Cerca
de la costa vivía un pescador llamado Kenkele Djabe, que se había
casado con una mujer tonta que no le sabía decir el nombre de los
peces que pescaba ni el suyo propio.
Cada
tarde, cuando regresaba de la pesca, Kenkele Djabe se sentaba frente
a su mujer y, sacando uno a uno los peces que traía, le iba
preguntando: «¿Cómo se llama este pescado?». La tonta no conocía
ningún nombre y no respondía nada. Y el marido pro-clamaba: «Si no
conoces el nombre de los peces no puedes comértelos. ¿Cómo me
llamo yo?». La mujer tampoco respondía y se quedaba sin comer.
Esto
ocurría cada día, hasta que en cierta ocasión se presentó una
vieja en casa de la mujer y le dijo: «¿Cómo puedes ser tan tonta?
Lo que debes hacer es aprender los nombres de todos los peces del
mar, y yo te los voy a enseñar: un pescado plano con los ojos en el
mismo lado se llama lenguado; otro que parece una serpiente se llama
anguila; otro de gran cabeza y dientes afilados es el tiburón...».
La vieja le fue enseñando los nombres de todos los pescados, y por
la tarde, cuando su marido regresó y le preguntó cuáles eran los
peces que traía, los acertó todos.
El
hombre estaba sorprendido. Mas, como- no quería compartir los peces
con su mujer, continuó su interrogatorio habitual: «¿Y cómo me
llamo yo?». La vieja no le había enseñado tanto, y la tonta no
supo qué cosa responder; de manera que también se quedó sin probar
bocado.
Y
así fueron pasando los días: la mujer conocía bien los nombres de
los peces pero desconocía el del marido. Hasta que la vieja volvió
a presentarse en la casa y le comunicó: «Tu marido es el papá
Kenkele Djabe».
El
hombre, cuando comprobó que su mujer ya sabía contestar a todas sus
preguntas, no salía de su asombro. Pero ahora no tenía excusa para
dejar a la pobre mujer sin comer, por lo que su enfado era también
muy grande: «De ahora en adelante podrás comerte mis pescados. Yo
moriré, pero antes tengo que saber quién es el que te ha enseñado
todas las respuestas».
La
pobre tonta, claro está, no supo responder aquella pregunta que
nadie le había enseñado a contestar. Y el marido, enardecido, fue
hastael bosque y se lo preguntó al árbol llamado abamasak1;
como tampoco contestó a su pregunta, lo cortó con su machete. A
continuación se lo preguntó al río, que tampoco supo responderle;
el hombre se arrojó a sus aguas, y se salvó de la corriente gracias
a su habilidad en el nado.
Por
fin se lo preguntó a la hoguera: como tampoco le respondió, se
arrojó a ella; y el marido egoísta, incapaz de salvarse del fuego,
murió abrasado.
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
1
Clase
de árbol muy resistente que se utiliza para construir casas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario