos más que enseñarte.
Y estaban los dos. Habían hecho un fogón. Estaban con el fogón por medio y estaban matiando. Entonce el tigre dice:
-Bueno, ahora, lo que voy hacer, es comerte. Con eso te voy a pagar.
Salta el tigre a apretalo al gato, y entonce el gato salta para atrás y cae paraito, parado, ¿no?
Entonce el tigre le dice:
-¡Ah, pícaro, ésta no me enseñaste!
Entonce le dice el gato:
-Si a ésta te la enseño me hubieras comido, ¿no?
Por eso no le enseñó esa treta, para su salvación.

Amílcar Aniceto Zapata, 79 años.

Estancia Rincón del Vizcaíno. Don Cristóbal. Nogoyá. Entre Ríos, 1970.


Cuento 455. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El gallo pelado .390

Diz que era una familia pobre que tenía un solo gallo. Las habían comido a todas las gallinas y no les quedaba más que el gallo. Y era un gallo pelau.
Entonce que le dice el viejo a la vieja:
-Mañana lo vamos a comer al gallo -porque no tenían ya más qué comer.
Y el gallo estaba oyendo. Entonces el gallo resuelve esa noche irse de viaje. Salió y se mandó a mudar. Va por ahí. En lo que iba encuentra al zorro y le dice:
-¿Para dónde vas Gallo Pelau?
-A la fiesta de San Ignacio,
dandomé de canillazos.
-Llevame o de no, te como -le dice.
Y el Gallo Pelau le dice:
-Entrate en mi upitito
y trancate con un palito.
Y el zorro se entró y lo llevó el Gallo Pelau. Y sigue, y en lo que va encuentra más allá al león y le dice:
-¿Para dónde vas Gallo Pelau?
-A la fiesta de San Ignacio,
dandomé de canillazos.
-Llevame o de no, te como.
Y el Gallo Pelau le dice:
-Entrate en mi upitito
y trancate con un palito.
Y se entró el león y siguió.
Lo que iba, se topa con un tigre y le dice:
-¿Para dónde vas Gallo Pelau?
-A la fiesta de San Ignacio,
dandomé de canillazos.
-Llevame o de no te como.
-Entrate en mi upitito
y trancate con un palito.
Así ha seguido el Gallo Pelau. Va por ahí. En lo que iba encuentra el Gallo Pelau una creciente muy grande. No podía pasar. Entonce le dice la creciente:
-¿A dónde vas Gallo Pelau?
-A la fiesta de San Ignacio,
dandomé de canillazos.
-Llevame o de no te como.
Y bueno, entonce le dice el Gallo Pelau:
-Entrate en mi upitito
y trancate con un palito.
Bueno, se salva el gallo y no lo lleva la creciente. Sigue el viaje con el zorro, el león, el tigre y la creciente.
Llegó al palacio del Rey que era muy malo. Este Rey lo hizo echar con los peones al Gallo Pelau al gallinero, para que lo maten las gallinas. El Gallo Pelau largó esa noche el zorro y mató todas las gallinas.
Al otro día el Rey enojado mandó echar al corral de las yeguas al Gallo Pelau para que lo maten, lo pisen. Esa noche el Gallo Pelau largó el león y las mató a todas.
El Rey muy enojado ordenó a los peones que larguen al Gallo Pelau en el corral de las vacas, para que lo maten. Esa noche el Gallo Pelau largó el tigre y también las mató a todas.
Y entonce el Rey mandó a encender el horno para quemarlo al Gallo Pelau. Y cuando el horno estaba muy caliente, vienen y lo echan al Gallo Pelau. Y el Gallo Pelau larga la creciente. Se apaga el horno y la creciente inunda el palacio y se dispara el Rey y todos los que vivían en el palacio, y el Gallo Pelau queda dueño de todo.

Rosa Villagra de Sánchez, 65 años. Santa María. Catamarca, 1951.

Muy buena narradora.

Cuento 390. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El gallo pelado .388

El Gallo Pelau llega en una casa. Y lo ve la señora. Y empezó a buscar como si tuviera sé, como si tuviera hambre, ¿no? Pechaba los tarros y buscaba.
-¡Ah! vean ese animalito que ha llegau áhi. De dónde vendrá -dice- muerto de sé y de hambre. Tirenlén máiz, hijas -dice.
Y bueno, le habían tirau máiz. Y déle, buscaba más.
-Y bueno, larguenlón en la pirgua.
Las pirguas, donde se deposita el maíz.
Lu habían largau áhi.
Bueno, al otro día, dice:
-Vayan, hijas, saquen máiz y saquenlón al Gallito.
Había teminau las carradas que taban de máiz. El marlo no más había quedau.
Bueno, lo sacan de áhi. La panza diz que era, cómo sería, po, ¿no? de grande de tanto que había comíu.
-Y corranlón, y corranlón...
Ellas vivían cerca di un río.
-Echenlón áhi, a ese gallo. El gallo éste debe ser el diablo -diz que les dice la señora- ¿no? Porque cómo va a acabar el máiz de la pirgua. No puede ser.
Bueno. Lu han corríu, ¿no?
Ha ido, se ha agachau en el río a tomar agua. Diz que lu ha hecho secar al río ¿no? Lu ha hecho secar al río, ¿no?, y se ha vuelto de allá. Viniendo diz que les ha largau l'agua, áhi. Y diz que los ha llevau l'agua con gallinas, con cabritos, el balerío no más.
El Gallo Pelau, ¿qué le parece a usté? Tiene que haber sido el diablo. ¿O qué habrá sido?
Bueno...
Y diz que los había arríau l'agua. Agarrandosé de los árboles, se quedaron la gente, pero todo les había llevau el río. A otros por áhi los había largau el río, haciendo secar todo.
Ése es el cuento del Gallo Pelado.

Rita Vera de Barrionuevo, 91 años. Santiago del Estero, 1970.

Oyó este cuento de niña, en Copo, a don Simón Padilla, que le llamaban el abuelo Simón; un viejo guerrero del Paraguay, que sabía muchísimos cuentos.

Cuento 388. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El gallito pelado .396

Había unos señores, una señora y un señor, unos viejitos, que tenían, este, un gaíto. Se habían hecho de ese gaíto, gaíto pelado muy lindo, pero bien pelado. Después se empezó a poner malo con las gaínas. Entonce dijo la viejita un día:
-Hay que tirarlo a ése, por no matalo hay que tirarlo.
Entonce el viejito lu agarró y lo llevó lejo, y lo largó.
Se puso a caminar el gaíto, por un camino.
Y lo encontró un tigre. Le dijo:
-Vas a ver si no te vuá comé.
-No me coma, que le vuá dar un trabajo.
-¿Qué trabajo?
-Metasé en mi culito y tranquesé con un palito.
Lo hizo el tigre. En seguida encontró un lión. Le dijo:
-Vas a ver si no te vuá comé.
-No me coma. Le vuá dar un trabajo.
-¿Qué trabajo?
-Metasé en mi culito y tranquesé con un palito.
Siguió camino. En seguida, encontró un zorro. Le dijo:
-Vas a ver si no te vuá comé.
-No me coma, que le vuá dar un trabajo.
-¿Qué trabajo?
Metasé en mi culito y tranquesé con un palito.
Así lo hizo. Y siguió.
Al poco andar encontró un riyo crecido. Y no lo podía pasar. Y se puso a tomá agua el gaíto. La tomó a toda. Y lo llevó al riyo.
Llegó a la casa de otro viejito y otra viejita. Que le dice:
-Miró, viejo -que le dice. Mirá qué gallo lindo. Lo vamos echar al gallinero pa que hagamos cruza de pollos.
Y lu hicieron.
Y en la noche el gaíto le dijo:
-Zorro, zorro, salí comé gaínas gordas.
Y salió el zorro y se comió unas cuantas gaínas.
Al otro día se levantó la viejita enojada:
-Mirá lo que mi ha hecho el gallo, mi ha comíu laas gaínas. Lo vamos echar al corral de las yeguas pa que lo maten a patadas.
Y en la noche hizo lo mismo el gaíto. Le dijo:
-Lión, lión, salí comé yeguas gordas.
Salió el lión y se comió tres u cuatro.
Al otro día, la viejita enojada:
-Mirá, los ha comíu los animales. Lo vamos echar al corral de las vacas. Hay vacas bravas, que lo maten a cornazos.
En la noche le dijo:
-Tigre, tigre, salí, comé vacas gordas.
Salió el tigre y comió otras.
En la mañana ya se levantó enojada la vieja:
-Nu hay más que carniarlo.
Y lu agarraron. Cuando lu agarraron y lo oprimieron un poco, empezó a tirá l'agua. Y los augó a los viejitos.
Así que el gaíto quedó solo y dueño de todo lo que tenían los viejitos.

Julián Aguilera, 65 años. Las Barranquitas. Pringles. San Luis, 1971.

Cuento 396. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El gallito pelado .395

Éste era el cuento del Gallito Pelado.
El Gallito Pelado había nacido con una patita di oro. La dueña era una viejita muy pobre. Un día pasó un compagre de la viejita y vio el gallito y le dice:
-Comagre, saque la patita di oro del gallito y me la va a prestare. Voy a dir a mostrala y se la voy a traer prontito.
La viejita, como era el compagre, le sacó la patita di oro al gallito y se la prestó al compagre. El pobre gallito quedó sin la patita y andaba a los saltitos, en una sola patita. Se cansaba mucho. El compagre se quedó con la patita y un día dice el gallito que iba ir onde el compagre y se la iba a quitare.
-Vamos a dir a trer la patita di oro -dijo el Gallito Pelado.
El Gallito Pelado se puso en camino. Por áhi le sale el zorro y le dice:
-¿Pa ónde vas Gallito Pelado?
-Voy a trer la patita di oro.
-Llevame, Gallo Pelado.
-No, porque te vas a cansare.
-¡Llevame, sinó te como!
Siguieron juntos. Por áhi le dice el tigre:
-M'hi cansáu.
-No t'ejé -le dice el Gallito Pelado. Metete a mi potito y tapate con un palito.
Y lo llevó y siguió el camino. Por áhi le sale el lión y le dice:
-¿Pa ónde vas Gallito Pelado?
-Voy a trer la patita di oro.
-Llevame.
-No, porque te vas a cansare.
-¡Llevame, sinó te como!
Lo llevó y siguieron el camino. Por áhi le dice el lión:
-M'hi cansáu.
-No t'ejé -le dice el Gallito Pelado. Metete a mi potito y tapate con un palito.
Y ya se metió el lión. Sigue el Gallo Pelado. Por allá le sale el tigre:
-¿Pa ónde vas Gallo Pelado?
-Voy a trer la patita di oro.
-¡Llevame!
-No, porque te vas a cansare.
-¡Llevame, sinó te como!
-Siguieron juntos. Por áhi le dice el tigre:
-M'hi cansáu.
-No t'ejé -le dice el Gallo Pelado. Metete a mi potito y tapate con un palito.
Sigue el Gallito Pelado. Va muy pesau. Por allá se encuentra un río muy grande, crecido, y le dice:
-¿Pa ónde vas Gallo Pelado?
Voy a trer la patita di oro.
-¡Llevame!
-No, porque te vas a cansare.
-¡Llevame, sinó te augo!
-¡Vamos! -le dice el Gallo Pelado.
-Yo no puedo seguir por el camino -le dice el río.
-No t'ejé, no t'ejé -le dice el Gallo Pelado, y se pone a tomare l'agua 'el río.
Y se va el Gallo Pelado. Llega onde la patita di oro, en la casa del compagre que tenía la patita di oro, ya de noche.
-¿Quén viene? -dice el compagre.
-Yo, compagre -dice el Gallo Pelado.
-¿Qué quere, compagre?
-Vengo a llevare la patita di oro.
-No, compagre, éstas no son horas para llevar la patita di oro. Mañana vamos a ver eso. A usté lo vamos a tirar al gallinero pa que duerma.
El hombre lo toma al Gallo Pelado y lo tira al gallinero. Las gallinas vienen a picarlo y larga el zorro, y se las come a todas las gallinas. Esa mesma noche se da cuenta el hombre que el Gallo Pelado si ha comíu las gallinas, y áhi manda a un pión:
-Bajá ese Gallo Pelado y tiralo al corral de las cabras.
Larga el lión, el Gallito Pelado, y le come las cabras.
-Dice el compagre, entonce:
-Andá, tirá ese gallo en el corral de las vacas.
Larga el tigre, y le comió todas las vacas.
-¡Ajá! -dice el compagre. ¡Mi ha comíu todos los animales! ¡Andá, treilo y echalo al horno!
Manda calentar el horno y lu hace echar al Gallo Pelado. Y el Gallito Pelado larga l'agua y si apaga el juego y se hoga toda la familia. Y se mete él a la casa y saca lo mejor qui hay, y saca la patita di oro y se va... Cuando llegó a su casa treiba muchas riquezas y la patita di oro puesta. Y ya caminaba muy bien.
Éste es el cuento del Gallito Pelado, que se jue a buscare su patita di oro.

Florencia Lucero, 48 años. Potrerillos. Mendoza, 1951.

Campesina rústica. Es hija de chilenos establecidos en el país y su lenguaje tiene características del lenguaje vulgar de Chile.

Cuento 395. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El gallito pelado .394

Había una viejita muy pobre que tenía una sola gallinita. Un día la gallinita puso un huevito. Se enclocó y al tiempo nació un pollito pelado con una patita di oro. Eso era una fortuna pala viejita, pero un día cuando el pollito era un gallito, pasó el Rey y le dijo a la viejita que le tenía que dar esa patita di oro pa que la vieran en el palacio como una novedá. Le prometió traerla prontito. La viejita como era el Rey, le sacó la patita di oro al gallito y lo dejó con una sola patita.
El Gallito Pelado andaba a los saltitos y se cansaba mucho. Como el Rey no volvía, un día le dice el gallito a la viejita:
-Mama vieja, me vuá trair mi patita di oro y le guá trair muchas cosas pa que remedie su pobreza.
-Ande va ir m' hijito, me lo van a comer los animales feroces. Usté no puede disparar ni subir a los árboles con una sola patita -le dice la viejita.
-No tenga cuidau, mama vieja, ya vuá volver -le dice el gallito.
La viejita l' echó la bendición y el Gallito Pelau se jue por el camino. Por áhi cerca se encontró con un zorro, y el zorro le dice:
-Te como Gallito Pelau.
-No me comás, zorro, vuá buscar mi patita di oro que me tiene el Rey -le dice.
-Bueno, llevame, yo te vuá ayudar.
-Dentrate por mi aujerito y trancate con un tronquito -le dice el Gallito Pelado.
El zorro se dentró y siguió camino el Gallito Pelado.
Más adelante se encontró con un lión y le dijo:
-Te como Gallito Pelado.
-No me comás -le dice el gallito, vuá buscar mi patita di oro que me la llevó el Rey.
-Bueno, llevame, yo te vuá ayudar.
-Dentrate por mi aujerito y trancate con un tronquito -le dice.
El lión se dentró y siguió camino el Gallito Pelado.
Más adelante se encontró con un tigre y le dice:
-Te como, Gallito Pelado.
-No me comás -le dice el gallito, vuá buscar mi patita di oro que me la robó el Rey.
-Bueno, llevame, yo te voy ayudar.
-Dentrate por mi aujerito y trancate con un tronquito -le dice.
El tigre se dentró, y siguió el Gallito Pelado su camino.
Ya cuando iba llegando al palacio del Rey lu atajó un río muy grande, y le dice el Gallito Pelado:
-Dejame pasar, río, vuá buscar mi patita di oro que mi ha robado el Rey.
-Bueno, llevame, yo te voy ayudar -le dice el río.
-Dentrate por mi aujerito y trancate con un tronquito -le dice el gallito.
El río se dentró y siguió camino el gallito.
Al otro día llegó el Gallito Pelado al palacio del Rey. No lo dejaban dentrar los sirvientes del Rey cuando lo vieron tan panzón y raro al gallito que andaba con una sola patita. Entonce el gallito le hizo decir al Rey que venía a buscar su patita di oro. Entonce el Rey dice:
-Echen ese gallo pícaro pa que duerma en el gallinero y pa que lo maten a picotones los gallos de riña y las gallinas.
Lu echaron al gallinero. En cuanto lo comenzaron a picar los gallos y las gallinas, el Gallito Pelado les soltó el zorro. El zorro los mató a todos, comió lo mejor y se jue después que se despidió del gallito pelado.
Al día siguiente el Rey se enojó muchísimo y dijo que a la noche lu echen al Gallo Pelado al corral de cabras. Y di áhi lu echaron a la noche al corral de cabras. El gallito lu habló al lión y le dijo:
-¿Querís comer cabras gordas? Salí, aquí tenís pa elegir.
Salió el lión y mató todas las cabras, comió hasta que se hartó, se despidió del gallito y se jue.
El Rey se puso más enojado y mandó que lo echen al corral de vacas y de potros pa que le pisotien.
A la noche lu echaron. Y áhi le dijo al tigre:
-¿Querís comer carne gorda? Salí, aquí tenís pa elegir.
Salió el tigre y mató todos los animales. Comió muchísimo, se despidió del gallito y se jue.
Al otro día el Rey muy enojau mandó a encender un horno muy grande que tenía pa echar al Gallito Pelado. Y di áhi, cuando tuvo el horno bien colorado lu echaron al gallito. Áhi largó el río. El río inundó todo el palacio y se llevó al Rey y a toda la gente. El gallito quedó dueño del palacio, encontró su patita di oro y se la puso. Entonce quedó muy rico y mandó trair a su mama vieja y vivieron muy felices.
Yo anduve por áhi y me vine pa mi casa muy contenta.

Ramona Saguas, 90 años. El Horno. Vinchina. Genera Sarmiento. La Rioja, 1950.

Lugareña iletrada. Muy buena narradora.

Cuento 394. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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