Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 17 de mayo de 2014

El zorro y el cuervo .550

Palavecino era el cuervo. Que lo había invitau a Juan para que vayan a pasiar al cielo. Entonce el zorro le aceptó y el cuervo lo levantó arriba de las alas. Y voló y se jue al cielo. Le había encargau que no le vaya a decir cuervo porque las niñas le conocían de Palavecino. Y le había encargau que allá, cuando 'tuvieran de mesa, en la reunión, se estuvieran lejos, porque el zorro no podía ir al banquete de las aves, y que él le iba a tirar unos requechitos, un quesito, algo para que se dehayune el zorro.
Y ya llegaron, y áhi 'taban. Y Palavecino estaba sirviendosé con sus amistades de toda clase de comidas. Y don Juan estaba allá a lo lejos. Y entonce dice que don Juan le decía:
-¡Palavecino, tirame un güesito!
Y el otro no le hacía juicio. Y don Juan ya 'staba muy apurado porque tenía mucho hambre, y estaba muy enojado, con mucha rabia. Y bueno, y después, como no le atendía, que le decía:
-Cuervo, tirame un güesito.
-No me digas cuervo -que le decía el otro- porque te voy a dejar.
Y bueno, como Palavecino no le tiraba nada, le había dicho otra vez:
-Che, cuervo, a vos te digo, tirame un güesito.
Y en eso, el cuervo, se había llenau de comer, y pa que las niñas no se enteren de su nombre verdadero, pegó el volido y lo dejó a don Juan arriba.
Don Juan no sabía qué hacer. Entonce se acordó que del cháguar se hacen sogas. Y encontró unas plantas de cháguar y torció una soga larguísima para bajar del cielo. Y por la soga se venía bajando para abajo. Ya don Juan venía contento, venía alegre porque iba a llegar a su pago. En eso pasaba una bandada de loros, por áhi donde venía don Juan. Los loros venían gritando como loros, la bulla. Entonce don Juan le grita a un loro:
-¡Loro lengua seca! Y le dice el loro:
-No me digás lengua seca. No me digas así, te voy a cortar la soga.
Y le ha vuelto a decir:
-Loro lengua seca.
Entonce el loro le ha agarrau la soga con ese pico que tiene y le ha cortado la soga.
Y entonce, ya se venía don Juan dandosé vueltas en el aire. Y venía gritandolé a la señora, que había quedau en la tierra:
-¡Juana, poné el colchón! ¡Juana, poné el colchón!
Claro, como la Juana no tenía más colchón que una piedra, la pone a la piedra, y áhi cayó don Juan y s'hizo pedazo.

Felipe Lescano, 73 años. Media Flor. Capital. Santiago del Estero, 1951.

Muy buen narrador.

Cuento 550. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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